* ¡Agárrense!, el verdadero cambio iniciado en 1982 se consolida ahora, por obra y gracia de AMLO
Gregorio Ortega Molina
En cuanto a sus intenciones reales para con México, el presidente constitucional, Andrés Manuel López Obrador, nunca ha jugado con la verdad, la respeta y cumple, aunque los gobernados nos hagamos cruces sobre sus verdaderas intenciones, y le busquemos dobles intenciones a lo que no lo tiene.
La 4T va en serio. Tiene más que ver con el origen de la nación, que con los posteriores sucesos históricos que definieron el carácter nacional. Debemos meditar en Quetzalcóatl, en la manera en que la serpiente se muerde la cola de manera idéntica a como los extremos del espectro político se confunden, porque el propósito coincide: la mano izquierda, inflexible y dura sobre el pueblo bueno y sabio.
La transformación iniciada en 1982, al preterir el proyecto de la Revolución para “imponer” el del neoliberalismo y la globalización, se consolida con la implementación y puesta en funcionamiento de la Guardia Nacional. Con ella inicia la verdadera, auténtica modificación de los hábitos y costumbres de la sociedad mexicana. Con los militares no se juega.
La senadora Sylvana Beltrones lo advierte, pero se resiste a llegar al fondo. Avisa… y solicita que estemos atentos: “… no simplemente se está hablando de una reforma legal, sino de un nuevo arreglo social que podría determinar el futuro de las siguientes generaciones.
“Por eso es que insistimos, al igual que otras fuerzas políticas en el Senado de la República, en su representación de Pacto Federal, que se estableciera un mecanismo de Parlamento Abierto que pudiera generar un intercambio virtuoso, real y efectivo para lograr integrar una propuesta que responda a las necesidades de seguridad que demanda nuestro país, pero salvaguardando el equilibrio institucional y los derechos humanos”. Así lo dijo al inicio de las Audiencias Públicas para analizar pros y contras de la Guardia Nacional.
Quien haya vivido en países con toque de queda, con patrullas militares en las calles, en los que se marca el alto y se solicita la identificación inmediata, sabe que entramos a un cambio de hábitos, y éstos han de proponerse antes de dar por hecho lo que todavía no funciona.
Para que la Guardia Nacional cumpla con su función inicial, lo primero que ha de establecerse, ahora sí, es el documento de identidad que siempre se ha quedado en veremos. Si no sabemos quiénes somos en materia de identidad civil, judicial y política cómo podremos poner orden en los asuntos internos de México. Sin cédula única de identidad todo lo logrado por Ricardo Monreal como guía de los senadores de Morena, será una vacilada.
¡Agárrense!, porque puede dejar de ser hipótesis, y el verdadero cambio iniciado en 1982 se consolidará, ahora, por obra y gracia de AMLO.
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@OrtegaGregorio