* Imposible hacerlos entender que la única manera de disminuir a un enemigo que resulta imposible derrotar, sólo puede lograrse cambiando de estrategia, de frentes, de modelo de organización política
Gregorio Ortega Molina
Porfirio Muñoz Ledo y Alfonso Durazo gritan: ¡Al lobo! cuando éste ya es el pastor de buena parte del rebaño. Están fuera de tiempo y época.
México vive en peligro permanente desde que logró la independencia, y está en constante estado de emergencia debido a que, una y otra vez, han pospuesto la reforma del Estado, aferrados a ese presidencialismo que fue útil a pesar de haber permitido la mutilación del territorio nacional, el Imperio de Maximiliano, el izamiento de la bandera de Estados Unidos en el Castillo de Chapultepec, el Zócalo, el puerto de Veracruz, la globalización y, lo peor, cedió buena parte del territorio a los barones del narcotráfico. ¿O no?
La economía del mundo, quiéranlo o no, está infiltrada por el dinero negro de los barones de la droga, y los Estados nacionales alegres la reciclan en el mercado interno y la globalización. ¿Cómo detenerlo? Rafael Caro Quintero ofreció la respuesta hace siete lustros, de allí que todos, hasta el Banco del Vaticano, entren a la disputa por esa lana. Si lo dudan, revisen la historia reciente y la biografía de los instigadores de la logia P-2.
Suponer que la guardia nacional resolverá el problema es ingenuidad y grave error, porque incrementará la violencia y abre un resquicio al golpe de Estado. Lo que se requiere es inteligencia, discreción, sigilo. Con el conocimiento de que los barones de la droga, con su cauda de delitos satélites, son un Estado dentro del Estado, y su negocio está más globalizado que la economía nacional.
Las sinrazones del poder no atienden a las razones de la lógica, la ética, la moral, la política en el clásico sentido en que la conceptuaron los griegos: dejó de ser diálogo para convertirse en fuerza bruta o seducción, en cooptación o sumisión, en mentira sutil o compra abierta y desvergonzada de conciencias, y los de Morena demostraron pronto ser hábiles maestros en el engaño.
La táctica es la de los viejos maestros del nacional socialismo. Deciden ponerle otro nombre al mismo enemigo, porque descubren, tarde, que el poder de los de enfrente puede derrocarlos, destruirlos, desestabilizar al país, y en el intento de entenderse con ellos consideran que el presidencialismo imperial es el punto fuerte de su estabilidad y legalidad.
Imposible hacerlos entender que la única manera de disminuir a un enemigo que resulta imposible derrotar, sólo puede lograrse cambiando de estrategia, de frentes, de modelo de organización política, para ponerlos fuera de balance, pero no lo harán. ¡Allá ellos!
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@OrtegaGregorio