Jorge A. Barrientos
“En casi todo se dejaban llevar por la pasión y no se sometían a las leyes de la razón” Polibio.
Esa una de las descripciones de los aguerridos pueblos galos, vecinos de los romanos durante cientos de años, una vecindad incómoda que contó con varios conflictos, la mayor parte por el intento romano de conquistar esas tierras. Los que inspiraron las geniales historietas de Asterix y Obelix.
Si bien el valor y coraje, mostrado en batalla, por los guerreros de estos pueblos fue admirada por los romanos, fue la habilidad estratégica y política de sus druidas lo que los mantuvo tanto tiempo a salvo de ser conquistados por sus vecinos. Tuvieron que llegar los tiempos de Julio César, para llevar a cabo la conquista, venciendo al formidable héroe de la guerra de las galias, Vercingétorix, admirado por su destreza y arrojo en batalla, pero quien al final no por pudo evitar la caída de sus pueblos, medio siglo antes de nuestra era.
¿Qué, pensaban que iba a hablar de la película de Cuarón?
Pobre Galilea Montijo, como dijera el clásico:
La tan googleada Doctrina Estrada, fue creada pensando, principalmente, en que tenemos como vecino al país, que más ha intervenido naciones en los últimos dos siglos (tres intervenciones nos aplicaron a nosotros en poco menos de 70 años, la última en 1916 apenas se cumplieron 100 años de tal suceso) no le quiero llamar Imperio para que no me tachen de “revolucionario bolivariano” pues Castro y Chávez lograron que la palabrita tomara un matiz casi demoniaco, pero en la historia, y en el diccionario, todo pueblo que ha tenido el dominio militar y económico que ha tenido nuestro vecino, se le llama Imperio, aunque no tenga un emperador.
Para los galos, los romanos no eran más que un pueblo que los quería conquistar, la historia es la que se encarga de poner a cada uno con su etiqueta, lugar y dimensión.
Hay muchos jóvenes entusiastas que hablan de que la política exterior mexicana ya no debe seguir dicha doctrina, por ser de otros tiempos, y que, acorde con los tiempos modernos, debe ser más injerencista, “participativa” le llaman.
Tal vez su exigencia sea por inexperiencia o desconocimiento, habría que hacerles ver, que nuestros vecinos, intervienen en otros países, con la misma facilidad y desparpajo que hace 100 años. El ejemplo es Medio Oriente (donde invadió varios países, ricos en petróleo, como Venezuela). Si comenzamos a entrometernos en la soberanía de otros países, con qué cara le pedimos no se metan en nuestros asuntos.
El cumplimiento de tal doctrina, no solo fue palanca de apoyo para aplacar el espíritu injerencista americano, con ella como herramienta, la diplomacia mexicana obtuvo prestigio a nivel internacional, por ser útil para salir adelante en casos muy sensibles de diplomacia mundial, en los que México, en distintas disputas, fue mediador o protagonista.
Dicho prestigio diplomático, se pierde en los inicios de este siglo, con casos famosos como: El de Fox y Castro con el “comes y te vas”. También tenemos el de Jorge Castañeda, secretario de relaciones exteriores, jugando a las escondidas entre los guerreros de terracota en una visita oficial a China, en el sexenio de Fox. De igual manera Luís Virrey-caray, diciendo: México no reconocería una Cataluña independiente, cuando dicho proceso ni siquiera iniciaba. En el sexenio de Felipe Calderón, el caso de sus funcionarios detectados en el robo de entre seis y siete celulares a integrantes de la comitiva del presidente George Bush en una visita a Nuevo Orleans, hecho que fue registrado por las cámaras de vigilancia y que hasta en la cadena americana Fox News fue televisado.
Por cierto, Fox nos pone en vergüenza internacional al tomar partido desde Colombia en favor de la intervención en Venezuela, apoyando a los que dentro de unos días podrán ser tratados de “golpistas”.
Hoy México, con un nuevo proyecto de nación, intenta recuperar ese prestigio, la posición tomada por el gobierno mexicano, cuestionada desde un principio, abre las puertas para una salida pacífica al problema de Venezuela, legitimando a México como “mediador”, no como interventor, no confundamos eso, en caso de que así se lo soliciten, pues la situación no era tan sencilla para nadie; el mundo no tiene solo a Estados Unidos como potencia, por lo tanto, si otras potencias como Rusia y China toman posiciones distintas a la norteamericana en casos como el venezolano, no iba a ser tan fácil para el gobierno del señor Trump y los países que lo apoyaban, el dar un golpe de estado, que es lo que era, nos guste o no Maduro; en lo personal creo que ya debe irse a descansar, pero que sea perdiendo en unas elecciones limpias, que es la salida más probable al caso venezolano, o por el medio que entre los venezolanos decidan.
Muchos criticaron mi deschavetada idea, de la posibilidad de darse una solución pacífica al conflicto y que la posición tomada por México y otros países, puede ser la puerta para dicha solución. Argumentan que los norteamericanos estaban en Colombia listos para asesorar, o en caso extremo, intervenir en el asalto a Miraflores, y con el apoyo de Brasil, Argentina, Ecuador y Colombia, no había quien detuviera el golpe.
Pero intentemos desenredar un poco de hilo de esta madeja. (Quedará más, pero hay que iniciar)
Vayamos con otras doctrinas que también aplican a nuestro análisis
Los norteamericanos, tienen la Monroe, que dicta “América para los americanos”, pero no todos los americanos, sino los del país de Disney, que falta nos hacen Rius, doctrina con la que el norteamericano justificaba su oposición al colonialismo europeo en América, y de esta manera ser la única potencia con el derecho a intervenir desde el Río Bravo hasta la Patagonia.
¿La historia se repite? ¿O se repite sólo como penitencia de quienes son incapaces de escucharla? Eduardo Galeano
En la primer década del siglo pasado, casi 100 años otra vez, un asunto en Venezuela, precisamente fue el primer caso en el que la doctrina Monroe tuvo una variante, enmienda le llamaron ellos, conocida como Corolario Roosevelt, nombre tomado del presidente por el presidente que la impuso, Theodore Roosevelt, no confundir con el de la segunda guerra mundial, Franklin D. Roosevelt, el primero andaba a caballo, el segundo en silla de ruedas. El Corolario Roosevelt ya afirmaba, que Estados Unidos debían intervenir cualquier parte de América para defender “sus intereses”, Venezuela fue precisamente el primer caso en el que se quitaron las máscaras de un continente de distintos países americanos, para mostrar que lo consideraban su continente; Alemania, Italia e Inglaterra pretendían cobrar una deuda a Venezuela amenazando con un bloqueo naval, que se levantó después de una, nada sutil, disuasión norteamericana. Rezaba el corolario que Estados Unidos estaba obligado a intervenir en los asuntos internos de cualquier país “rebelde” para cuidar a los ciudadanos americanos y sus empresas, consideraba que toda Latinoamérica y el Caribe eran “área de oportunidad” para los intereses americanos. Y aquí estamos, 100 años después en Venezuela, solo que los papeles se invirtieron.
La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa, escribió Marx, en referencia a un golpe de estado.
Los americanos quisieran aplicar ahora, lo mismo que el siglo pasado, pero Rusia, China, el internet, los “Dragonfly”, hackers rusos, submarinos a 200 km/h y los misiles hipersónicos, no son lo mismo que los barcos y cañones de hace 100 años. Capaces de llegar en 15 minutos de Rusia a América, Putin declaró que sus nuevos misiles tienen la capacidad de superar los sistemas de defensa americanos, detalles confirmado por los norteamericanos, un misil Avangard y el submarino Poseidón “no los tiene ni Obama”, se dio la casualidad que el anuncio, y prueba de la operatividad, se dio el 26 de diciembre de 2018, solo 5 días antes de que Venezuela ocupara la presidencia de la OPEP, el 1 de enero de este 2019, hace apenas 25 días!!
Con ese golpazo de Putin, los rusos muestran que ya no necesitan tener bases en América para realizar un ataque, lo que en el siglo pasado no tenían…
Theodore, es un caso genial para mostrar como los políticos norteamericanos, son candil de su casa y oscuridad en la calle, todo lo opuesto a la mayor parte nuestros políticos latinos. En Estados Unidos fue todo un progresista, a pesar de venir de familia rica, y pertenecer a la clase alta de su país, cuando llegó a la presidencia comenzó con una serie de cambios en la política para luchar contra los monopolios, la corrupción, dar más poder al estado y generar mayor igualdad social “Square deal” le llamó a su programa, para proteger a los consumidores y que también los de abajo recibieran una parte justa de las riquezas generadas por su país, pues decía que al venir de la clase alta, era testigo fiel de las grandes diferencias, abusos y desigualdad que los monopolios y los poderosos generaban, e inició una lucha contra los dueños de ferrocarriles, petróleo y banqueros ¿Curioso no? Ah! pero en el exterior, el progresista presidente era todo lo contrario, un defensor del expansionismo americano, fue el creador de Guantánamo en Cuba, ocupó Dominicana, Haití y lo que quiso.
Por cierto, tarea para algunos que ahora celebran el auto reconocimiento de Guadió como presidente de Venezuela con el apoyo de los norteamericanos, canadienses, brasileños y argentinos. Se imaginan que en el 2006, Baby Bush (ansioso por nuestro petróleo como estaba), Stephen Harper, Lula (Izquierda) y Néstor Kirchner (Izquierda) hubieran reconocido, a ya saben quién, después del “haiga sido, como haiga sido” para tener con eso un pretexto para intervenir en México. Por eso, con el conocimiento que tiene de la historia, Andrés Manuel nunca solicitó ayuda de país alguno, ni llamó a revueltas violentas pese al evidente fraude electoral vivido. Tomó protesta como presidente legítimo de manera simbólica y como antecedente histórico, y realizó protestas única y exclusivamente en México.
Entonces, la lección, para los que no conocen mucho de nuestro pasado diplomático y solo ven las cosas con un punto de vista anacrónico o como un montón de datos y fechas; la doctrina Estrada es una herramienta útil según sea el caso que convenga a México, que es lo primero que a los “mexicanos” debería interesar; así como a los norteamericanos le son útiles sus doctrinas, cuando así conviene a sus intereses. En otros conflictos, como la guerra civil española, las dictaduras sudamericanas, la segunda guerra mundial, México tomo una posición que contradecía a la doctrina Estrada, por lo que fue criticado en su momento, por las mismas corrientes que ahora lo hacen, pues se hizo por razones y detalles que ahora desconocen o les conviene ignorar a los mercenarios de la historia mexicana, los que solo ven la foto y no toda la película no saben que esos momentos requirieron de hilar fino, de diplomacia sutil, pero no por eso menos digna y patriótica, y que permitió dar refugio a tantos (ahora se hace algo similar con los salvadoreños y hondureños y a esos si los ven mal, quieren puro exiliado europeo o sudamericano).
“Al defender a España, defendemos a México” fue la enigmática frase que usó Lázaro Cárdenas cuando se le cuestionó por violentar la Doctrina Estrada al tomar partido, en la guerra civil española, al no reconocer el golpe de estado del General Franco y apoyar a la república.
Lo mismo cuando condenó ante la liga de las naciones, la Italia de Mussolini por la invasión de Etiopía y a la Alemania de Hitler por la invasión de Austria.
Algo similar ocurrió con Echeverría desconociendo el gobierno golpista del militar del General Pinochet.
Creo que es evidente a quien le dio la razón la historia, Franco, Mussolini, Hitler y Pinochet eran, bueno, ya la historia nos mostró que lo que eran.
¿Vamos entendiendo de qué lado vienen los golpes? Ah, perdón, no quise decir “golpes”, llamémosle, traiciones.
México y Estados Unidos siempre han tenido una tensa relación vecinal, especie amor y odio, pero con la que hemos aprendido a convivir hasta el grado de sentirnos parte de la familia norteamericana conformada por Estados Unidos, México y Canadá, y sí, somos parte de la familia, pero con el lugar que ocupaba
Cleo en la familia de “Roma”; no menos importante, no menos querida, pero nunca igual que ellos. -Ah caray, después de todo si salió algo de la película.
————————————-
La política exterior, como casi todo en la vida no es blanco y negro, somos muy aficionados a tener una manera maniquea de juzgar las cosas, tenemos que comenzar a entender que las cosas tienen distintas tonalidades, matices. Me parece que esto es uno de los puntos en los que más deberían trabajar en nuestras escuelas. Sirva lo siguiente como ejemplo; Calderón, fue duramente criticado por muchos, Jorge Castañeda (para que no digan que eran los de izquierda, pocos tan de derecha como Castañeda) lo hizo incluso a través de una columna llamándolo incluso “pusilánime”, por lo que consideraban tibieza del gobierno de Calderón, a la hora de condenar el gobierno de Hugo Chávez y lo señalaron por no recibir en México, a disidentes Venezolanos, como Leopoldo López, solo recibir eh! Ya no digamos reconocer, como exigen ahora, quien en ese momento era el Juan Guaidó de estos aciagos días, para no molestar a Chávez decían sus críticos, y dijeron también que era sospechoso que al mismo tiempo que hacía eso visitaba a Chávez en Caracas. Claro que Calderón, cuya respuesta a Castañeda fue, que era el ejercicio de gobierno, ahora dice que esos tiempos no son los de ahora, en eso tiene razón ¡eran peores! Maduro, no es ni la mitad de Chávez.
* Leopoldo López, de 47 años, es el padrino político y maestro del joven Guaidó de 35, perteneciente a una de las familias más ricas y poderosas de Venezuela, se formó profesionalmente en escuelas privadas americanas, desde Princeton hasta Harvard, Harvard, siempre Harvard, cuántos de los exfuncionarios mexicanos que nos llevaron a la catástrofe que ahora vivimos, se formaron en dicha universidad ¿son víctimas nuestros muchachos de algún adoctrinamiento?
Guaidó, hace apenas unas semanas era un perfecto desconocido a nivel internacional, diputado concentrado más en trabajar en pequeñas comunidades y locaciones del interior de Venezuela, de pronto, el 5 de enero de este año amaneció sentado en la presidencia de la Asamblea Nacional, en manos de la oposición de Maduro. ¿Quién lo llamó? ¿Quién le dio tanta visibilidad en tan poco tiempo? ¿Cuáles son sus motivaciones reales? ¿Es solo casualidad que fue a unos días de que Venezuela ocupara la presidencia de la OPEP? En política no hay casualidades.
————————————
El señor Trump, ya había mostrado en otras ocasiones, que cada vez que su figura vivía una crisis, la solución era invadir, o amenazar con hacerlo, un país, Corea del Sur cuando tenía la primera crisis por la acusación de injerencia rusa; Siria, cuando el escándalo de la actriz porno, y ahora con la tensión por el cierre del gobierno americano por su capricho del muro y las acusaciones de corrupción y apoyo de los rusos en su elección, se le ocurrió atacar Venezuela; solo que se le olvidó el detalle de que, ni Corea del Sur, ni Siria son el país con mayores reservas petroleras probadas del mundo y que preside la OPEP, como pasa con Venezuela, los rusos y los chinos difícilmente iban a permitir tal agandalle. Solo sirvió para desnudar las intenciones americanas ante los ojos de quienes están al tanto de los juegos mundiales; el respeto a los derechos humanos es lo que menos importaba, por eso hoy muchos políticos de su país se lo quieren comer vivo.
Ya en la noche del jueves 24, de enero de 2019; solo 16 de las 34 naciones que conforman la Organización de los Estados Americanos (OEA) reconocieron a Guaidó en una sesión de emergencia, cuando hace unos días eran mayoría, de manera que 18 no lo reconocen. Los medios de siempre, con su información sesgada como acostumbran, reportan todos los días el número de países que apoyan, pero sin anotar el 34 del total, o los que no apoyan, sus encabezados decían un día sí y otro también, 10, 9, 16 naciones que conforman la Organización de los Estados Americanos (OEA) reconocen a Guaidó, se les olvidaba el otro detallito.
Como el que presume que llegó en tercer lugar en la carrera, pero no dice que solo la corrieron tres.
Para los que siguen sin distinguir tonos y matices, China y Rusia con agendas propias, como Estados Unidos, buscan también su beneficio, simplemente se intenta mostrar un panorama más amplio de los acontecimientos y hacer ver que la mayor parte de las veces, una salida diplomática es mejor que una guerra, más vale un mal acuerdo que un buen pleito, dicen.
Precisamente por eso, entendamos que las cosas no son tan sencillas para andar juzgando a la ligera, pero sobre todo, que en estos momentos México necesita pensar antes que nada, en qué es lo mejor para México.
Porque, si de andar de zalameros se trata o preocupados por los derechos humanos de otros; Haití, Nicaragua, El Salvador y Honduras, son también parte de América, con niveles más altos de pobreza, violencia y desigualdad que Venezuela. Los casos de El Salvador y Honduras, principalmente, nos afectan directamente por situaciones migratorias ¿Por qué no comenzar por ahí?
De manera que en lugar de andar buscando a nuestro belicoso Vercingétorix mexicano, mejor sigamos con los consejos y acuerdos de nuestros druidas, al fin que nuestros vecinos tampoco tienen a un Julio César.
Tiempos interesantes estamos viviendo.
Y a los extraterrestres, primero investiguen, después opinan.