Emilio Trinidad Zaldívar
Haciendo mía la libertad de expresión que dice el Presidente Andrés Manuel López Obrador defender por encima de todas las libertades, debo sumar mi voz -la mía es por desconcierto- a la de cientos de mexicanos que han manifestado no solo indignación y sorpresa, sino rechazo y gran decepción, por las medidas equivocadas que al parecer, ha tomado recientemente.
Una quizás por capricho y otra por creer que él es la Constitución, que van a tener terribles consecuencias para la economía, el progreso y el orden público y la paz social de este país que dice recibió en ruinas.
Me refiero, claro está por un lado, al banderazo para la modificación y ampliación del aeropuerto militar de Santa Lucía, que según los expertos en aeronáutica es simplemente inviable, dado que quiere López Obrador que opere en simultáneo al Benito Juárez, que por la distancia entre uno y otro, es sumamente peligroso.
Los que dicen saber del tema, afirman que los vuelos estarían en permanente riesgo de colisión, aún y cuando el ocurrente Secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriu, dijo que los “aviones se repelen en el aire”. Quizás piensa poner semáforos en el cielo para que respeten la luz roja, la preventiva y la verde, y así se eviten “choques” con consecuencias catastróficas.
Sobre el particular, debo decir que un amigo entrañable que es piloto aviador y que hoy vive en Dubai y vuela de ahí a diversas partes del mundo en una línea comercial, el capitán Héctor De la Garza, afirma que allá tienen tres aeropuertos internacionales y dos militares (5 en total), en un diámetro de cincuenta kilómetros, y que jamás han tenido problemas en el tráfico aéreo que ponga a los aviones en riesgo de colisión, por lo que asegura que sí se pueden operar dos al mismo tiempo.
Dice el capitán De la Garza que en Nueva York hay tres aeropuertos al igual que en Londres, en los que él aterriza y despega indistintamente sin problema alguno. Así también lo hace en Moscú, Kyiev y Ucrania, ciudades que cuentan con varios aeropuertos, entre comerciales y militares.
Por esta explicación del capitán, decía yo al inicio de este texto que mi voz es por desconcierto, porque si bien es claro que en la construcción del aeropuerto de Texcoco estaba la mano corrupta de Enrique Peña Nieto, Gerardo Ruiz Esparza y varios más de sus colaboradores que obtendrían millonarias ganancias, también lo es que el Presidente López Obrador pudo seguir con la obra cuidando evitar los sobreprecios y la corrupción, porque las pérdidas financieras para las arcas nacionales por la cancelación de la obra se dice serán millonarias.
En fin que el asunto del aeropuerto, será tema del sexenio completo.
Por otro lado, me refiero al memorándum que hace unas semanas firmó el Presidente para ordenar que las Secretarías de Educación, de La Función Pública y de Hacienda, dejaran sin efecto una Reforma Constitucional y las leyes reglamentarias que de ella se aprobaron en el Congreso de la Unión, y por el Constituyente Permanente, para que no hagan caso a la Reforma Educativa, porque para el Ejecutivo federal, el grupo de neoliberales que mal gobernaron este país, solo dejaron miseria.
De esta manera, a querer o no, el Presidente está haciendo a un lado y borrando de un plumazo de la escena política, al Poder Legislativo, y con ello viola la Constitución que dijo y juró defender y cumplir.
Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo al reconocido jurista Ángel Verdugo, se está arrogando facultades que en ningún momento, ordenamiento legal alguno le concede.
Agrega que el artículo 89 de la Constitución, en su fracción primera, dice claramente que el Ejecutivo debe cumplir y proveer todo para que se cumpla lo contenido en las leyes que apruebe el Poder Legislativo.
Para Ángel Verdugo, lo hecho entonces por López Obrador es un golpe de estado técnico, porque se hace del poder absoluto sin la intervención de la fuerza militar, para quedarse a gobernar de manera unipersonal al frente no sólo del Ejecutivo, sino de los otros dos poderes.
Sabiendo esto, o entendiendo esto que expone un jurista sumamente reconocido como lo es Verdugo, entonces las preguntas que debemos hacernos son, si el Presidente de la República ¿encarna entonces a la Constitución? ¿Es él la Constitución misma? Porque el poder que le dimos en las urnas en julio del 2018, era para que combatiera a los que permanentemente violan nuestras leyes y se hacen de recursos públicos para sumarlos a los propios con total impunidad.
El silencio de muchos para un asunto tan grave, como es el de poner a un memorándum por encima de lo que dice la Constitución, es verdaderamente ilegal, triste y lamentable.
Abunda el abogado Verdugo que en un país medianamente civilizado y donde hubiese políticos dignos, empresarios dignos e intelectuales dignos, estaríamos protestando y exigiendo en las calles la reversión de ese violatorio documento, y gritando por una disculpa pública del hoy todo poderoso Presidente, así como una condena enérgica a los otros dos poderes de La Unión, el Legislativo y el Judicial, que parece van de rodillas y con la cabeza abajo.
Es claro que algo grave está pasando en nuestro país. López Obrador es sin duda un hombre honorable, humilde y austero, pero para muchos tiene un lado autoritario, en el que solo su voz y conciencia se escuchan, aún y cuando dice que el “pueblo sabio” es el que lo guía y mandata.
Seguiré creyendo en que el ser humano que lleva dentro de esa coraza que se pone para no escuchar a las voces disidentes o que opinan diferente a él, lo hará rectificar y reconocer cuando se equivoque.
Ojalá así lo haga. Somos muchos los que le dimos nuestro voto, pero para que nos representara dignamente, para que nos sacara de la miseria, del desprestigio, de la delincuencia, de la corrupción, de la impunidad de unos cuantos, que se hicieron ofensivamente millonarios y pasean sus culpas sin castigo alguno por las calles de las ciudades de todo nuestro territorio.
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