Ramiro Oquita Padilla
El proemio de este llamamiento nace con la determinación del Presidente de la República, de crear la Guardia Nacional, y depositar en ella, las facultades de persecución de la delincuencia. Para ello, le ha incorporado toda la fuerza policiaca federal y se sumarán a ésta, 50 mil elementos más, que deberán incorporarse en los próximos años. Duplicando en los dos siguientes, el presupuesto del Ejército Mexicano, toda vez que la Guardia Nacional será una entidad, en todo sentido, integrada, dirigida y conducida por el mando militar.
Advertir las consecuencias de esta Razón de Estado, exige la precisión de sus causas: Emoción social (la “energía transrrevolucionaria” en ella), coincidencias grupales y acciones obedientes al pensamiento de su impulsor.
Baste advertir, el lógico proceso que desencadenará esta determinación. Que de una vez, fractura al Estado en civil y militar ¿Es posible calcular las consecuencias de esta medida? Pues le aseguro: usted no querrá ignorar las advertencias de su destino natural:
Que con el Plan de Seguridad de AMLO y su visión “inédita” y “creativa”, la 4T tangibilizó las energías sociales de la nación hacia un nuevo giro histórico que cargan su peso hoy, en favor del poder militar.
¿Cuál es el eje de plena convicción de su lucha democrática, que ha tenido que ir renunciando a todos los partidos a los que ha pertenecido, sin nunca haberlo señalado? (¿Pero sin quererlo?) Precisó constituir uno que le apoya sin cuestionamiento alguno y proclamar dicho eje hasta Presidente Electo, a días de Protestar el cargo ante los Símbolos Patrios (¿Tan grave es?): desmantelar para siempre, el mayor logro del Sistema Político Mexicano del siglo XX en Iberoamérica: Regresar el ejército a los cuarteles.
Desmantela. Abroga convicción y principio que se remontan al juarismo, el imperio civil de nuestra vida política: El imperio de los políticos sobre los militares. Pues AM, deposita en el regir de las armas militares, el destino de la vida de los mexicanos y la viabilidad de la nación.
El PRI tiene una gran deuda con México, con la historia y con los próceres, pues no logró custodiar el mayor legado revolucionario: El tránsito de los caudillos a las instituciones. Dar el poder a los civiles: Imperativo ciudadano, sometido al poder civil pero por iguales, ambos súbditos de los mismos rigores legales y éticos.
El PNR de Calles y de Cárdenas llevó al cuartel a los generales. 50 años desde el levantamiento de Madero. Cien: los treinta de Díaz y antecesores hasta Juárez ¿Es esto descartable?
En el Ejército, sospecho, la conciencia consciente de los tiempos armados (todavía en la nariz, el olor a pólvora y sangre seca de sus connacionales), su deseo por evitar dichos horrores y para ello, garantizar desde sus cuarteles, que las contradicciones sociales, no excedan lo político. Ni la intromisión extranjera, desde luego –sospecho.
Construirlo y lograrlo exigió genio y sangre en demasía. Tanta que sólo fue posible iniciar la institucionalidad –esta que hoy se abate-, 30 años después de la victoria de la Revolución, hasta agotado el enfrentamiento entre generales por el Poder. Detentadores del poder de las diversas regiones y estados de la Federación. Revolución armada que sólo terminó cuando sólo uno quedó.
Único capaz de convocar a los restantes a acuartelarse. Para ello, reconoció su poder en justa proporción (real y legítimamente, más que legal) y ellos aceptando que en adelante, militar o no, si se quería gobernar, habría que ganar las elecciones.
Calles y Cárdenas, Partido y Presidencialismo, con lo que ello significa, son la obra negra que cimentó nuestro desarrollo democrático -civil- que ha imperado la política mexicana hasta el día de hoy… Eso es lo que está en juego.
López Obrador se inhibió al liquidar los cuerpos civiles de seguridad federal, y con ello, todo esfuerzo porque sean las fuerzas civiles del Estado, las que garanticen la seguridad de los mexicanos (del texto constitucional) y abre la puerta a otros rubros del quehacer público: ¡Ha desconocido el mandato constitucional, lo mismo que la lección histórica!
La formación militar construye razonamientos y reflejos condicionados por su entrenamiento y vida. Una ética distinta de la civil, rige su quehacer al proceder contra el enemigo -no contra un delincuente: Son distintos los derechos de un delincuente y de un enemigo en guerra. Muy distintos los criterios para realizar un operativo policiaco en zona con lugareños, que las que determinan en terreno hostil de zona de guerra: ¿Cómo ha actuado el personal de nuestras Fuerzas Armadas en operativos contra delincuentes? Ver:http://www.eluniversal.com.mx/articulo/layda-negrete/nacion/una-ejecucion-extrajudicial-televisada Son delincuentes no enemigos.
¿Acaso AM pretende transformar la “Guerra contra el narco”, por la “Guerra contra la delincuencia”, institucionalizándola, en virtud de leyes y decretos que desarrollen su Plan de Seguridad: Con el aumento de facultades (metaconstitucionales), del presupuesto y del desarrollo institucional-inconstitucional de la Guardia Civil?
Acciones colaterales aceleran el destino natural de la militarización del país. Una: Al mismo tiempo, el Presidente con el Legislativo, creó los “súperdelegados”, tan amenazantes a los gobernadores (¿por qué, aún no se sabe?). Lo cierto, es imposible ver el fenómeno militarización-súperdelegados por separado y comprender su verdadera significación.
Segunda: El Presidente también ha determinado que el país -en materia de seguridad, inclusive- se organizará por regiones; Los gobernadores alegan extraviados, que el manejo regional, no estatal, están seguros, les impedirá cumplir gubernamentalmente: pues no coinciden las regiones con las fronteras de las entidades federativas.
Más crujiente: regiones en un estado, estados en una región: ¡también abre la puerta a revisar las fronteras de las entidades federativas, y (Tercera) al Territorio Nacional! (¿Otro país?)
En todo este destorno centrípeto: el Ejército Mexicano, único ente con facultades federales y recursos suficientes para garantizar la unidad del Estado Mexicano, con gobernadores débiles, regiones tangenciales y una delincuencia desbordada, variables confluyentes en virtud de las tres determinaciones señaladas, dibujan el diseño propicio para que el garante del Estado Mexicano, de hecho y de derecho, sea el Ejército Nacional,por voluntad y renuncia civil de AMLO ¿Es ese su íntimo y personalísimo deseo, verdadero propósito fundamental?
Veo a México en este momento, su reflejo en el espejo de la historia, en la antesala de la Presidencia de Miguel Alemán, y más atrás: unainmensa mayoría militar, la difusa división territorial de los estados –¡aun los colindantes con el extranjero!-, regiones ensoberbecidas con caciques más poderosos que los gobernadores (¿salimos de eso alguna vez?)y una presencia impotente, atemorizada en sus derechos y de vergonzante expresión cívica en lo público y aún en lo social ¿usted, qué ve?
Por ello, esta obra de Andrés Manuel no es heredera de las grandes luchas nacionales, ni el camino para enfrentar la inseguridad.
Entonces ¿Andrés Manuel está haciendo la política de la contrarrevolución? ¿Contra la naturaleza y propósito de la Nación Mexicana? Más cerca de la Colonia y el medievo y de lo más nefasto del s. XIX, Morena, con todo y su seudofloresmagonista “Regeneración”, en realidad sembró con rieles el camino para que de manera natural, aun democrática, no haya opción en un momento para gobernar nuestra República, que el Ejército Mexicano.