Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Si la crueldad tecnocrática neoliberal se ha ensañado en la cancelación del presente para más de 80 millones de mexicanos, excluidos del de por sí magro crecimiento económico, la ferocidad rebasa todos los límites racionales cuando, para no lesionar a los usufructuarios del libre mercado, el poder del Estado diseña la continuidad del modelo, segando el futuro de las nuevas generaciones.
Uno de los saldos más subrayados en más de treinta años de neoliberalismo “a la mexicana”, normado por el Darwinismo Social, es la existencia de más de siete millones de ninis; jóvenes privados de oportunidades de estudio y de trabajo; convertidos en ejército de reserva del crimen organizado.
El sello de la Universidad pública en México tuvo en su centro el humanismo: Universidad, es unirversalidad, solían profesar los viejos educadores mexicanos.
Como eje de su misión, dentro de las corrientes renovadoras, se le consideró a la Universidad parteaguas entre la vieja y la nueva política. Entre sistemas de salvaje explotación laboral y profesional y de opciones de liberación y emancipación colectivas.
Habría procurar la Universidad la integración social en el desarrollo de la cultura, mediante la investigación y divulgación de la Historia, el impulso a las ciencias y la técnica, el estudio de los rangos socioeconómicos de los pueblos y la formación de los jóvenes para superar la secular marginación y la discriminación de que fueron víctimas generaciones que les antecedieron.
Criminal depravación de la autonomía académica
Tal fue la doctrina de la educación pública mexicana, y bajo ese imperativo se dotó a las universidades públicas mexicanas de autonomía. Fue su objetivo, la libertad académica.
Todo lo que toca la tecnocracia neoliberal, lo corrompe. A la sombra de la autonomía académica, los detentadores de autoridad universitaria degradaron esa independencia para extenderla a la función administrativa, empollando verdaderos cacicazgos de cuello blanco, depredadores del subsidio público.
Las primeras expresiones más visibles de control político y gerencial se dieron en las universidades de Guadalajara (los Ramírez y los Padilla) y Colima (los Moreno Peña y sucesores).
Aún impune, La estafa maestra durante el peñismo
Desde hace poco más de un año, ocho universidades públicas en los estados han sido implicadas en la coloquialmente conocida como La estafa maestra, maquinada en varias secretarias del gabinete presidencial, principalmente la de Desarrollo Social.
Revisiones anuales de la Cuenta Pública del gasto por la Auditoría Superior de la Federación (Cámara de Diputados) han documentado desvíos por unos ocho mil millones de pesos. Casi la mitad agandallada por las rectorías de aquellos planteles, en complicidad con las mafias sindicales.
La ingeniería financiera recorre 22 países
La impunidad es el mejor lubricante de la corrupción. La semana pasada, desde la Secretaría de Hacienda y Crédito Público una instancia de inteligencia financiera puso en cartelera a la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo: Cancelación de cuentas bancarias en las que se ha prefigurado lavado de dinero.
Son, para abrir boca, 156 millones de dólares (unos tres mil millones de pesos) que habrían transitado por 22 países para terminar en la tesorería de dicha Universidad, quien sabe si al través del Patronato que preside Gerardo Sosa Castelán. De la indagatoria resultará la última palabra. Las primeras las adelantó Santiago Nieto, titular de la Unidad de Inteligencia de la SHCP.
Largo y oscuro el historial político de Sosa Catalán, ex rector de la institución. Su apellido devino Sosa nostra; obviamente, alusiva a la mafia italiana.
La Caja de Pandora la ha abierto desde hace al menos una década la Auditoria Superior de la Federación. Abarca todo el universo burocrático incluyendo, vía revisión del gasto federalizado, a los gobiernos de los estados y, como está dicho, ahora las universidades públicas.
Es condenable que, sobre el Presupuesto de Egresos de la Federación, hayan hincado sus rapaces e insaciables fauces gobernantes y administradores subordinados, pero que la rapiña se practique sobre recursos de las universidades públicas, sólo tiene una tipificación: Crimen de lesa juventud.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.