* La confrontación que la 4T motiva entre periodistas fifís y el México bueno y sabio, es la puerta de entrada a más homicidios de informadores
Gregorio Ortega Molina
La relación oficial entre prensa y gobierno siempre es transparente, pero hay otra, como ocurre con todos los grupos de poder, afectada por las filias y fobias de los presidentes de la República en turno. De esos diálogos no se rinden cuentas, porque obedece a intereses políticos y a las descritas como razones de Estado. No es privativo de México que así sea, ocurre en todas las naciones.
En estos casos el interés es mutuo, aunque las ambiciones diferentes. Si hay quien cede ante las promesas de riqueza, otros negocian con las primicias informativas, o se inclinan por los negocios que nada tienen que ver con la libertad de expresión, pero establecen complicidades, o agradecen los favores sexuales que se ofertan en las dos vías, o se muestran sumisos ante los olvidos fiscales y los perdones a las cuotas del IMSS y del INFONAVIT.
También existen los que nunca capitulan en su integridad y en el servicio a los lectores, aunque así procedan por las razones equivocadas, por sentirse engañados o por la necesidad de una confrontación permanente, está en su manera de ser.
Los políticos usan de diversos argumentos y artimañas para tratar de convencer, seducir, y ni siquiera el Petrus que Carlos Salinas de Gortari llevó a la cena a casa de Julio Scherer García, fue motivo de tentación para caer en la obsecuencia del poder.
La independencia conlleva riesgos, pero en términos reales genera mayores y más plenas satisfacciones que las complicidades y la corrupción. El periodista navega por el mundo profesional acompañado de tres valores: honradez, honestidad y credibilidad, lo que le confiere un nivel moral que pocos logran. Se convierte en responsabilidad para con los lectores que lo siguen, aunque el destino inmediato sea el de Javier Valdez.
Así lo consigna la información que refiere al riesgo de ser periodista: “La libertad de prensa, cada vez peor en América. Según el informe anual de la organización Reporteros Sin Fronteras (RSF), Latinoamérica es la región donde más se ha deteriorado en el último año. Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Brasil, Estados Unidos y México son los países en los que el ejercicio del periodismo enfrenta más hostilidad, censura y, en ocasiones, peligro de muerte. Si el debate político se desliza de manera abierta o subrepticia hacia un entorno de guerra civil en el que los periodistas son tratados como chivos expiatorios, entonces la democracia está en gran riesgo, dijo el secretario general de RSF, Christophe Deloire”.
La confrontación que la 4T motiva entre periodistas fifís y el México bueno y sabio, es la puerta de entrada a más homicidios de informadores.
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@OrtegaGregorio