Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Cosas veredes, Sancho, dejó escrito el clásico: Hace una década, una especie de comisario oficioso de medios corrió a firmas un memorándum por el cual más de 600 personas físicas y morales en todo el país aceptaron la autocensura en la gestión del Derecho a la Información.
En las recientes semanas, la empresa editorial que hizo punta en las firmas de aquel humillante “decreto”, se ha quitado la mordaza y sus estadígrafos y líderes de opinión en la cadena de televisión y de impresos de su propiedad nos tienen, en tiempo real, al tanto del conteo de víctimas y del fracaso de la nueva estrategia en materia de Seguridad Pública.
Como diría otro clásico: No se puede tapar el sol con un dedo. Ciertamente, la barbarie sigue galopando y da pasto a algunos emisarios del pasado reciente para meter baza contra el nuevo gobierno de la República: Bien por la Libertad de Expresión.
Entre esos opinantes aparecen algunos que dirigieron el desaparecido Centro de Información y Seguridad Nacional (Cisen) y otros que la giran de especialistas en Fuerzas Armadas. Ahora exigen resultados que no exigieron a los dos gobiernos federales anteriores.
No es cuestión sólo, sin embargo, de una pretendidamente eficaz construcción de opinión pública para los fines que se quiera. Se trata de responsabilidades institucionales que deben compartir las tres instancias del poder público para responder a la sociedad civil y mitigar o aliviar sus angustias.
Gobernadores asumen sus compromisos institucionales
Después de dos sexenios en que fue evidente la falta de coordinación entre el gobierno federal y los gobiernos de los estados y municipales, y sus respectivas corporaciones policiales y de procuración y administración de justicia, parecen darse pasos concretos para reparar las omisiones.
El centro de gravedad de un nuevo trato, es la institución de la Guardia Nacional (GN) que tantos brincos ha desatado en algunos segmentos que ejercen la crítica pública y de otros que ejercen poder gubernamental. En la contraparte, se ve voluntad de colaboración.
Verbigracia: En ocasión de la celebración del Día del Ejército el pasado mes de febrero, el gobernador de Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel, en presencia de los comandantes de las Fuerzas Armadas federales, saludó con optimismo la GN. Incluso, ofreció obra de infraestructura para el alojamiento de sus activos.
Ayer hizo lo propio el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, quien anunció que la cuenca del Papaloapan será la primera de ocho regiones donde tendrá sus cuarteles la GN. Para el caso, el municipio de San Juan Bautista.
En el acto participaron la secretaría técnica de la Coordinación Territorial para la Construcción de la paz en Oaxaca, la comandancia de la XXVIII Zona Militar y la Secretaría de Seguridad Pública estatal. Previamente, el mandatario se había concertado con el secretario federal de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo Montaño.
La gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich desbroza las brechas para poner la iniciativa a caballo.
Lo destacable de esta relatoría, es que la Conferencia Nacional de Gobernadores ha decidido, por fin, tomar el toro por los cuernos.
Son acciones representativas sujetas, por supuesto, a la prueba del ensayo y el error que caracteriza el ejercicio político. Esperar que, como por ensalmo, la violencia desaparezca cuando ha alcanzado magnitudes monstruosas, no es cosa de enchílame otras. Al menos vale el beneficio de la duda, si se analiza el problema de buena fe.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.