Francisco Gómez Maza
• Los hambrientos roban por hambre
• Los políticos y los avaros, por maña
Qué pueblo éste. Por ahí leí, en un medio digital, que muchos mexicanos viven de propinas o con salarios de miseria. Y otros viven de puro milagro. Por obra y gracia de la virgencita del Tepeyac, o por mediación de San Juditas. Otros muchos lo hacen agandallándose lo de los demás. O sea, robando. Sobre todo, robándole el salario a los millones de trabajadores, o robando en el peso de los productos. O robándose la gasolina, o sea que si pides 200 pesos de combustible te (perdón la palabra, pero es la más adecuada y, además, está ya aprobada por la Madre Academia) chingan lo que pueden que al fin y al cabo no te preocupa enterarte. El hecho es que a los mexicanos les encanta el robo, el robarse unos calzones en el almacén, o una salsa en el supermercado, o birlarle un cigarrillo a la señora del puesto del periódico. Al fin que, en México, el que no transa no avanza.
De veras. Si se vuelca un camión que lleva pollos, se roban los pollos; si se vuelca un camión de pan, se roban el pan; si se cae al precipicio un tráiler que lleva estufas, refrigeradores, pantallas de tv, ahí van los mexicanos al tráiler y consiguen la estufa que les hacia falta. Y así ocurre en todo el país.
Así que no es de extrañarse que, entre los seres humanos de corbata fina, camisa blanca y traje de borrego merino o casimir inglés, o vestidos de Zara, Liverpool o el Palacio, sean ladrones. Los otros, los jodidos, generalmente roban por necesidad; muchos por hambre. Pero los facinerosos nacidos entre pañales de seda no tienen perdón de dios, como dicen en mi terruño y a esos hay que meterlos en la cárcel.
Y los mexicanos también son curiosos (no me incluyo porque yo nací en un pequeño pueblo mesoamericano llamado Chiapa de Corzo y ahí somos chiapacorceños, culopintos y no le echamos picante al cochito horneado ni a la comida grande, que por cierto en estos días deleitó a cientos de chiapanecos y turistas de otros lados en ocasión de la fiesta grande de San Sebastián, con los parachicos, los chuntaes y las chiapanecas con el colorido que me retrotrae a la infancia cuando mi señora mamá me llevan con máscara, sarape, montera y chinchín a bailar por las calles del pueblo donde dejé mi ombligo.
Pero así como son ladrones de todo, los mexicanos también son derechos – debían de aprender los que se creen y se dicen intelectuales (por cuales) o los advenedizos que se hicieron multimillonarios por obra y gracia de la transa (el que no transa no avanza) y, la verdad me escandaliza (será porque soy periodista y no aplaudidor) que la mayoría apoye a su presidente en eso de la estrategia contra el robo de gasolina, que ya les costo quemarse el suadero a por lo menos 89 y contando, que, dicen que por necesidad, estaban robando gasolina en un municipio del estado de Hidalgo (que de recuerdos de mi querido amigo y hermano, Miguel Ángel Granados Chapa, el gran columnista que no dejaba títere con cabeza), llamado Tlahuelilpan. La verdad es que me parece increíble. Será porque los odiadores hacen mucho ruido mentándole la madre al presidente y exigiendo, cual jueces de pie de banco, su renuncia.
Pero al hombre no debe de preocuparle tanto las chachalacadas de Fox, que habla y habla porque su lengua no tiene hueso y porque tiene una larguísima cola que le pisen. Al fin y al cabo, que los grandes periódicos de la capital del país dan cuenta de que las mayorías apoyan las políticas del odiado López Obrador, como ocurrió este domingo con El Gran Diario de México, que publico en su edición del lunes un sondeo que da cuenta de que el 75 por ciento de la población está a favor del cierre de ductos de Pemex; y mayoría se dice dispuesta a esperar ante escasez con tal de erradicar robo
La decisión del gobierno federal de cerrar los ductos de combustibles, con el consecuente desabasto de gasolina, cuenta con un amplio respaldo de la población de las entidades más afectadas por esta política lopezobradorista, según revela la encuesta realizada por EL UNIVERSAL en la Ciudad de México, el Estado de México, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Querétaro e Hidalgo. El Jalisco, el gobernador que atacaba con furia sin igual al presidente, por el desabasto, ahora es uno de los más entusiastas apoyadores de la política antihuachicolera de López Obrador.
Los habitantes de estos estados señalan que por el desabasto de gasolina también están dispuestos a continuar apoyando las medidas para frenar el huachicoleo: 77% se dice mucho o algo dispuesto, frente a 20% que precisa estar poco o nada dispuesto.
Con tal de que se erradiquen los sabotajes a ductos de Pemex, 53% aceptaría que se mantenga el desabasto de gasolina, el tiempo que sea necesario; a ellos se suma 20% que esperaría una semana más; 8%, menciona que lo haría 15 días más y únicamente 6% no esperaría más tiempo.
Seis de cada 10 mexicanos (66%) afirman que la escasez de combustibles es una consecuencia inevitable del robo de éste. Por su parte, 14% indica que se trata de una estrategia de la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador para afectar a los gobiernos de oposición, y otro 9% asegura que se atribuye a la falta de experiencia del partido en el poder.
En fin. Ahí lo ven, huachicoleros.
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