POR GUILLERMO C. ZETINA
Los hechos, el gobernar del día con día, están desinflando a López Obrador. Esas famosas mañaneras se están quedando secas porque el presidente repite como loro una y otra vez y la sustancia es mínima. Abunda la chabacanería, la guasa, la ramplonería, el “no tengo datos”. Asombra la impreparación del primer mandatario. Jorge Ramos, un periodista no a modo del gobierno actual, evidenció los enormes huecos en la preparación e inteligencia de Amlo y lo puso como hazme reír ante la nación.
Bastó un dato que llevaba el periodista Ramos para poner en ridículo al tabasqueño: en el primer trimestre de su gobierno, los muertos de López Obrador fueron 8,524 y al paso que va, 2019 podría ser el más sangriento de la historia. El mandatario quiso desmentir a Ramos; pero éste tenía fundamentos en información oficial. Pero el presidente negó una y otra vez los datos de sus propias huestes. (Habría que decirle tanto a López Obrador que hoy, unas horas antes, el periódico oficialista peninsular La Jornada usó exactamente la misma cifra que citó Ramos: 8,524). Sólo falta que Obrador también desmienta y llame prensa fifí a sus propios voceros…
No es nuevo el hecho de que López Obrador se plante ante la nación todas las mañanas y hable como merolico pero sin aportar muchos datos duros, confiables. Se va al lenguaje de pachanga, de lugares comunes; evade, se esconde, cree que los oyentes son retrasados mentales. Pero como es SU conferencia de prensa y SUS periodistas a modo, no nos queda más que soportarlo. Ah!: solo falta que con nuestros impuestos se estén pagando las horas de transmisión que sólo concluyen en autoelogio chafa al morador del Palacio Nacional.
Es patético que, después del super oso del presidente ante el periodista de Univisión, los jilgueros morenos en alud llenaron las redes sociales diciendo que ese debate de hoy en la mañana era un ejemplo de libertad de expresión. De veras, como empleado de Presidencia en comunicación social, debe ser de locos dar forma a lo que el presidente suelta con alegría mexicana sin base ni sustento alguno la mayoría de las veces. Un buen consejo, quizá, si Amlo lo toma en cuenta (lo que dudo mucho) sería acabar con esas mañaneras que son transmisiones que llegan a ofender a la inteligencia y nos tienen cautivos a un show que sólo el tabasqueño entiende.
Este triste show de hoy por la mañana siguió a otra colosal ocurrencia de Amlo: exigir públicamente al periódico Reforma revelar sus fuentes de información por el otro show de la famosa carta al Rey de España pidiendo aclarar agravios de hace nada más 500 años, durante la Conquista. Esa exigencia me indica a mí el pobre, lastimoso nivel de entendimiento que posee López Obrador de la historia de la libertad de prensa en la democracia mexicana. No se trata de defender a Reforma; se trata de decir que el presidente cree que actuando la prensa como “oreja” o como soplona es como se enriquece la expresión libre de las ideas. Cree López Obrador que esta lucha por la libertad ha sido gratis, que no ha tenido cuotas de sangre. Y la secrecía de las fuentes de abrevamiento de un periodista precisamente está escrita en la Constitución. Y esto es lo que el presidente se brinca con la mayo irresponsabilidad. Como si estuviera pidiendo unos chicles en el estanquillo de la esquina: que le revelen sus fuentes de información…
Ooooootro rasgo del totalitarismo del tabasqueño se evidenció en la designación de militares en la Guardia Nacional, faltando a su palabra de que fuera cabeza civil. Qué mal que el presidente use un subterfugio (que el nuevo jefe está en proceso de retiro del ejército) para hacer su voluntad. Y de paso que viole la Constitución por mucho que su oficina jurídica haya creado un mastuerzo para sacar esas designaciones. Otra vez, el insulto del presidente a la inteligencia de todo un país: baste ver la foto de la presentación y notar que esa Guardia Nacional tiene con los militares un rostro torvo, amenazante, peligroso, como para no dormir.
Ya ni hablar del otro show, del de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) donde López Obrador se mofó una vez más de todos y por sus tanates impuso, en una pachanga legislativa, a sus favoritos que ciertamente resultaron reprobados y reprobados por sus carencias intelectuales y capacidades. Pero ya están ahí, por el dedito de Macuspana, y ahora que Dios agarre confesada a la industria de los hidrocarburos. Nada menos…
Oooootro dato de esta semana es el bajón del turismo, sobre todo en el sureste, Quintana Roo, por la supresión de fondos para la promoción en el extranjero. De un plumazo, el presidente desbarató el aparato de propaganda que estaba llevando al país al cénit del éxito mundial, escalando posiciones cada año en el ranking mundial de atracción de visitantes. Y todo por destinar esos recursos al juguetito de los sueños de opio del tepetiteco: el tren maya. Las cancelaciones o bajas en las reservas turísticas están mostrando sus primeros efectos ya.
Y qué me dice usted de esa otra pachanga del presidente, empecinado en decir que el país crecerá 4 por ciento en su sexenio, aunque el Banco de México y los principales organismos internacionales digan, por llamarlo elegantemente, que esa cifra ni en sueños ante un mundo más volátil que un colibrí. Pero López Obrador muestra también el talante de la terquedad y podemos esperar que se muera con su 4% sin que esto ocurra por ninguna razón.
Por cierto, ¿alguien le informó ya a López Obrador que en marzo pasado el precio de la canasta básica subió el 5%, respecto al mismo mes de 2018? Díganle que no lo digo yo: que lo dice Coneval, que hacia allá dirija sus protestas…
Y el presidente ya tiene en marcha el regalo masivo de millones y millones en riguroso efectivo a gente que no hace nada, sin contar por supuesto pensiones y estímulos merecidos a sectores jodidos; todo, por supuesto, con cargo al erario. El dice que son los “ahorros” que se han recuperado de los corruptos; no se discute el origen de los fondos. Yo aquí pondría en duda los obsequios en cash porque sólo prohíjan, además de otro tipo de corrupción, la cultura de la hueva y la dejadez entre los mexicanos favorecidos. Ya lo dice Jesús Silva-Herzog Márquez: “La Presidencia para Andrés Manuel López Obrador es el púlpito más la chequera”…
Y aunque el presidente haga algunas cosas buenas, como el pago a los médicos alzados por la falta de pago de sueldos o la liberación de 25 presos políticos, pesan más, muchísimo más, sus ya famosas ocurrencias y banalidades. Su cada día más notoria inconsistencia intelectual y su morboso afán por tomarle el pelo a la nación todas las mañanas. Incluyendo a los 30 millones de seguidores con voto en mano. López Obrador es un luchador social de largo aliento, de muchos años de brega y entre sus cualidades está la perseverancia y la paciencia. Ojalá le caiga rápido el veinte y se dé cuenta de que sus maromas y vericuetos pueden costarle caro más temprano que tarde. Él sí le está haciendo cosquillas al tigre…
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