Jorge A. Barrientos
La visita del presidente de la república mexicana a Badiraguato, primera de un presidente en los últimos 40 años, no era una noticia menor, no debió ser una simple anécdota periodística como muchos la han querido presentar, y no, no por el valor del presidente, no por presentarlo como “macho alfa lomo plateado me canso ganso del poder”, sino por lo que pudimos ver por fin, sin capuchas en la cabeza.
La cabeza cubierta con un espeluznante saco negro, que no le quitan hasta que los sicarios del cártel, consideran que ya es seguro hacerlo dentro de la camioneta en la que él y su camarógrafo son llevados hasta una zona prohibida para cualquier otro ser humano; vemos imágenes de entrada a esa zona siniestra, el nido, de donde han salido en los últimos años los líderes más dominantes del negocio del narcotráfico mundial, Badiraguato, las imágenes y los planos tomados nos muestran el domicilio de la maldad, panteones opulentos como si fuera el fin por el que aspiraran sus habitantes.
Así es como canales internacionales mostraban, hace poco, al mundo el lugar donde había nacido el narcotraficante más famoso y sanguinario del momento, el Chapo. Lugar al que ni policías ni el ejército se acercaban.
Hoy, de pronto, en las redes sociales, y muy por encimita, como si fuera una visita a un pueblo cualquiera, en los medios nacionales, nos enteramos de la visita antes impensable, del presidente de la república a ese rincón del estado de Sinaloa y capital del llamado triángulo dorado del narcotráfico.
La presencia del presidente de la república en esa zona es significativa y de mayúscula importancia por lo que nos mostró, por la enseñanza que deja tal visita en un plano mucho más amplio, en una presentación, sin ser solo una toma o un ángulo que nos quiere presentar un director de cámara, desde una camioneta y con hombres armados y cubiertos con pasamontañas; ahora todos pudimos ver la realidad de ese pueblo de México, todos fuimos testigos de que Badiraguato sufre del mismo mal que la mayoría de los pueblos de nuestro querido y violentado país, la pobreza.
Más allá de la anécdota del trébol de 4 hojas y la imagen de un santo, únicos medios de protección con los que, nos dijo, contaba el presidente en su visita, son llamativas las reacciones que vemos en las entrevistas que se hicieron a los pobladores de esa zona, nada diferente al resto de lugares que vemos en las visitas del presidente en el resto del país; pobladores pobres, pobladores que quieren oportunidades, bienestar, educación, salud, seguridad, confianza.
Una multitud de pobladores escuchando al presidente, caras similares a las vistas en visitas presidenciales a otras partes del país. Un adulto mayor que agradece que se vaya a abrir una universidad para que sus muchachos ya no tengan que viajar, un par niños traviesos pidiendo que lo que quieren es dinero (no diciendo que quieren ser narcos o sicarios), la señora que pide que le alcance el dinero para la comida, son muy distintas a aquellas imágenes o notas que describían un Badiraguato decadente, cuna de sicarios, formador de narcos, de familias estilo mafia siciliana, en la que sus miembros desde el nacimiento eran preparados para ser parte del negocio. La realidad es que las imágenes que encontramos es la de mexicanos con ganas de vivir bien y tranquilos, eso es todo.
Vivimos tanto tiempo manipulados, que nos describían partes de nuestro país como si fueran la encarnación del mal en la tierra, para presentar como axioma el que en México la corrupción, la tranza o el abuso eran situaciones culturales, casi que era parte de nuestra genética. No, Badiraguato nos presentó perfectamente que México es solo un país con poblaciones, que víctimas del abandono por gobiernos indolentes y entreguistas, se han visto orilladas a realizar actividades “prohibidas” como medio de vida para cubrir esos huecos que el desarrollo ha dejado.
Badiraguato no es un lugar distinto de cualquier población pobre del sureste, norte, sur, centro o resto de nuestro país, la razón por la que el narcotráfico o sembradío de estupefacientes haya prosperado en esa zona del país responde más a situaciones históricas y de mercado, que a una cultura criminal.
En esa zona del país precisamente es donde se sembraría, lo que por acuerdo “no escrito” entre los gobiernos de Estados Unidos y México, lo que sería la materia prima para la morfina que usaban con los soldados heridos en acción durante la segunda guerra mundial (1939-1945).
Historiadores de la zona, hablan de que la semilla de la amapola y su método de sembrado, la trajeron los orientales que huían de la humillante vida en California por la explotación minera.
Hace 4 años Polemón, publicó un texto de Federico Campbell, en el que escribió.
“Ellos trajeron la semilla de la amapola, la sembraron en sus huertos y el producto lo destinaron para su uso personal […] La mayoría se encerró en sus sórdidas madrigueras para satisfacer un vicio muy arraigado que se transmitía de padres a hijos en la patria lejana y pobre.”
Un funcionario estadunidense, representante del Departamento del Tesoro en México, afirmó en los años cuarenta que los chinos habían empezado la producción de opio hacia 1925, pero que los mexicanos controlaban ya (en 1943) 90% de las operaciones.
La zona serrana fue la predilecta para el sembrado pues los orientales decían era lo más parecido al clima de la zona en su país donde la sembraban.
[…] Al terminar la segunda Guerra Mundial con el bombazo sobre Hiroshima los gringos regresan a San Diego y el gobernador de Sinaloa quiere que en la sierra se queme y arrase todo lo que se había sembrado. “Qué iban a querer quemar los labriegos si habían vivido como sultanes durante los últimos cuatro años. Y qué iban a querer entender los sardos, si a ellos lo único que les interesaba era la mariguana.”
Y precisamente Badiraguato según los historiadores es la zona donde inicio el aprendizaje de la siembra de la amapola.
Pues bien, dicho esto, podemos comenzar a entender la raíz del negocio y la razón de que para esa gente no es una cuestión de mafias ni criminales sino de medio para evitar la pobreza.
Y aquí viene lo interesante de la permisiva actitud de los habitantes de esa zona para la visita del presidente de la república, y la razón no es otra que la confianza, siempre nos fue presentada que la actitud hostil o violenta de los habitantes de esa zona para prohibir la entrada de cualquier autoridad respondía a que era la guarida de los malos, cuando la realidad era otra, la realidad ahora podemos ver, era defensiva, era la actitud de una sociedad o grupo de habitantes que ha sido explotada y abusada por autoridades en distintos tiempos, y esto no solo lo encontramos en Badiraguato, hay ciertas zonas de Oaxaca y Guerrero en las que sus habitantes no permiten que entren extraños o autoridades pues siempre han sido los que han abusado de ellos.
De manera que Badiraguato hoy nos muestra, que ese otro México que nos presentaban no es nada distinto del nuestro, no es un país extraño que no entendemos, es solo un punto del país al que la manipulación oficial había satanizado por conveniencia, la visita de Andrés Manuel López Obrador desnudó esa manipulación y terminó con 40 años de distorsión de una realidad.
Así como hoy nos encontramos con la noticia de que ya había comunidades del país en la que sus habitantes comenzaban a vivir del huachicoleo, así nos encontramos con que Badiraguato encontró hace más de 40 años en la siembra de la amapola (y luego mariguana, ese comenzó como negocio de militares, pero ya no alargaremos esta historia) un área de oportunidad para salir de su miseria ante la falta de oportunidades o vacío de responsabilidad de gobiernos que han quedado a deber a sus habitantes.
Estamos muy acostumbrados a juzgar sin reflexionar, sin investigar las causas que llevan a una sociedad o individuo a cometer delitos o actos que para nosotros serían inadmisibles, damos por descontado que todos han tenido acceso a la educación o moralidad a la que nosotros hemos tenido acceso y no es así, tenemos que trabajar más en nuestra empatía para saber que en muchas partes de nuestro país las oportunidades, la educación y el sentido de la moralidad es muy distinta o nula. Lo que tenemos es un país muy lastimado, un país muy ofendido, un país en la que muchos habitantes se sienten cada vez más alejados de sus paisanos, no queremos darnos cuenta que otros estados de la república viven una realidad muy distinta a la nuestra, y pensamos que por decisión propia y sin necesidad, han decidido ser delincuentes.
Por eso tan importante que tengamos hoy un gobierno que vaya, abra las puertas y que con las cámaras de celulares veamos cada rincón del país para que notemos que no somos distintos unos de otros, que el abandono y la pobreza es un factor común en el país y que lo único que han hecho distintas sociedades es tratar de evitar esa miseria con lo que tenían a la mano, con lo que les tapaba un poco el hambre, narcos en Sinaloa y Guerrero, huachicoleros en Hidalgo, Michoacán y Puebla, pueblos que no pagan luz en Tabasco, Oaxaca y Chiapas, polleros en Baja California y Chihuahua, contrabandistas en Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, tratantes de blancas en Tlaxcala, Veracruz y Chiapas; no son más que ejemplos de la descomposición en la que cayó nuestro país por culpa de gobiernos indolentes, corruptos y saqueadores.
Nuestro país se convirtió en un mall o plaza comercial del mercado “negrísimo”, en la que puedes encontrar todo por lo que antes tenías que viajar a distintas para partes del mundo para conseguirlo, drogas, prostitución infantil, venta de órganos, trata de blancas, asesinatos, desaparición de personas, tráfico de combustible y minerales. Los “grandes emprendedores mexicanos” se dieron cuenta que norteamericanos, canadienses y europeos tenían que ir antes a Malasia por drogas, a Tailandia para obtener niñas que violar, a Sudamérica para obtener bebés por órganos para operaciones de sus hijos; los orientales tenían que pagar millones para obtener minerales y hasta tierra para abastecer su insaciable industria, así que estos “emprendedores” tomaron, por ejemplo, el puerto de Lázaro Cárdenas para suministrar a los barcos todo lo que necesitaran; las mineras canadienses necesitaban agua para sus minas y para eso contrataban sicarios para desaparecer comunidades enteras para que desalojaran zonas de los ríos; hay un mundo ahí abajo del que poco o nada sabemos pero donde se hablaba de que en México los narcos desaparecían migrantes para que no llegaran a Estados Unidos, para vender su órganos, para venderlos como esclavos o meterlos de sicarios.
Por eso, ahora vemos esas olas de migrantes que se atreven a pasar pues sabían que México era un matadero.
Hay que ver el caso del rancho “el papalote” en Tamaulipas en el que las autoridades actuales encontraron hornos artesanales usados para desaparecer cuerpos, más de 5 años tenían grupos que buscan personas desaparecidas, solicitando a las autoridades llegaran hasta ahí para que vieran el tamaño de la tragedia. Nada se ha dicho en las noticias, poco o nada apareció en los periódicos, de una tragedia que seguramente supera las de San Fernando, Tlataya o Ayotzinapa. Tambos de 200 litros usaban para quemarlos con diésel y leña, más de 100 kilos de restos humanos es lo que han recolectado y eso que la mayoría de los restos los tiraban al río para que se esparcieran, así que se puede usted dar una idea del tamaño del exterminio que tuvo lugar en ese rancho, en promedio las cenizas de un cadáver pesan 2 kilos. Alejandro Encinas Rodríguez, subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación dice que ésta podría ser una de las “cocinas” para deshacer cuerpos más grandes de las 47 que como esa había en el estado, solo en Tamaulipas.
Y detrás de todo esto, los grandes capitales, detrás de todo esto los grandes bancos, los expresidentes, los exgobernadores, el silencio de las televisoras y pagando los platos rotos o siendo los “chivos expiatorios” la población ignorante, hambreada y manipulada que servía indolente como mano de obra para todos estos mercados.
Así de descompuesto está nuestro país, antes de iniciar la presidencia, Andrés Manuel López Obrador inició un proceso llamado Diálogo por la Paz, la Verdad y la Justicia, que fue suspendido y que muchos han criticado, más ahora, cuando aparentemente se cambió esa iniciativa pacifista por la Guardia Nacional, pero lo que hay que entender es que en este país tan opaco, no eran claras las cifras de las víctimas de la violencia y la magnitud de la descomposición, no fue hasta que llegó a la presidencia que pudo tener de primera mano un análisis real de lo que sucede en México y por lo que se tuvo que dejar, por el momento, a un lado el “abrazo no balazos”. Los opositores al gobierno han querido mostrarlo como un cambio hacia la militarización del país cuando en realidad responde a una realidad que nos supera, a un grito que no queremos escuchar (9 mujeres mueren a diario en México de manera violenta) México es un país en el horror, México es un país que necesita ser salvado, es una irresponsabilidad, que expertos que saben de esa tragedia o los gobiernos anteriores que permitieron esta barbarie, quieran usar la iniciativa de la Guardia Nacional, para culpar al gobierno de comenzar a dar señales de autoritarismo.
Si algo ha mostrado este gobierno en el poco tiempo que lleva, es que escucha, es que rectifica, es que ajusta; y la guardia nacional responde a uno de esos ajustes, señor@s, vivimos en el horror, vivimos en la miseria, el patio trasero de Estados Unidos se convirtió en el basurero de Estados Unidos, entendámoslo todos y busquemos salvarnos pues como dijo el escritor Javier Sicilia, quién en sus caminatas supo del tamaño de la tragedia, “SI FRACASA EL GOBIERNO DE AMLO,
NOS HUNDIREMOS MÁS EN EL INFIERNO”.
Si las cosas salen bien y se logra la pacificación de nuestro país, en unos años quizás, se puedan retomar esos diálogos por la paz, en los que como en aquellas audiencias públicas de la Comisión para la verdad y la reconciliación de Sudáfrica después del apartheid, se supo del horror que se vivieron en los años de ese régimen, me parece que lo mismo sucederá en México, pero nuestra realidad superará cualquier tragedia humanitaria del siglo pasado.
A los extraterrestres, primero investiguen después opinan.