Joel Hernández Santiago
Pues eso, que uno de los países que más le canta a la mujer, a sus divinidades y a su presencia vital en la vida de todos es México… “…porque también bonita era mi madre”… o aquella de “Mujer, mujer divina…” o “Azul, como una ojera de mujer”… Y poetas, filósofos, escritores, pintores: todos se desgranan por divinizar a la figura femenina. Si. Pero no.
Por costumbre ancestral –iba a escribir cultura ancestral, pero esto no es parte de lo que le da sentido a la cultura de una nación- a la mujer se le ha considerado como la que debe estar en el hogar, la que debe atender a los hijos y la que debe velar por la unidad familiar con base en su cariño y en su abnegación… “La mujer, como las carabinas: cargada y en la cocina”, se dice aún.
Por cosas así, México aportó al mundo un término al abuso de hombres hacia las mujeres, no sólo en los terrenos de la igualdad social, laboral o política; sino también porque a las agresiones físicas en contra de ellas se les define como: “machismo”. Eso es: de los “machos mexicanos” que en base al uso de la fuerza sometían y aun –en muchos casos- someten a la mujer, su mujer…
Pero esto que parecería que desaparece poco a poco en México gracias a que la mujer ha conseguido involucrarse en los terrenos de la productividad y ha exigido que su presencia aumente en los terrenos del mando y del poder, aún es insuficiente.
… Y más aún cuando se les resta apoyo incluso gubernamental, como ocurre apenas por estos días con la disminución presupuestal al Programa de “Estancias Infantiles para apoyar a las madres trabajadoras” con lo que se les reduce a dos opciones: o cuidan a los hijos o trabajan… Lo de los abuelos cuidadores de niños es una ocurrencia de alguien muy mal informado…
Pero digamos que ese es otro frijolito negro en el arroz por el trato discriminatorio hacia las mujeres en México.
Según un informe publicado apenas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) el grupo de mujeres trabajadoras con sueldos mayores a cinco salarios mínimos se redujo durante los últimos dos sexenios, mientras que el que percibe dos salarios mínimos aumentó.
Esto es: “El número de la población femenina ocupada que percibe más de cinco salarios mínimos cerró en 725 mil 615 al cierre del sexenio de Enrique Peña Nieto, cifra que apenas representó el 3.5 por ciento de las 20.9 millones de mujeres empleadas en el país”.
En tanto, aumentó el número de mujeres que perciben hasta dos salarios mínimos al mes, las que al cierre de 2018 representaban poco más de la mitad de las mujeres que trabajan: 51.4%.
Así que, según José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico: “A lo anterior se suma el hecho de que las condiciones de desigualdad de género en el país hacen que las oportunidades laborales mejor pagadas se den a los hombres…
“…Los procesos de contratación, de formación académica, de capacitación y las propias condicionantes sociales han propiciado que la mujer no cuente con las condiciones de equidad para aspirar y ocupar puestos de dirección, lo que reduce las posibilidades de acceder a mejores remuneraciones laborales.”
Y aún más: Según el mismo INEGI: “33 de cada 100 mujeres de 15 a 54 años que han tenido al menos un hijo nacido vivo, son solteras” Y luego: De este 33 de cada cien, el 53% no tienen instrucción o cuentan con un nivel escolar máximo de secundaria”.
Esto significa que hay un número cada vez mayor de mujeres que ejercen la maternidad no estando unidas. Y de estas 33 de cada cien, una quinta parte (22.2%) gana apenas un salario mínimo o menos por el trabajo que desempeñan, 30.6% hasta dos salarios mínimos y el 29.6% dos o más salarios mínimos. El resto o está en la economía informal o en la mínima condición de ganar más de cinco salarios mínimos.
En esas condiciones difícilmente se puede hablar de igualdad de género en México, en donde para efectos de imagen de gobierno se incluyen porcentajes cada vez mayores de mujeres en puestos de mando y orden, aunque en todo el país las cosas son absolutamente diferentes, como se ve.
Y no es que la mujer tenga menor calidad de trabajo, de esfuerzo, de aportación productiva que la mayoría de los hombres. Acaso la condición física lleva a que algunas tareas no puedan ser ejecutadas por ellas, pero esto es cada vez menos y, sin embargo, predomina el estigma de que la mujer es débil, de que la mujer no debe competir, de que la mujer se enferma con frecuencia, o que los embarazos entorpecen su tarea y tantos pretextos que se utilizan para hacer predominar el trabajo del hombre y los mejores salarios y beneficios al género masculino.
Injusto desde toda perspectiva porque la mujer en México ha tenido que hace frente a su propia situación, con frecuencia la de ser madre soltera y “hacer las veces de padre y madre”, según se dice. Es la mujer la que lleva la carga más pesada del ejercicio cotidiano, ya como trabajadora y como responsable del hogar o porque asume el puesto de proveedora de recursos cuando el marido está sin trabajo o incluso gana menos que ella…
Una política de Estado en materia de igualdad de género no sólo en tanto posiciones de gobierno sino en su presencia en el desarrollo social, económico y político, hará que las mujeres asuman responsabilidades como también beneficios. A responsabilidades iguales, salarios iguales… Pero también que sean contratadas por su trabajo y calidad de trabajo, al igual que son contratados los hombres en las tareas productivas del país…
Mucho hay que hacer todavía en esta materia, pero lo mejor será que se incluya en la agenda de gobierno un tema que es de igualdad, justicia y derechos humanos, como es el tema de la mujer mexicana. Ella siempre eje central del hogar, pero también eje central del desarrollo del país.
jhsantiago@prodigy.net.mx