- Me aseguran los que saben o al menos dicen saber, que no habrá transición, reforma del Estado ni IV República, sino un implacable proceso de reblandecimiento del estado de ánimo de la nación
Gregorio Ortega Molina
Hoy es un día bifronte, como para honrar a Jano. Los mexicanos católicos y creyentes lo cabalgamos sobre el horror del recuerdo de Herodes y la matanza de niños menores de dos años, y -al menos hasta mi adolescencia y juventud- también sobre la algarabía del engaño premeditado y sin trascendencia, para culminar en un inocente palomita que te dejaste engañar…
De los 33 millones de electores que sufragaron a favor de AMLO, algunos se sienten inocentes palomitas. A pesar de todo mi voto fue mayor error que el de ellos. No quise entregarle mi futuro y el de mis hijos y nietos, porque el escepticismo, la duda minaron mi voluntad electoral, aunque tuve y tengo el deseo de una reforma del Estado, de una IV República, de esa transición tan pospuesta para servir a un presidencialismo acedo que dejó de representar gobernabilidad, certeza, confianza, seguridad jurídica, futuro… lo transformaron en corrupción e impunidad, sin camino de regreso.
En esa añoranza de lo que Elena Garro narró en Los recuerdos del porvenir, se han empeñado en una restauración similar a la de Weimar, por lo que recomiendo relean la historia y saquen las conclusiones de esa República fallida, que condujo a Alemania a entregarse en los brazos de Adolfo Hitler.
Izquierda y derecha del espectro político, al llegar a los extremos se muerden la cola, son algo más que similares, equivalen a una clonación política, de allí que esa idea de los súper delegados me recuerde la tarea de los comisarios políticos del Partido Comunista de la URSS. Lo que no resulte del agrado del líder supremo, será oportunamente denunciado, descalificado y escarnecido, con mayor riesgo de sanción que esos corruptos arropados por el perdón presidencial.
Que no le den demasiadas vueltas los que empiezan a desengañarse, porque sólo ellos mismos se tomaron el pelo, pues el presidente de México delineó a la perfección su estrategia para llegar al poder, en esa idea de la regeneración nacional (baste con acudir al diccionario), que es restablecimiento al estado anterior, a la presidencia imperial, cuando la conducción de 120 millones de mexicanos sugiere el presidencialismo parlamentario.
Me aseguran los que saben, o al menos dicen saber, que no habrá transición, reforma del Estado ni IV República, sino un implacable proceso de reblandecimiento del estado de ánimo de la nación, para la restauración de la presidencia imperial.
Pobres palomitas…
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@OrtegaGregorio