Joel Hernández Santiago
La crisis de gobierno en Venezuela se agrava. De por sí estaba descompuesta luego de que se llevaron a cabo elecciones en mayo del año pasado en las que fue electo como presidente de nueva cuenta Nicolás Maduro.
A finales de mayo del año pasado, Nicolás Maduro fue reelecto presidente de Venezuela para un periodo presidencial que concluirá en 2025. En esa ocasión hubo una abstención grande, según los datos oficiales que dio a conocer entonces el Consejo Nacional Electoral: La participación fue de 46%, aunque organismos independientes dijeron que esa elección alcanzó apenas 32.3%.
En las elecciones anteriores, las de 2013 acudieron a las urnas casi el 80% del padrón. Con todo, la acusación de organismos internos de Venezuela fue en el sentido de que los principales partidos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ahora agrupados en el Frente Amplio, rechazaron participar porque, aseguraron, ‘no había garantías democráticas.’ El único adversario real de Maduro era Henri Falcón, quien obtuvo 1.8 millones de apoyos y desconoció públicamente los resultados denunciando irregularidades.
A partir del anuncio del triunfo electoral de Maduro, la confronta se incrementó al grado de que en este momento prácticamente está el gobierno de Maduro y el de Juan Guaidó, quien se anunció el miércoles 23 de enero como “presidente legítimo” de Venezuela con apoyo en una manifestación masiva en Caracas y otras en otros estados de la República Bolivariana…
Pero además de esto. Hay acusaciones graves de que el régimen de Nicolás Maduro ha llevado las cosas al caos económico, social y en contra de las libertades. Otros dicen que no es así, y que se está construyendo a pesar de los enemigos internos en Venezuela y que desde el exterior se está manipulando la información para crear un “golpe de Estado” en el país sudamericano.
El colmo fue cuando el presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump, desconoció al gobierno de Maduro y reconoció la presidencia de Guaidó. Lo mismo hicieron los países del contienen americano que integran el Grupo de Lima, con la excepción de México…
Además del apoyo de Trump (que es en sí mismo una forma de intervención en asuntos venezolanos), desde el Foro Económico de Davós la canciller de Canadá, junto con los presidentes de Colombia, Brasil, y Perú firmaron:
“Nuestro pleno apoyo al nuevo presidente Juan Guaidó en cumplimiento de la constitución venezolana. Nosotros, los integrantes del grupo de Lima estamos preparando una declaración escrita más completa que será publicada en breve. Es un día muy importante para Venezuela y para el grupo de Lima”.
Rusia por su parte ha expresado su apoyo al gobierno de Nicolás Maduro, así como Bolivia, Cuba. Y así. La Unión Europea y España en particular, concitan al diálogo interno en Venezuela…
El gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador ha mantenido su posición de seguir el mandato constitucional y la Doctrina Estrada del 27 de septiembre de 1930 por la que “México se manifiesta en contra de que los países decidan si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo, especialmente si este proviene de movimientos revolucionarios.” Y esto tenía que ver con la intromisión extranjera que se quería hacer en asuntos mexicanos de la época, durante el gobierno de Pascual Ortiz Rubio. Genaro Estrada era el canciller mexicano entonces.
Pero hay una contradicción en la política exterior mexicana, porque bajo este pretexto sí hay una especie de intervención en la política interior de Venezuela toda vez que el gobierno mexicano ha decidido no desconocer a Nicolás Maduro, y de forma subrepticia le brinda su apoyo, sin olvidar que el día de la toma de posesión del presidente López Obrador fue uno de los invitados al evento…
Ese día, Nicolás Maduro no se presentó al Congreso pues ahí estaba la nutrida representación estadounidense, encabezada por Ivanka Trump, y en cálculo de tiempo sí se presentó al banquete de Palacio Nacional, a la que no acudió la delegación de Estados Unidos. López Obrador defendió esta presencia y Nicolás Maduro en su protesta como presidente reelecto el 10 de enero gritó “¡Viva México!” que para muchos fue la cereza del pastel del apoyo mexicano a su gobierno…
Hoy las cosas se agravan allá y México mantiene ese apoyo a Maduro. Y, lo dicho, esto es, en sí mismo, una forma de intervención en asuntos de otro país. Aun así, el mismo AMLO dijo: “Aunque no les guste a muchos, en el caso Venezuela su gobierno se apega a la Constitución y no intervendrá en el conflicto, por lo que continúan las relaciones con la administración de Nicolás Maduro”.
En la misma conferencia del 24 de enero, el Canciller Marcelo Ebrard declaró que “México va a seguir la postura de no intervención y disposición a contribuir a un proceso de paz y diálogo” aunque ahí mismo introdujo: “…La preocupación de nuestro país por el respeto a los derechos humanos”.
En todo caso lo dicho. El gobierno mexicano no oculta su apoyo al gobierno y al presidente Nicolás Maduro, en Venezuela. Y eso es así por lo que podría llamarse ‘afinidad’ hacia la izquierda continental. Y en esta posición se confronta a Donald Trump y su política también intervencionista.
No obstante son tiempos nuevos en los que el gobierno mexicano deberá definir sus posiciones, sea cuales sean y asumir la responsabilidad que le toca en el concierto mundial y, sobre todo, en el concierto continental.
México, que fue referencia para los países latinoamericanos como fuente de apoyo y fortaleza, ha perdido esta posición desde el 1° de enero de 1994. Pierde posición al sur y no la tiene del todo con el norte del continente: los desafíos internacionales pueden ser graves y un país sin apoyos externos es frágil en su soberanía, su seguridad nacional y en la tranquilidad social.
Ojalá que el gobierno de López Obrador decida por una política más abierta y comprometida. No es asunto de ideologías, sí de definiciones de seguridad nacional que tienen que ver con el futuro del país.
jhsantiago@prodigy.net.mx