Francisco Gómez Maza
Yeidckol Polensky parece que no se lleva con Ricardo Monreal, pareciera que son enemigos, Que uno es del PRI y que otro es de Morena… Y ambos son presidentes. Yeidckol es la presidente de Morena. Monreal es el líder de la mayoría en el Senado de la república. Pero no se quieren o se quieren demasiado y demuestran un amor apache, especialmente Yeidckol contra Monreal.
Ahora resulta que en Morena no hay libertad de expresión. No hay libertad de disentir, Dice Yeidckol que Monreal sólo puede opinar de las cuestiones del Senado. No puede opinar dentro de ese raro movimiento partidista que es Morena, Parece que ha resucitado Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, el temido padrecito José Stalin. Muy peligroso. Le recomiendo a Yeidckol que lea o relea a George Orwell, particularmente su texto titulado 1984. Espero que los dirigentes de Morena no vayan a llegar a esos extremos.
O sea que lo primero que ha coartado la dirigencia de Morena es la libertad de expresión, empezando por sus pares, Imaginen cuando tengan que escuchar las críticas de otros pensadores lopezobradoristas, ¡Los van a quemar vivos! Eso suena, como dije antes, a estalinismo puro. Y más vale advertirlo a tiempo porque López Obrador está criando cuervos. Y cría cuervos y te sacarán los ojos. Sólo puede hablar Monreal de lo que pasa en el Senado, que es su coto de poder. No puede hablar de Morena, ni criticarla, porque este es coto de Yeidckol. Qué barbaridad de barbaridades.
Imaginen los colegas periodistas, los verdaderos, no los que ya no son chayoteros, porque el gobierno ya lo los chayotea, Que no podamos escribir lo que creemos que debemos escribir. Imaginen que Stalin Yeidckol nos obliga a escribir loas al sistema morenista. ¡Me suidido! Me rocío de gasolina y me prendo fuego en la mera puerta de Palacio Nacional.
Por eso no creo en la democracia que es sólo una palabra fantasiosa para dominar a los pueblos. Por ello, me alejo de los demócratas y de los partidos políticos, defensores de esa democracia. No porque la inmensa mayoría de la población votante apoye a un personaje éste necesariamente tiene que ser demócrata. Es como los diputados. Los votan ciudadanos de un distrito para que los represente. Pero cuando llegan a la Cámara de Diputados no hay nada que los obligue a ser representantes de nadie. Sólo son representantes de ellos mismos. O los senadores, igual.
Pero lo más preocupante es la libertad de expresión. Es como estar en las estepas siberianas sufriendo el frío, el hambre, la mala salud y sin un libro que leer y un papel donde escribir por lo menos un poema a la libertad de expresión.
Y si de sabandijas se trata. Ellos, los fundadores tuvieron la responsabilidad de seleccionar a los miembros del partido. Antes, ser miembro del partido comunista, por ejemplo, era un premio a la militancia, a la lealtad, a la lucha, a la enlodada de pies en el trabajo diario con los pobres de los pobres. Estar en un partido es pues un premio. Pero los partidos de ahora sólo son empresas al estilo del neoliberalismo. Y alguien que dice odiar a alguien muchas veces y lo repite siempre es que está enamorado de ese alguien, en este caso el neoliberalismo. Pero qué bueno que se pelean en público. Así, los ateos políticos reforzaremos nuestra convicción de que los partidos sólo sirven para joder al prójimo.
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