Jorge Miguel Ramírez Pérez
Con un planteamiento seductor Hugo Eric Flores el dueño del Partido Encuentro Social, ha manipulado líderes evangélicos para que se conviertan en promotores políticos y propagandistas electorales; incluso usando el púlpito, para que sea pódium de las causas políticas convenientemente disfrazadas de valores morales, tergiversando la esencia y razón del culto religioso, que es por su naturaleza apolítico.
El argumento es que los evangélicos no tienen un espacio de influencia política que se corresponda a los más de 9 millones de personas que hay en el país, que profesan alguna de las manifestaciones evangélicas; muchas por cierto, en franco crecimiento. Por lo que Hugo Eric en un afán oportunista se ostenta como líder de líderes de esta comunidad y como único puente con el poder público; un pontífice, pues entre los creyentes y los jefes de la burocracia.
Las pretensiones de Hugo Eric son desproporcionadas. El número de evangélicos es mucho más de lo que él pretende encabezar: el investigador Elio Masferrer afirma que hay 20 millones de cristianos, no católicos. El INEGI señalaba en 2010 un crecimiento del 72% de las cifras del censo que en el 2000 señalaban un 5.26% de la población; y para el año 2010, 7.68%.
Pero la ambición no tiene límites y la seducción de Flores se complementa afirmando que con base en lo corrupto que han sido los gobernantes en México, se tiene que tener un interlocutor que sugiera quienes son “los buenos”, de manera que los que él avala ante los grupos que le creen, son los que ungidos por su manto protector, son “diferentes” y según él, detestan la corrupción.
Primero estuvo con la dupla Calderón- Zavala en su sexenio, a los que invitó a ser aclamados como nunca en su vida, en la Iglesia de la Roca (franquicia mexicana de la estadounidense Church of the Rock), comunidad que enfatiza la teología de la prosperidad económica.
En el sexenio de Peña avaló a Miguel Osorio Chong, como el idóneo para dirigir el país contra la corrupción.
Finalmente se presentó en las boletas con el conveniente apoyo del INE en los trámites engorrosos, aliado con Andrés López Obrador, quien vino a ser sujeto de elogios de pastores, que al igual que los chamanes también imponían sus manos sobre el hoy presidente de México.
Hasta se corrió el rumor que AMLO era creyente y que era, hasta adventista.
Con todo y esa fuerte alianza del Partido Encuentro Social, el PES, con AMLO los del Tribunal Electoral le dieron piso. No logró siquiera acreditar el 3%, el mínimo; para seguir como partido político.
Hugo Eric hizo pataletas pero fueron en vano, tal vez creía que López Obrador daría una indicación, como en su tiempo la dio Calderón, para que el PES tuviera vigencia. No fue así, por lo pronto hoy ya no existe el PES… pero el PES ”uno”.
Porque viene en camino el PES “dos”, que es lo mismo, pero con una palabra que cambiará. En vez de Encuentro Social, será: Encuentro Solidario.
Hugo Eric quien piensa y actúa materialistamente, es decir, en lo pragmático; sigue al pie de la letra la filosofía del escritor británico Michael Korda, la que dice : “no hay mejor padrino, que un nuevo padrino”. Flores no tiene ideología, sus planes, son de poder personal, porque lo suyo, lo que es verdaderamente suyo es, “vender” al mejor postor a los evangélicos, a quienes dice controlar. Ese es su pecado.
Hugo se inició como todos, en busca de un hueso que roer y encontró la oportunidad de oro que le dio Calderón, al nombrarlo Oficial mayor de la SEMARNAT sin merecimientos; y como todo improvisado del calderonismo, a los pocos meses, tuvo que ser echado por la serie de barbaridades y visos de corrupción que la entonces Función Pública, acreditó en su contra.
Pero Hugo no afloja, ese es su mérito; a los pastores les promete empleos para sus familias, a uno, en Morelos, le consiguió para su hijo una curul local y la comunidad se le dividió. Pero también él y su gente ofrecen arreglar trámites oficiales de las iglesias, concesión que le dio Osorio porque la SEGOB en sus áreas de Asuntos Religiosos, no solo no resuelve, sino que tiene un desbarajuste, desde hace varios sexenios.
Lo malo es que el jefe del PES quiere hacer frívolo lo que es de otra esfera, la de la fe; porque promueve un proselitismo hacia sus intereses únicamente partidistas, sin importarle la diatriba y los señalamientos obstinados contra los evangélicos que siguen padeciendo las inconveniencias de ser una minoría.