Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
En un punto coinciden investigaciones sociológicas, encuestas sobre cultura constitucional, análisis políticos y sobre participación electoral: El desencanto de los jóvenes en la democracia.
Por las venas abiertas del PRI ya no circula sangre fresca. El PAN limita el reclutamiento de jóvenes en las zonas urbanas; preferentemente en los centros de estudio privados. El PRD, que desde el Frente Democrático Nacional tuvo afluentes de combativas organizaciones estudiantiles, ha cerrado las puertas a nuevas generaciones.
El espectro de los partidos nacionales mayores refleja la entumida sombra de la gerontocracia. Nomás hay que ver el sector obrero: Llegó a tener un dirigente “juvenil” de más de 60 años.
Nomás para nombrar a dos: Cárdenas del Río y Reyes Heroles
En la Historia política de México no siempre fue así: Antes de cumplir 18 años, Lázaro Cárdenas del Río ya engrasaba las carabinas para incorporarse a la Revolución. A los 35 años, era presidente del Partido Nacional Revolucionario (PNR). En 1933 ya era candidato presidencial por este partido.
Jesús Reyes Heroles, a escasos 17 años, era ya auxiliar de la presidencia del Partido de la Revolución Mexicana. Cumpliendo los 50, era presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Cuando murió en 1985, se dijo de él: El intelectual mexicano más citado y menos comprendido.
No son, esos ejemplos, garbanzos de a libra, ciertamente, pero son representativos de dos generaciones irrepetibles: La del vivac y la de la Academia.
Los jóvenes perdidos en la noche de los tiempos
El PRI ha convocado a la renovación de la dirigencia nacional para agosto próximo. Entre los cuatro militantes que han expresado su decisión de relevar a Claudia Ruiz Massieu Salinas, suman 221 años. El más joven (44 años), es el campechano gobernador Alejandro Moreno Cárdenas.
Renovar, sólo para recordarlo, es hacer una cosa de nuevo: No, más de lo mismo, sobre todo si se trata de la kakistogracia: El gobierno de los peores.
La vitalidad del ahora nonagenario PRI provino desde la fundación del PNR en 1929, de la Confederación de Jóvenes Revolucionarios de México.
Durante el periodo cardenista cobro fuerza la Confederación de Jóvenes Mexicanos (CJM). Fue tan relevante su activismo político que, a principios de la década de los cuarenta, la Confederación de Trabajadores de México, para entonces cabeza del sector obrero del PRM, firmó con aquella central juvenil el Pacto de ayuda mutua.
La CJM fue palanca del PRI, al lado o por encima de la Dirección Nacional Juvenil del CEN, al menos hasta mitad de la década de los noventa. Algunos de sus cuadros llegaron a alcanzar las gubernaturas de sus estados.
La última llamarada juvenil en el PRI se vio en Las brigadas del camino, que fueron avanzada de proselitismo de la campaña presidencial de Miguel de la Madrid.
Los que le arrebataron al PRI el Distrito Federal
Jóvenes fueron los más briosos simpatizantes del candidato presidencial del Frente Democrático Nacional (FDN) en 1998, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Mozos fueron los integrantes de Las brigadas del Sol que en 1997 abrieron los portones del Antiguo Palacio del Ayuntamiento en el Distrito Federal a Cárdenas.
La antigua Dirección Juvenil del PRI fue sustituida por el Frente Juvenil Revolucionario, que logró una estructura orgánica en todos los estados. A los 40 años, fue sustituido por un etéreo membrete, Red de Jóvenes por México, que dice ser social demócrata.
En el enésimo relevo en la dirigencia nacional del PRI durante el pasado sexenio, Enrique Peña Nieto conminó a su paisano César Camacho Quiroz a lanzarse a la conquista de los jóvenes universitarios. Salvo que haya sido en la Universidad Panamericana, es obvio que Camacho no cumplió su tarea rumbo a 2016 y 2018.
Un consejo nacional tricolor sin quorum
En el pasado 90 aniversario del PRI, el recuento de consejeros no completó la mitad de la nómina total. No hubo quorum. ¿Cómo saber cuántos “jóvenes” menores de 50 años asistieron al frío ritual?
En la práctica, el PRI tuvo en su mejor época cuadros formados en sus propias estructuras y dirigentes que, de ida y vuelta, pasaron por puestos de elección popular, desde la regiduría del más remoto ayuntamiento, por las cámaras legislativas federales y los gobiernos de los estados, aun sin prescripción expresa en los estatutos. Sólo se hablaba de militancia partidaria.
Particularmente durante el mandato de Ernesto Zedillo Ponce de León -el de la sana distancia-, se desencadenó una ofensiva para que, ya estatuido, se cancelara el impedimento a candidatos para determinados cargos, incluso el de Presidente de la Republica, que no hubieran pasado previamente por un puesto de elección popular.
La Asamblea Nacional de agosto de 2017 abrió el cancel a los oportunistas, que llegaron a tropel a la campaña presidencial, incluso de otros partidos. Ocioso resulta repetir las funestas consecuencias.
Anda ahora, pues, el PR, en busca del hombre o la mujer providencial que encuentre, de lo perdido, lo que aparezca.
En la mano de póker, sólo un as de Espadas
El más publicitado por ahora en los medios metropolitanos, es el doctor José Narro Robles (69 años). Parece ser el prospecto de la nomenclatura tricolor. Anoche fue exhibido en tiempo triple A en pantallas metropolitanas.
Cirujano y académico de origen, Robles Narro optó por la burocracia desde 1982, si bien al tiempo pasó por la rectoría de la UNAM. Fue secretario de Salud del gabinete de Peña Nieto.
La Auditoría Superior de la Federación (Cámara de Diputados) sabrá qué pasó en el Sector Salud durante el sexenio anterior, tanto en la gestión central del presupuesto, como del gasto federalizado.
La entrevistadora de anoche irritó al ex secretario de Salud con lo que llamó huachicoleo en la adquisición de medicinas.
Ulises Ruiz Ortiz (61 años) es cuadro calado de partido. Forjado en el ejercicio legislativo y gobernador de Oaxaca. Hacia 1999 actuó como dinamitero de la candidatura presidencial priista de Francisco Labastida Ochoa.
Desde 2005, Ulises ha cuestionado a la dirigencia nacional del PRI. En 2017 le metió ruido a la Asamblea Nacional del partido.
Los dos aspirantes que vienen del sureste
Ivonne Ortega Pacheco (47 años), es sobrina del ex secretario de la Reforma Agraria, Víctor Cervera Pacheco, reputado como uno de los caciques del sureste.
Gobernadora de Yucatán, Ortega se afamó en 2017 por su exigencia de que la candidatura presidencial del PRI para 2018, pasara por la consulta a las bases. Fue metida al hielo por Enrique Ochoa Reza.
Echa su cuarto a espada Alejandro Moreno Cárdenas (44 años). Actual gobernador de Campeche, donde en 2002, por elección popular por primera vez fue síndico del gobierno municipal de la capital.
En su estado, recorrió toda la escala de mando del Movimiento Popular Juvenil Revolucionario. A nivel nacional, dirigió el Frente Juvenil Revolucionario del PRI, de cuyo CEN ha sido secretario de Organización y de Operación Política.
Senador, además ha sido diputado federal en dos ocasiones. De la segunda partió a la gubernatura de su estado en 2015. Es presidente en turno de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
En el pasado aniversario del PRI, con una menguada asistencia, el partido exhibió la ausencia multitudinaria de sus militantes, que le dieron antaño la tipología de partido de masas.
Ahí viene agosto: Será la hora en que la nomenclatura tricolor demostrará de qué está hecha. Colorín, colorado, un color desvanecido del logo del partido. Hasta la sanguaza de las heridas del 18, es negruzca.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.