Claudia Rodríguez
La vida no pública de las personalidades de cualquier esfera, es para muchos atrayente, al grado que genera millones y millones de ganancias económicas en razón de lo que de ellos se publica en diferentes medios de información, específicamente los de la prensa rosa y de los que van más allá, una especie de prensa espía y no de investigación.
Si se trata de una pareja, hay quienes quieren consumir todo lo que sucede alrededor de su vida y hasta sus acciones más íntimas claro; lo cual llega a resultar para otros un morbo grotesco.
Una cosa es perseguir los detalles diarios u horarios de la vida de una persona pública y sus relacionados y otra es, que el que lo divulgue, sea el mismo personaje de interés para un público específico. Porque para muchos más les resulta insulso conocer de un personaje por más visible que sea en la escena pública; los lugares que visita, lo que come, lo que compra, su comportamiento social y más eventos de su vida diaria y hasta doméstica,
En otro nivel se encuentran los mismos personajes públicos que antes de enfrentarse a una información desvirtuada o calumniosa, deciden por ellos mismos divulgar –sobre todo en las redes sociales en donde la información se despliega a velocidad exponencial— desde su estado amoroso o civil, hasta una separación o divorcio, pasando por las muestras de todo lo bueno y lo malo acontecido en una relación.
Cuando en 1999 Donald Trump buscaba por primera vez una nominación como precandidato presidencial, el presentador de Radio Howard Stern, fue más muy lejos en su entrevista, al preguntar a la ya pareja de novios de Melania Kanauss y Trump, sobre el momento íntimo que se desarrollaba entre ellos, durante la comunicación telefónica que ellos contestaban desde el apartamento neoyorkino del hoy presidente estadounidense.
No obstante, aún más sorprendentes fueron las revelaciones de los entrevistados. Una informó estar semidesnuda y el otro dijo que ella se encontraba totalmente sin ninguna ropa sobre su cuerpo.
¿A cuántos interesaba esa muy íntima situación entre Melania y Trump? ¿Contribuía a la imagen pública que el magnate quería proyectar para sus fines políticos? En fin.
Cuando Enrique Peña Nieto dejó la Presidencia de México, fue el mismo quien contribuyó a informar, más allá de las filtraciones mediáticas, que tenía en su vida a un nuevo amor, aún sin decirlo en los primeros días, de manera explícita y pese a que era público que aún mantenía el lazo matrimonial con Angélica Rivera, pero ya en curso la disolución matrimonial y de la convivencia entre los hijos de ambos; que por las propias filtraciones de Rivera, serían de un alto costo económico y patrimonial con carga para el ex presidente Peña Nieto.
Esta semana, conocimos de un mensaje publicitado en las redes sociales y redactado para las mismas, sobre el anunció de que el divorcio de Peña-Rivera estaba concretado, debido a que Peña Nieto agradeció a su ex esposa y deseo éxito en lo que venga a través de las redes sociales.
Cuál la insistencia en hacer público algo que de primera instancia pudo correr la suerte de una misiva, un correo personal o hasta un mensaje telefónico; o quizá por lo terso de la redacción una llamada telefónica. Más, parecía imposible por el mismo vehículo inicial del mensaje.
Peña Nieto cree que con su intento de transparentar su vida personal, los mexicanos pondremos en el cajón del olvido, la exigencia de que sobre lo que debe rendir cuentas, es por sus acciones desde la Presidencia, en razón del desfalco millonario, y otros flagelos sociales. La verdad lo que suceda bajo sus sábanas puede servir de entretenimiento y no más, ahora que sobre todo, ya no duerme en las recámaras presidenciales.
Seguro no será Tania Ruiz, la última que se presuma como la pareja de Peña Nieto. Se sabe que una de sus debilidades es cambiar de “amor”, o como dicen algunos, su debilidad son las mujeres.
Acta Divina… Peña Nieto cumplió lo que firmó antes de su matrimonio: el divorcio al final del sexenio.
Para advertir… Una telenovela de mal gusto.
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