Por Aurelio Contreras Moreno
La andanada del régimen lopezobradorista contra los medios públicos está en marcha.
Luego que ante las protestas generalizadas tuvieron que dar marcha atrás a su intentona de sectorizar a todos los medios públicos bajo el control de la Secretaría de Gobernación, la administración de Andrés Manuel López Obrador encontró una manera más fácil de buscar “alinearlos” con la “4T”: nombrando a incondicionales al frente.
Particularmente, dos de los nombramientos dados a conocer por el Presidente de la República han causado una amplia controversia por el perfil militante y poco plural de los involucrados: la nueva directora de Notimex, Sanjuana Martínez, y quien estará al frente del Sistema Público de Radiodifusión, Jenaro Villamil.
En el primer caso, se trata de una reportera que, aun cuando en el pasado fue reconocida por su trabajo periodístico, en los últimos años se ha distinguido como una procaz difusora de chismes, fake news, rumores y mentiras descaradas, tanto en sus redes sociales como en las piezas que le son publicadas en algunos medios, casi siempre de abierta tendencia lopezobradorista.
La nueva titular de la agencia de noticias del Estado Mexicano se caracteriza por su intolerancia a la crítica, la cual manifiesta con ira en las redes sociales, así como por publicar información de oídas, lo que le ha valido desmentidos e incluso demandas, en las cuales ha obtenido el perdón judicial, más no la exoneración.
La credibilidad de Sanjuana Martínez es baja. Si no es que nula. Pero su mayor atributo para obtener el cargo que ocupa desde este miércoles es haber sido una fiel seguidora de López Obrador, no solo en el ámbito personal –a lo cual tiene absoluto derecho- sino en el profesional –lo que hace cuestionable el desempeño que pueda tener al frente de Notimex, la principal fuente de información oficial de los medios en México-.
El caso de Villamil es similar. Desde hace años su trabajo periodístico ha ido de la mano de su simpatía y defensa del lopezobradorismo y sus consignas, al grado de también incurrir eventualmente en la publicación de información imprecisa o definitivamente errónea y falsa. En contraparte y en su descargo, ha sido un solidario denunciante de la violencia contra periodistas que aqueja a estados como el de Veracruz.
Sin embargo, su inicio en la función pública no pudo ser peor. Jenaro Villamil fue presentado por el presidente López Obrador como si su nombramiento ya fuera un hecho, cuando por ley el titular del Sistema Público de Radiodifusión primero debe ser propuesto por el Ejecutivo ante el Senado de la República y aprobado por las dos terceras partes de esa Cámara.
Pero Villamil hasta pronunció un mensaje durante la conferencia en la que fue presentado por el Presidente, el cual, además y por si no fuera suficiente, resultó más que deplorable. El periodista que hasta esta semana trabajó en el semanario Proceso –y que ya había manifestado públicamente su incomodidad con la línea crítica del medio hacia el régimen lopezobradorista- parafraseó un enunciado de Emilio “El Tigre” Azcárraga: “ya no más una televisión para clase media jodida, que no va a salir de jodida”, dijo Villamil refiriéndose a los medios públicos, a pesar de que el antiguo dueño de Televisa de lo que hablaba en su momento era de lo que hacían en su propia empresa.
Al colocar a incondicionales –o cuasi-feligreses- al frente de responsabilidades tan delicadas como las del Sistema Público de Radiodifusión y de Notimex, el gobierno de López Obrador refrenda su apuesta por el control de los contenidos en los medios públicos, por mucho que hablen de “respetar” su autonomía.
Si no les importa siquiera respetar un procedimiento constitucional para uno de esos nombramientos, ¿por qué les habría de interesar la pluralidad de voces y puntos de vista, a lo cual, por el contrario, el régimen ha mostrado una tremenda y abierta aversión?
Y mientras el nuevo sistema de propaganda gubernamental toma forma, nueve personas defensoras de derechos humanos y/o periodistas han sido asesinadas en el poco más de mes y medio que lleva el actual gobierno. La respuesta ha sido el silencio.
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