Francisco Rodríguez
¿Qué le debe México entero al Chicago boy Herminio Blanco? ¿Consiguió la independencia nacional? ¿Ahora sí apoyó el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las urnas? Tiene ya tres sexenios –y va por el cuarto– controlando la producción y exportación de la salinera más grande del mundo en complicidad criminal con la japonesa Mitsubishi y, cuando se pensaba que esa jettatura llegaría a su fin por los compromisos del ahora Presidente de la República con los habitantes de Guerrero Negro, en Baja California Sur, ¡otra vez coloca en puestos clave de la Exportadora de Sal (ESSA) a varios de sus peleles para seguir con el negocio que le reporta decenas de millones de dólares cada año!
¿Qué le debe AMLO al capo di tutti capi Herminio Blanco?, pues nombró a Francisco Quiroga como subsecretario de Minería —su sicario, en realidad–, sucediendo al capo Mario Alfonso Cantú Suárez, de cuyas oscuras actividades me he ocupado aquí en otros espacios. Quiroga, como el otro capo Ildefonso Guajardo, el ex de Economía, y Cantú son empleados de Blanco, quien fuera encargado por Carlos Salinas de la negociación del TLCAN (era el segundo de a bordo, pero se sacó la lotería cuando cayó Serra Puche de la SHCP, el verdadero artífice del Tratado) y, después, nombrado como titular de Comercio y Fomento Industrial por Ernesto Zedillo.
Es delincuencia organizada. No hay mejor figura jurídica para definir a este grupo de filibusteros que han conformado lo que también podría llamarse el Cartel de la Sal.
Y es que, mire usted, no sólo Quiroga. Éste también ratificó, como secretario técnico del Consejo de Administración de ESSA ¡al panista Fernando Pérez Noriega!, quien entre otras varias linduras fue entusiasta promotor del desafuero de AMLO como jefe de Gobierno del entonces DDF. A este personaje lo habían nombrado en ese cargo Blanco, Guajardo y Cantú hace cuando menos un par de años.
El director de Administración y Finanzas, el también panista Jesús Martínez Torres, nombrado en 2017 por los capos quien desde septiembre pasado presumía que se quedaría en esa posición, por los acuerdos ya establecidos entre los gobiernos federales saliente y entrante, no obstante que tuvo “pérdidas cambiarias” por 240 millones de pesos, ¡cuando el producto se vende en dólares y el peso se había minusvalorado! ¡Para Ripley!, ¿no?
Y para tapar todos sus enjuagues, el cambio de acuerdos en las actas de las sesiones del Consejo de Administración, por ejemplo, o el que la producción haya descendido, como cereza del pastel, al frente del Órgano Interno de Control también confirmaron a otro miembro del Cartel: Jorge de Jesús Rueda y Moreno
Estos dos últimos deben ser los únicos del nivel directores generales de todo el gobierno federal lópezobradoristas que fueron ratificados. O sino son los únicos deben ser de los pocos.
Todos empleados en algún momento del malandro Herminio Blanco.
Mal paga ser militante de Morena
Antonio Avilés Rocha es, desde diciembre pasado, el nuevo titular de ESSA. Originario de Guerrero Negro, donde se encuentran las salinas, es hijo de Roberto Hubert Avilés Sánchez, quién empezó a trabajar como topógrafo en la empresa salinera, llegando a ocupar el cargo de superintendente de Operación en Isla de Cedros.
Antonio Avilés formó parte de la clase política forjada en 1999 cuando el Partido de la Revolución Democrática y su candidato a la gubernatura, Leonel Cota Montaño, ganara la elección. De igual manera, fue representante del Gobierno de Baja California Sur en Ciudad de México, durante la administración de Leonel Cota y, posteriormente, con Narciso Agúndez se desempeñó como secretario de Pesca.
Cabe señalar que, Avilés Rocha es señalado como uno de los fundadores del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), así como uno de los colaboradores más cercanos del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador… pero.
El Cartel de la Sal lo tiene cercado. No lo dejan hablar con proveedores. Toman decisiones importantes de la empresa a sus espaldas. Y, lo peor, es que al quedar Avilés Rocha nulificado de facto, el control queda en manos del socio minoritario, Mitsubishi, que se sirve como dueño único de dicha paraestatal y de las vidas de los habitantes de Guerrero Negro.
No paga ser morenista. Mejor ser del PAN, originario de Monterrey –o haber estudiado ahí, como Blanco– y ser sicario a sueldo de los japoneses, ¿no cree usted?
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