Francisco Gómez Maza
• Atentado a la autonomía del INAI
• Lo democrático, una terna de género
Como en los viejos tiempos del PRI, Julio Scherer Ibarra, consejero jurídico de la Presidencia de la República (e hijo incómodo del periodista Julio Scherer García), trata de imponer a Ernesto Villanueva en la presidencia del INAI.
La injerencia del funcionario es una abierta violación a la autonomía del Instituto Nacional de Trasparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).
Villanueva se quedó sin empleo, luego de que las autoridades de la UNAM lo destituyeran de la Coordinación del Área de Derecho a la Información del Instituto de Investigaciones Jurídicas, por incurrir en diversas irregularidades.
La Red Nacional e Internacional por la Transparencia y la Rendición de Cuentas ha cuestionado severamente la conducta de Ernesto Villanueva, quien ahora se asume como “escudero” de López Obrador, aunque toda su vida ha sido un priista confeso, cuya filosofía se sustenta en el “principio” de “el que no tranza no avanza”.
El retraso en la designación de la vacante del INAI ha sido interpretado de varias formas, aunque está más que clara la injerencia de Scherer y de Irma Eréndira Sandoval, lo mismo que María de la Luz Mijangos, quienes buscan imponer a Villanueva al frente del INAI.
Sin embargo, es necesario subrayar que el costo de no atender la paridad de género en el INAI, además de pretender colocar a Villanueva, cuya principal labor ha consistido en descalificar y que, una vez desde dentro, buscaría desintegrar al INAI, como lo demostró con su actitud soberbia y agresiva, en donde inventó cifras, redujo al ridículo el ejercicio de dividir presupuesto por número de casos, cuando mucha de la labor es la difusión y la capacitación permanente que se hace cada vez más compleja en el cúmulo de atribuciones que tiene el Sistema Nacional Anticorrupción.
Imponer a un inexperto, que por cierto ha sido removido de cargos menores de coordinación por su actitud provocadora y la amenaza de usar espacios periodísticos como el de Aristegui, el portal SDP y la revista Proceso para aventar suposiciones calumniosas.
Sería sumamente importante lograr una terna exclusivamente de mujeres, pero descartando perfiles partidistas y controvertidos como la ex consejera del instituto de transparencia del Estado de México, Josefina Román Vergara, apoyada por su “ex jefe” Eruviel Ávila, a quien le ayudó a tapar casos controvertidos en su gestión como gobernador; la actual comisionada de Veracruz, Yoli García, quien fue la tapadera con la opacidad de ni más ni menos del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte; la ex comisionada de Puebla, Norma Estela Pimentel, que fue candidata por el partido verde; María de los Ángeles Guzmán, que con menos de 3 meses de designada como Comisionada en Nuevo León, ahora quiere llegar al INAI sin credenciales suficientes.
Por lo demás, el propio Ernesto Villanueva se ha beneficiado del género, las relaciones y perfil de su esposa, Clara Luz Álvarez, que ha perdido oportunidades profesionales y buenas amistades que deben alejarse de ella por la persona que la acompaña y la daña.
Álvarez es una destacada abogada, con un futuro profesional más exitoso que su esposo Villanueva, que vive a su sombra, dinamitando relaciones y exprimiendo del grupo de Puebla todo lo que pueda lograr; por ello Patricia Kurczyn los apoya y tiene su propio alfil para la cuota de género de la mano de quien fue su secretaria particular, Alma Clarisa Rico Díaz, a quien ahora impulsa más que a Villanueva ante la posibilidad de que no llegue.
La pregunta es: ¿abrirá otro frente el presidente López Obrador lo mismo que Ricardo Monreal y Martí Batres y el Senado, por seguir imponiendo impresentables como Villanueva, o se definirá por buscar de la necesaria experiencia, la institucionalidad y congruencia que requiere el INAI, respetando la autonomía que debe ejercerse frente a grupos de poder, amiguísimos e incluso esposas influyentes?
Paradójicamente, Villanueva fue quien impulsó la creación del IFAI en 2003 y —aseguran sus adversarios— llegaría al INAI a vengarse por haber sido marginado hace cinco años, cuando intentó ser comisionado de este instituto. En ese entonces, las ONG y el PRIAN lo vetaron por ser un personaje conflictivo, un “chivo en cristalería” que, sin pruebas, ha acusado a una serie de altos funcionarios, entre los que se encuentran Diego Valadés, su exjefe; el ex rector de la UNAM, José Narro, también su jefe máximo; Luis Ernesto Derbez, su exjefe en la UDLA Campus Puebla, por citar algunos.
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