Joel Hernández Santiago
Hace 25 años, el primero de enero de 1994, un grupo de indígenas chiapanecos, enmascarados, irrumpieron en la escena nacional e internacional. Era un grupo de hombres y mujeres organizado a manera de Ejército, con disciplina que quería ser militar y cuyas armas eran su coraje, su indignación y su orgullo de origen en contra de un sistema político mexicano que –cierto- los había excluido y que los tenía marginados de todo desarrollo político, social o económico.
Aquel movimiento encabezado por entonces por el Sub-Comandante Marcos causó sorpresa y azoro, pero también simpatía entre muchos en el país en el que ya se tenía claro que las cosas no habrían de cambiar por el sólo hecho de los discursos políticos de Carlos Salinas de Gortari (PRI) en tono más de caridad que de políticas económicas de desarrollo social e inclusión. Había que participar y exigir.
Fue aquel primero de enero, el mismo día en que, como contraste, se firmó el famoso Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que nos ató a las economías del norte del continente para bien o para mal. (Muchos años después, el gobierno mexicano habría de someterse a los caprichos de un presidente estadounidense –Donald J. Trump- que en su locura acarreó el ‘sí’ mexicano a todos sus mandatos: “porque son unos buenos chicos”, diría el amigo de Vladimir Putin.)
De pronto miles en México y fuera del país vieron en la aparición del EZLN la vara mágica que habría de cambiar las cosas. “Todos somos Marcos” se decía por entonces, cautivos de la imagen casi romántica de un luchador enmascarado y su prosa-poesía dispuesta para conseguir el “si” nacional, fueron recibidos en el ánima de miles de mexicanos que quería cambiar las cosas en tono incluyente y democrático –de a deveras-.
¿Qué cambio en México con esta llegada de indígenas enmascarados?: La conciencia nacional de que el indigenismo mexicano tenía mucho que decir luego de años de olvido sin memoria. Se modificaron leyes para incluirlos y para que penetraran en la zona boscosa de la toma de decisiones nacionales, aunque todavía falta un gran trecho.
… Se formaron comisiones de gobierno para entenderse con ellos y se hicieron acuerdos, como el de Larráinzar, que los definía como camaradas, más que como seres provenientes de otros mundos ancestrales… Según el periodista Alan Riding (“Vecinos distantes”) fue el 1 de enero de 1994 cuando se comenzó a construir la derrota del PRI en el año 2000.
Como quiera que sea, luego un largo silencio. Extraordinario y extraño silencio, con apariciones momentáneas sobre temas del tipo social, aún se les reprocha que lo mismo callaron durante los gobiernos panistas conservadores, como mantuvieron silencio durante el fallido gobierno de Enrique Peña Nieto y su “sin saber cómo ni cuándo”…
Ya reaparecen de nueva cuenta, 25 años después de aquellos años fructíferos. ‘Casi cinco mil’ lo hicieron la noche del 31 de diciembre de 2018 y madrugada del 1 de enero de 2019 cuando mostraron músculo para decir que no están de acuerdo con Andrés Manuel López Obrador en lo de su “Tren Maya” y mucho menos con su idea de la “Guardia Civil” para atajar la violencia criminal en el país. Digamos que como aquel enero de 1994 se rebelan ¿a qué? ¿al Tren Maya y la Guardia Civil, o a AMLO?
El Sub Comandante Moisés leyó un comunicado frente a los integrantes del EZLN en Chiapas como también para los medios nacionales e internacionales: “Vamos a enfrentar y no permitir que pase por aquí su proyecto de destrucción, como es el Tren Maya” … ‘no le tenemos miedo al presidente López Obrador a pesar de la creación de la Guardia Nacional’, a la que acusó de ser ‘sólo un cambio de nombre del Ejército, pues son los mismos militares’.
Y luego calificó a AMLO de ser “mañoso”: “Hace creer que está con el pueblo de México, al que sigue engañando, como lo hace con los pueblos originarios a quienes demuestra respeto y se hinca a la Madre Tierra, pero nosotros le decimos que no le creemos”… y así, en adelante.
En un primer momento López Obrador declaró que el EZLN está en su derecho de expresar sus puntos de vista, que esto cabe dentro de la Libertad de Expresión… Y que se habrán de dialogar sobre el tema…
Horas más tarde diría que el “EZLN no me va a ‘cucar’ (provocar); ‘no vamos a caer en ninguna provocación. Y que con ‘amor y paz, así como una apertura al diálogo’: “Pueden haber diferencias pero eso no significa que se vaya a caer en una confrontación o en un pleito” dijo el presidente de México “pero tampoco le preocupa al gobierno federal esa posición”…
No es tema menor. Y sí debiera preocuparle, como cada una de las posiciones adversas a su gobierno y como parte de su propuesta reiterada de “Unidad Nacional”. La pregunta final es ¿Qué quiere el EZLN? ¿Recuperar su posición como fuerza social en rebeldía? ¿Cómo un grupo que quiere ser escuchado y, por lo mismo, llama la atención hacia su oposición a temas específicos?
¿AMLO está dispuesto al diálogo con el EZLN? Su afirmación de que ‘al gobierno federal no le preocupa esa posición’ parece estar encaminada a mandar la señal de que no se dejará presionar por nada y por nadie cuando ya ha tomado una decisión… pero ¿esto es bueno? ¿es malo?… sobre todo porque el mismo AMLO ha dicho que tomará decisiones de gobierno en base a lo que “el sabio pueblo quiera”… ¿El EZLN es pueblo? Si es así debiera tomarlo en consideración…
Pero también existe la posibilidad de que detrás de esta nueva aparición existan intereses supra EZLN por confrontar a AMLO-gobierno y quiere reclutar la inconformidad de muchos para convertirse en la oposición rebelde al régimen que apenas comenzó el 1 de diciembre de 2018…
Como quiera que sea, ahí está un conflicto serio, que habrá de solucionarse en base a estrategia política, experiencia y buena intención, así como también habrá que conocerse el alcance y la fuerza real de un EZLN veinticinco años después.
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