* Imposible permanecer agarrado del chongo con los militares; por el momento son la garantía institucional de la Presidencia de la República, para evitar ser avasallada por el meta poder de los barones de la droga
Gregorio Ortega Molina
Lo que sucede en México desde que los gobernantes decidieron sustraer de su responsabilidad a los civiles, encargar la procuración de justicia y la prevención del crimen a los militares, al asignarles una función policiaca, es el debilitamiento de la institucionalidad y el impulso de la mentira metódica para intentar justificar la injustificable.
La Ley de Seguridad Interior fue desechada por la SCJN el mismo día, a horas de diferencia, que AMLO descubrió que la cuadratura del círculo en seguridad pública es una Guardia Nacional, integrada principalmente por militares: los miembros del extinto EMP, la Policía Militar, la Policía Federal y un número indeterminado de nuevos elementos convocados, hasta completar 50 mil.
En algún momento del interregno entre el triunfo electoral y la toma del poder, al presidente constitucional de México le fue revelada la neta: imposible permanece agarrado del chongo con los militares, por el momento son la garantía institucional de la Presidencia de la República, para evitar ser avasallada por el meta poder de los barones de la droga. Ahora sabe bien que hay partes del territorio nacional donde el Ejército ni la Marina entran. Allí los señores son otros.
Traen la idea de restaurar una presidencia fuerte, y creen que con el control del Congreso, con el proyecto de reconstruir los sindicatos y desaparecer el outsourcing, así como poner un estate quieto a los barones del dinero y otros poderes fácticos, dejará de compartir lo que no se compartía cuando el Estado fue poseedor de activos económicos, con los que podía impulsar creación de empleos o sustituir a los inversionistas. Hoy sólo tiene los activos fiscales y el dinero negro de la economía informal y la delincuencia.
De allí que resulte prudente recordar las siguientes ideas de Juan José Saer: “La nación, tal como existe en la actualidad, es una construcción ficticia del Estado. Es su proyección fantástica. El Estado elabora una idea de nación, la que es útil para sus fines, y se confunde con ella. El Estado, por otra parte, es siempre el reflejo de una o dos clases que gobiernan… Como en el seno de toda comunidad los intereses de los diversos grupos que la componen divergen, y a menudo violentamente, podemos considerar la idea de nación como una abstracción encubridora destinada a escamotear esos conflictos”.
La Guardia Nacional estará al servicio del Estado, del gobierno, y ¿quién sabe si de los mexicanos? Pero todo sea por la Cuarta Transformación, ¿o no?
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