Claudia Rodríguez
Emprender un juicio político conjunto en contra los ex mandatarios federales que tanto daño le han hecho a los mexicanos, nuestro territorio y nuestros recursos incluidos los humanos; quedaría corto si se dejan de lado, tantos y tantos personajes que sin la carga de la investidura presidencial, contribuyeron de manera significativa a la actual realidad del país.
Luis Videgaray Caso, el mismo con aspiraciones presidenciales y de quien el anterior presidente, Enrique Peña Nieto, no podía desprenderse ni para pensar; es uno de los señalados como artífice de la debacle nacional de los últimos años.
Las cartas credenciales tanto académicas como profesionales, dibujaban desde el principio del sexenio peñista, a Videgaray como el único y más viable candidato priista a la Presidencia.
Fue el secretario de Hacienda en el primer tramo del sexenio anterior, el más cercano siempre al primer mandatario. Nada pasaba si Videgaray no lo había aprobado y casi, casi, propuesto en primerísimo término.
El ex secretario de Hacienda y después canciller, ´fue más que un funcionario público con derecho de picaporte en Los Pinos. Videgaray era conocido como el más cercano amigo de Peña, relación que funcionaba con admiración del presidente hacia el servidor público –no parece que funcionara en sentido inverso.
El verdadero constructor de las reformas constitucionales del sexenio anterior, no fue otro que Videgaray, en donde claro, se abrió la puerta descaradamente a la inversión privada y más desde el exterior; pero con las que también quedó en claro que el real orquestador y negociador con las distintas fuerzas políticas y actores de relevancia de la sociedad, no fue más que el mismo secretario consentido de Peña.
No hay duda, que el organizador de la visita a México en agosto de 2016, del entonces candidato a la Presidencia estadounidense Donald Trump, fue el mismo Luis Videgaray; y quien cargó con los platos rotos después, del costó a la poca fuerza que ya mostraba la Presidencia y su receptor. Pero apenas dejó Obama su puesto en la Casa Blanca, Videgaray regresó por sus fueros, a seguir negociando en pro de los del norte, no de los mexicanos. Ahí está el resultado de los acuerdos del llamado Tratado México, Estados Unidos, Canadá (T-MEC).
Los mexicanos debemos a la estancia de Videgaray en Hacienda, el freno real del crecimiento económico y el acelerado incremento de la deuda pública, con el añadido de que por los precios bajos internacionales del petróleo, jamás se observaron los resultados de las reformas estructurales que impulsó junto con Miguel Ángel Osorio Chong desde Gobernación y Aurelio Nuño en un tramo del sexenio, en Educación.
Así que no sólo los ex presientes, Videgaray que también tiene su “Casa Blanca” en Malinalco, junto con más de sus “compadres” merecen como muchos funcionarios y gobernantes de antaño, el juicio político e histórico.
Acta Divina… Videgaray nunca negó su aspiración presidencial, más siempre afirmaba que estaba enfocado en su encargo.
Para advertir… El delfín de Peña, se quedó con las ganas… ¿por ahora?
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