DIARO DE ANTHONY
Son las 11:04 de la mañana, cuando todo esto he empezado a escribir. Me duele un chingo la cabeza. Amanecí así y… El dolor es taladrante, punzante y desquiciante. Al despertarme, no supe… NADA. Nuevamente me recordé PERDIDO, sí, pero… Ah. Tratar de sopesarlo todo de manera mental, ¡ya no ayudada en lo absoluto!
Era lunes, ¿no? Sí, así era. Era lunes, pero…, maldita sea. ¿Qué era ya lo que me quedaba? Acostado en mi hamaca… Cielos. No había dios ninguno a cual rezarle o encomendarme… como tal vez el resto de las demás gentes lo hacían a la hora en que abrían los ojos o se despertaban.
El dolor me presiona la cabeza. Está, ¡sólo en el lado izquierdo! Pero aquí estoy, frente a esta pantalla, tratando de decirte la manera increíble en que me suceden las cosas. Pero antes, ah; cómo quisiera poder describir “la naturaleza” de mi dolor. Que si ahora mismo me curo un poco más… Cielos.
Nuevamente me he tomado una pastilla de ácido ascórbico, la cual…, ah. ¿Hoy es hoy, no es así? Es decir, que ayer he estado lejos del día de hoy, que lo que hoy he hecho, de ninguna manera lo habría podido hacer ayer. Y hoy, cuando amaneció, la incertidumbre vino a mí y se acostó a un lado de mi ser, sino no es que encima. Después… Ah. Después, cuando me levanté… Maldición. El dolor; ¡cómo lo explico!
¡Pero si ayer ha sido ayer! ¿Entonces? Ayer me la pasé muerto en vida, todo el día. Sé que no has de entenderlo. La cabeza se me entume. Hoy el ácido ascórbico ha trabajado de maravilla, ya que, lo mismo de siempre; al darle masajes a la parte que me duele, SIENTO COMO ÉSTA SE DESINFLAMA Y SE VUELVE SUAVE. Increíble, ¿no?
Y vengo dizque CURANDOME desde el primer instante en que, ah, me había aplicado en la nariz los corticoides, los cuales son desinflamantes. ¡Cielos! Si te digo que mi cabeza entonces pesaba una tonelada, tú no lo has de creer. Y ahora mismo, al mirar atrás; no, ¡no quiero! Pero entonces MIRA EN DÓNDE ME ENCUENTRO.
Pero aun así, ah; dizque seguí en el camino. Y lo de hoy fue estupendo. Me daba temor ir, ya sabes. Pero, al final, he logrado REUNIR unos 130 pesos. Nada mal si te digo que de entrada pensaba no quería hacerlo, es decir apersonarse en ese lugar. Esa escuela, ah… Si tan solo no.
Temía que al pedir permiso para entrar me denegasen el mismo. Y antes de entrar a la dirección, ante la expectativa de un no, al ver que la reja estaba abierta, entré y entonces me fui directo al salón más próximo, aquel mismo que su ventana da hacia la calle, y por la cual ya me había acercado para ver si estaba la maestra de aquellos niños. Y todos estos, al verme, enseguida se pusieron a decir: “es que el escribe cuentos, es el que escribió el cuento de la niña”. Desde luego que se estaban refiriendo al cuento, el último que la escuela o su director me había permitido ir a presentarles.
Al llegar al salón, pedí permiso a su maestra, una pasante. Apenas entré, les pregunté que si les había gustado el cuento, que si se acordaban. Una de las niñas dijo: “cuando aquí caiga nieve”. Al principio se mostraban tímidos, pero después se desataron y varios de ellos y ellas empezaron a nombrar partes del cuento. Dijeron que les había gustado mucho, y también dijeron el porqué.
Para no exagerártelo. Quiero decirte que fue hermosamente bello que todos estos niños recordasen un cuento que yo les había presentado en diciembre del año pasado. Son de tercer grado. Ah, y una cosa más. Solamente en este salón me compraron copias de cuento que hoy les había llevado; ¡sólo aquí! Las demás fueron copias que “les vendí” a los profesores. Una maestra muy generosa, en vez de darle solamente DIEZ pesos, que es dizque el costo de la copia, ME DIO TREINTA PESOTES. Además, me platicó que también le había gustado mucho el cuento… Recordar el pasado es horrible. Es decir que, como ella no había estado en diciembre, me dijo que su hijo fue quien le dio la copia, y que después que él lo leyó se lo dio a ella para que también lo leyera.
Ya no me interesa defenderme. Es decir que, en el pasado un montón de veces sentí la tentación de escribir un escrito para dárselo a los directores de esas escuelas a las que no me dejan accesar, tan sólo para decirles los motivos del por qué hago lo que hago, aparte de que esto me ayuda a dizque SUBEXSITIR en el plano monetario… ¡Ah! Es difícil mencionar todo esto que hago. Ahora mismo que me duele un montón mi cabeza, tan solo quisiera acostarme y meterme un tiro por la boca, sí, pero…
No he vivido, no nada. Ir vendiendo cuentos… Todo es inversión que hago en el montón de copias; luego, lo poco que dizque gano; ah, ¡cómo podría explicarlo! Son sólo 130 pesotes los que hoy he reunido, sí, pero… Voy sobreviviendo así. Peso a peso. Y no ansío tesoros ni riquezas. Y no es que esté parafraseando a esa monja, sino que así lo siento. Pero lo que sí ansío es seguir CURANDOME y… un día lograr ESTAR SIN DOLOR… y… No creo que puedas entenderlo. Las personas que tienen un trabajo así, de ocho o veinte horas, y que ganan porque tiente dizque vivir y darles a los suyos; está bien. Qué bien.
Yo soy yo, y estoy bien CHINGADO. Así que, ah, el dolor de cabeza que ahora mismo me está torturando, al ver que he logrado hacer CIENTO TREINTA PESOTES, a pesar de todo esto; ¿entiendes lo que trato de decirte? Soy un ni-ni. Sí, lo admito, ¡pero y qué! Nadie sabe TODO por lo que he pasado. Así que, solamente quería decirte que lo que hoy me ha sucedido ha sido lo más raro y extraño del mundo. Pensar que todo va a salir mal, no porque así lo piense, sino porque, en este caso, en esa escuela no pensaba que su director me permitiese pasar a “visitar” a los demás profesores para ofrecerles “mi trabajo”. ¿Ves? ¿No que un nini? Ni trabaja ni estudia, pero… ¿acaso mi cuento no era un trabajo?
Pd. Y me sigue doliendo un montón mi cabeza. Pero… dolor con dolor se combate. ¡¿Qué?! ¿Acaso no era sí? Sí. DOLOR CON DOLOR SE COMBATE.
A. Smart
Mayo/05/2019