Joel Hernández Santiago
Esto parece el juego de Juan Pirulero… “que cada quien atienda su juego”. Pues eso. Que por estos días, apenas a unas semanas de que tomó posesión como presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, su gobierno ha acumulado un montón de problemas y, por lo del abasto de gasolina, ha propiciado un problema fenomenal, un poco a la manera de que salió ‘más caro el remedio que el trapito’; y cada quien lo interpreta según le va en la feria…
En primer lugar es cierto, millones de mexicanos estamos muy de acuerdo en que se pare ya el saqueo criminal de combustible, ya por horadación de la tubería de distribución, o con trampas conectadas a las fuentes de almacenamiento o por la compra de gasolina robada vendida luego al precio oficial, con ganancias, en todos los casos, archimillonarias…
Ese robo, según el presidente AMLO, nos cuesta a los mexicanos unos 60 mil millones de pesos. Es mucho. Y un país en permanente crisis económica requiere estos recursos para equilibrar las balanzas económicas y equilibrar el beneficio social. Y, cierto: todo mundo lo sabía y veían para otro lado, sobre todo la gente de gobierno vinculada al energético, funcionarios de Pemex en distintos niveles…y más. Cientos sacaban ganancias estratosféricas de este hurto cotidiano.
Ya por omisión o complicidad de autoridades, el saqueo era inmisericorde en tanto que quienes ofrecían el producto a la venta lo hacían cada vez más de forma cínica y abiertamente dispuestos a la confrontación, a sabiendas de que contaban con complicidades de alto nivel que podrían ayudarles a salir ilesos en su ilegalidad.
Pero para combatir esta delincuencia energética, el presidente de México decidió cerrar los ductos de los que se extraía el combustible de forma fraudulenta; y al cerrarlos buscó como alternativa de distribución el uso de pipas que ahora sabemos que es insuficiente; lo que dibuja una decisión no pensada con cuidado, como también que quienes le recomendaron esta solución lo hicieron para quedar bien con él, pero no supieron medir el grado de complejidad que supone esta distribución.
[A saber, los ductos cerrados suministran el equivalente a 492 mil barriles diarios de gasolina, lo que es decir unos 72 millones 228 mil litros cada día. En sustitución, se pusieron a distribuir apenas 4 mil pipas con capacidad de 20 mil litros cada una… Esto es: error.]
Y al tomar estas decisiones le han hecho un gran daño al gobierno del presidente López Obrador. Porque en los días de desabasto en distintos estados de la República y en la Ciudad de México, la indignación, el coraje, la indefensión, han sido las respuestas. Y no son enemigos del régimen, no, incluso miles de quienes se ven afectados muy seguramente votaron por “Juntos haremos historia”. Y a éstos les indigna doblemente su propia situación.
Muchos advierten el impacto económico que esto tendrá entre la población nacional. Sobre todo porque vehículos de transporte público, foráneos, de transporte de mercancías perecederas y más están en el lecho del dolor. Los precios al consumidor irán al alza, lo que anula el incremento salarial que se acaba de aprobar y que se anunció con bombos y platillos.
Es cierto que la intención del presidente es justa; como son justas y de buen talante otras medidas que quiere tomar (como es el caso de combatir al crimen organizado, abatir la violencia criminal y la impunidad, aunque lo de la Guardia Nacional es una forma de militarizar la seguridad pública: error), pero también da la impresión de que es tanto su ímpetu y sus ganas de solucionar pronto, que se hacen las cosas de forma precipitada y sin medir consecuencias. Lo de la gasolina es el caso…
Y este caso de la gasolina y el impacto negativo para su gobierno debe ser la lección: tomar medidas apropiadas, bien diseñadas y con impactos mínimos para la población nacional, bien estructuradas, con pasos firmes, pero sin resbalar ni hacer resbalar a los demás. Si, ajustar cuentas con los malandrines, combatir la corrupción y el saqueo con medidas legales y de forma tal que no quede asomo de duda de la culpabilidad según las leyes… (Aun no hay detenidos por el ‘huachicoleo’, aunque el presidente dice que sabe quiénes son).
Hasta hoy las justificaciones del gobierno presidencial al desabasto de gasolina son ambiguas, evasivas, inciertas, siempre echando culpabilidades a sus opositores y a quienes les hacen ver los errores: nunca errores suyos, propios, únicos, reconocibles por todos, o casi todos.
Una forma de conectarse bien con los habitantes del país que son 129 millones, 99 más de los que votaron por AMLO, son otorgar respuestas-verdades. Son asumir que se cometió un grave error pero que puede corregirse y no empeñarse en mantener el error.
Sí queremos que acabe el ‘huachicoleo’, si queremos que se acabe el saqueo, el robo, el ultraje, el abuso, el enriquecimiento ilícito, todo eso que va en contra de los intereses de la mayoría nacional; pero también queremos a un gobierno justo con todos y por todo; un gobierno que si comete un error lo rectifique y no un gobierno que conociendo su error se mantenga en él.
Y queremos un equipo de gobierno sensible, atento, listo, dispuesto a lo que el país necesita, no dispuestos sólo a lo que el presidente requiere, manda, ordena. No un gabinete de aplausos, si un gabinete de razones y justo.
Es poco el tiempo y muchas las tareas pendientes. Gastarse en tan poco tiempo no es bueno ni para el gobierno ni para nosotros. Y asumir responsabilidades será mejor que evadir las verdades, creyendo que así se solucionan los problemas.
Estamos en un momento crucial porque es el de las definiciones de hacia dónde irá México y los mexicanos los siguientes cinco años y diez meses. Ojalá para bien; que las lecciones son muchas, pero el aprendizaje será mejor. De otra manea seguiremos en el famoso “Juego de Juan Pirulero”…
jhsantiago@prodigy.net.mx