Por: Héctor Calderón Hallal
Paco tiene algo que asemeja a una ventana por la que se puede apreciar en todo momento un trozo de firmamento, a veces claro y apacible, a veces borrascoso.
La visión de esa ventana o rendija nunca guarda secretos: desde ahí se aprecia con fidelidad si sopla el viento de la libertad, o si prevalece un clima tétrico y nada propicio para encontrar la paz o la armonía en la intemperie.
Paco comparte generosamente con sus amigos y con quien lo desee, lo que ese boquete de su casa revela.
El la construyó con su personal esfuerzo y la ha sostenido funcional; al alcance de quien por ella quiera asomarse.
Paco es amigo de verdad, de muchos….y orgullosamente también del suscrito.
Forjó su exitosa carrera después de mucho correr por la vida sin freno, en busca siempre de la objetividad y de la verdad.
Nunca ha esperado más de lo que ofrece a los demás: honestidad, fraternidad, humanismo. Por eso siempre ha cosechado lealtad y amistad sincera de sus colegas periodistas y de todo aquel individuo que le trata.
Es Don Francisco Rodriguez, el profesional de la comunicación, el escritor, catedrático, forjador de generaciones de escritores y comunicadores, un fiel exponente de una generación dorada de científicos de la noticia, de profesionales de la difusión, que quizá por obra y gracia de la convulsionada modernidad, sea de las ultimas en informar con veracidad y método a la sociedad, o de formar opinión con todos los requerimientos de objetividad, responsabilidad y compromiso con la legalidad.
Se debe decir una vez:
La profesión y oficio del comunicador, forjado no sólo en la práctica y acotado por la responsabilidad, en las aulas a través del método científico; en los medios formalmente establecidos, tiende a desaparecer y a ser sustituido de manera vertiginosa por otro donde se confunden el libertinaje con la libertad; el ocio con el sentido de oportunidad; el protagonismo abusivo de la pregunta con la tácita respuesta; la imprudencia con la técnica de investigación; el morbo con la jerarquía noticiosa; el dolo con el interés público.
Si no se promueve un marco regulatorio mínimo para el ejercicio periodístico practicado en las redes sociales, pronto veremos la extinción de un ejercicio funcional, justo, apegado a la legalidad, pero sobre todo objetivo y veraz.
No es posible que se siga informando parcialmente, difamando sin consecuencia jurídica o se vulnere el marco normativo que ha garantizado hasta hoy a la sociedad, su derecho a una información completa, puntual y veraz.
Es plausible que se reconozca a todo aquel ciudadano que quiera compartir una novedad o una opinión en las redes sociales. Si…bendita apertura; bendita democracia y benditas redes pues. Pero lo que debe establecerse es una regulación y un orden para el ejercicio informativo.
De acuerdo, que se siga dando gafete de acreditación en las Conferencias Mañaneras del Presidente de México a cualquier ciudadano interesado en participar; y que pregunte ….. y que para hacer el cuestionamiento utilice 15 minutos de protagonismo para desplegar su señalamiento, tesis política o interés particular o grupal.
Lo que no es deseable, es que, ante la ausencia de un reglamento de operación mínimo, en esa instancia (la mañanera) o en cualquier otro de caracter oficial, tenga preferencia o siga estando en el mismo plano de atención que cualquier medio formalmente establecido, un individuo que traiga consigo una cámara web.
Hoy con tan solo tener acceso a la red, o con solo estar dotado del mínimo de tecnología, sin contar con la mínima garantía de responsabilidad o ética, se configura un despropósito en los afanes de la libertad de expresión; se prostituye a todas luces, el tamiz socrático de las 3 premisas: los atributos de veracidad, constructividad y utilidad de toda especie noticiosa.
Pues cada vez que se cierra tristemente un periódico, un noticiero radiofónico, por ejemplo, no solo se cierran fuentes de empleo, sino que se consolida más la amenaza de estar pronto a merced de una difusión desordenada y que pone en riesgo a uno de los bienes jurídicos tutelados de todo estado de derecho: la paz pública.
La desinformación también provoca inestabilidad social, cuando se vulnera el derecho a la intimidad, cuando se calumnia, cuando se difama, etcétera.
Y un particular o un transeúnte que trae conexión en su smartphone mientras camina accidentalmente frente al hecho noticiosa, o su imagen en vídeo o fotografía, por si sola, no necesariamente pueden garantizar información suficiente ni objetiva en un momento dado.
Y lo que también debiera ser una preocupación: el que cualquier particular o grupo, con poder o sin él, con o sin dinero, parapete estrategias de software encaminadas a disuadir o alentar la crítica a un gobierno, empresa, grupo social, individuo o política de interés público, por medio de ejércitos de bots.
No permitamos que se extinga el ejercicio profesional del periodismo.
Este surgió y evolucionó a la par con la historia del hombre mismo. Ha sido testigo y relator de su avance y su pseudoavance en algunos rubros, en aras de la libertad y la democracia, interpretadas erráticamente ambas.
Esta amenaza, sumada a la sempiterna censura de parte del poder fáctico o legalmente constituido, según sea, por acallar la verdad que le incomoda a quienes lo detentan, siguen constituyendo hoy en día, una asignatura pendiente en la gran agenda justiciera del Presidente López Obrador.
Aquella prodigiosa ventana del Maestro Francisco Rodríguez, a la que se hizo alusión al inicio de esta entrega, no es más que el generoso medio de comunicación formal y legalmente constituido, que trabaja con apego al profesionalismo, la responsabilidad y los protocolos científicos mínimos necesarios para conseguir la noticia y formar opinión, que se llama Índice Político y que fue objeto hasta por lo menos el pasado jueves 2 de mayo pasado, de dolosos ataques cibernéticos que lo sacaron de la circulación virtual por lapsos prolongados que sumaron muchas horas de ausencia y angustia, no solo para millares de lectores y seguidores, sino para todos los colaboradores y amigos del Maestro Paco Rodríguez, que compartieron con él, cada momento de esta crisis.
Eventualidad que reveló sin duda, el alcance de la información que este medio genera.
Pisó callos una información de Índice Político, que nos hace voltear hacia la conducta de los expresidentes de México y sus familiares consanguíneos, obligados moralmente a observar -por decoro y por respeto a la sociedad a la que representaron desde el cargo más honroso-, un desempeño público y privado ligado a las buenas costumbres.
En el marco del Día Mundial de la Libertad de Expresión, en que se captura esta modesta colaboración para que sea publicada hoy 4 de mayo de 2019, vaya mi abrazo fraterno al apreciado Maestro Francisco Rodríguez y a todo su admirado cuerpo de colaboradores, auténticos maestros de la palabra escrita y hablada, que acuden a la Ventana de Paco, a construir con sus razones una mejor sociedad.
A todos ellos gracias, por meditar y valorar siempre su información antes de publicarla, para no causar daño alguno a nadie, por la imprudencia o la desesperación de ganar la primicia o el like viralizador de aprobación.
Gracias por hacer uso de todo su criterio científico y profesional, para conseguir la noticia y jerarquizarla.
Gracias por su constancia, a pesar de las adversidades a las que conlleva el oficio.
Gracias por cada coma, por cada signo de puntuación y por cada caracter de su pulcra redacción en cada entrega; porque para dominarla, tuvieron ustedes que esforzarse en un aula o en una redacción formal y dedicar toda una vida para conseguir el dominio de la técnica, puesta siempre al servicio del lector o del interlocutor.
Y gracias Paco por la oportunidad de estar en Índice Político, la ventana que nunca has cerrado a tus amigos.
Una ventana de largos silencios involuntarios en las últimas horas, que nos mostró con elocuencia que hay oficios necesarios y heroicos al interior de la sociedad, que no deben desaparecer nunca.
Que nadie cierre esa ventana.
Héctor Calderón Hallal
Twitter: @pequenialdo
Facebook: Héctor Calderón Hallal