POR GUILLERMO C. ZETINA
La tragedia acompaña a los políticos tabasqueños que desean o luchan por la Presidencia: a Pino Suárez de plano le costó la vida; a Tomás Garrido Canabal no lo bajaron de mata-curas y pasó a la historia como un rojo recalcitrante; a Carlos Madrazo se le cerró el paso en un “accidente” de aviación hasta la fecha con dudas; su hijo Roberto pagó con su carrera su aspiración presidencial y lo más que obtuvo fue dividir, enconar a los tabasqueños y a los priístas entre sí. López Obrador alcanzó la presidencia; pero ya carga con el estigma de sembrador de odios y tempestades entre los mexicanos… y amenazas públicas de muerte.
Amlo es el primer tabasqueño en ser presidente. Pino Suárez llegó a la vicepresidencia y la historia narra cómo perdió la vida por su afán democrático. Carlos Madrazo quiso ser presidente pero Díaz Ordaz le puso el alto. Lo más que le dio fue la presidencia del PRI y luego la burla nacional. Murió en plena pugna política en un accidente de aviación nunca aclarado. Su hijo Roberto anheló también en sus puñetas mentales ser inquilino en Los Pinos y sólo alcanzó la presidencia….del PRI; la candidatura presidencial, una derrota electoral histórica y que se le recuerde por el daño profundo que causó a las familias tabasqueñas al chocarlas entre sí por culpa de sus íntimas desviaciones.
La historia de los Madrazo en Tabasco es una historia de rapiña, de torceduras y de arbitrariedades. El apellido es recordado como símbolo de prepotencia, robo al erario y por ser el veneno que tiene hasta hoy a los tabasqueños enfrentados entre sí. Si Carlos Madrazo se distinguió por sus habilidades de marrullero, su hijo Roberto no quedó atrás: miles de casos hay en que torció la ley, despojó a los más jodidos, atropelló la dignidad de sus paisanos e hizo un gobierno de privilegios, crímenes y episodios de inquina que no se habían visto en el Edén.
Gobernadores de Tabasco que han pasado a la historia por sus malas artes han sido pocos: los Madrazo, Andrade, Granier, Núñez. La mayoría de ex tienen buena fama como Neme, Trujillo, Rovirosa, González Pedrero, Mora…De Roberto Madrazo para acá hay un grupo de políticos, a los que pertenece López Obrador, famosos por sus golpes bajos, intrigas y por practicar una política basada en la ignorancia, la soberbia, la ambición y la arbitrariedad.
Curiosidades de la historia: Carlos Madrazo y su hijo Roberto fueron gobernadores y quisieron llegar a la presidencia de la República. No lo lograron y fueron reducidos a nada. López Obrador siempre quiso y nunca ha podido ser gobernador de Tabasco, aunque a diferencia de los Madrazo sí llegó a la presidencia. Como dicen: la política da todo y quita todo.
La tragedia siempre estuvo al lado de Carlos Madrazo, quizá por su atropellada y poco escrupulosa forma de hacer política. Dotado de un ángel enorme y de una inteligencia superlativa, el Ciclón del Sureste se volvió ave de tempestades al grado que, se dice, el gobierno tuvo miedo que levantara a los estudiantes en una rebelión anti-oficial y se le ordenó subir a un avión de Mexicana de Aviación hacia Monterrey, acompañado de su esposa, Graciela Pintado, vuelo que terminó en una de las más grandes tragedias de la aviación y de la política: murieron más de cien personas, entre ellos el tenista Osuna, cuando la aeronave se estrelló en el Pico del Frayle. Hasta hoy somos muchos con la sospecha de que Madrazo fue eliminado por el régimen porque les daba pánico por su arrastre popular. Como dicen por ahí, muerto el perro se acaba la rabia. Y se acabó la rabia en ese entonces…
Carlos Madrazo provocó muchos odios, venganzas y envidias, como López Obrador ahora. El Ciclón era imponente como imán de masas y su oratoria incendiaria tropical marcó un hito en el México de los sesentas. Su personalidad, carisma y cultura fueron los atributos que, a la postre, le costaron la vida. Su hijo Roberto fue una versión más rupestre del político tabasqueño: hormonal, traicionero, sin amigos. El daño que causó a las familias tabasqueñas se aprecia hasta hoy con una sociedad pulverizada, dividida, humillada y herida y que para colmo tiene que soportar una clase política que en realidad es una gavilla. Incluido el actual gobernador Adán Augusto.
El punto aquí es la tragedia sobre apellidos políticos famosos de Tabasco. El actual presidente desde antes de tomar posesión, incluso en campaña desde hace 18 años, se afanó en denostar, injuriar, humillar a todo político que se encontraba en su camino. Fue un luchador social (ahora parece otra cosa) que se basó en el ataque, los golpes, la descalificación, el descontón. Ya como presidente, López Obrador ha hecho lo mismo, pero corregido y aumentado. El rencor que ha sembrado en el país contra todos los que no lo quieren (me incluyo) es tan profundo que México vive una de las etapas políticas más peligrosas, vulgares y nada ejemplares de la historia. Hoy, con López Obrador (como ayer con Roberto Madrazo) la calumnia, el odio, la bajeza son los modos de triunfar en esta bazofia llamada “política”…
No dudo que a la inmensa mayoría de mis paisanos les de pena, coraje y vergüenza tener políticos como Núñez, Granier, Andrade, Madrazo o López Obrador. Son personajes nefastos que manchan la historia de lucha y de auténticos revolucionarios y visionarios de Tabasco.
Como dicen por ahí que el que siembra odios cosecha tempestades, no sería malo recordar los finales que tuvieron, por ejemplo, los Madrazo: uno muerto en condiciones sospechosas y el otro defenestrado políticamente por su política de confrontación, dolor y llanto. Y en estos momentos aciagos con López Obrador hay por ahí asomos de protesta de ciudadanos que, inclusive, han llamado a atentar contra la integridad del presidente, llamados reprobables que no deben dejarse pasar por alto. Desde que fue ungido presidente electo, un tema recurrente es su integridad personal y la cuestión de dotarlo de un cuerpo de seguridad tan voluminoso como eficiente como el que tuvo Peña Nieto. Hace unas horas, para no ir más lejos, en la televisión nacional, en el programa de Adela Micha, la actriz Celia Lora no anduvo por las ramas y habló de asesinar al presidente…
Nadie quiere algo así. Pero López Obrador debe estar consciente de que sus llamados al choque, al odio, a la confrontación, son caldo de cultivo de provocadores y asesinos. El presidente ya debe olvidar esa jalada de que el pueblo bueno lo protege. Son sueños de opio de alguien que se cree Elegido y por tanto intocable. Está tan polarizada, dividida, enconada la población mexicana que es fácil entender que por ahí pululan parias auténticos dispuestos a cualquier barbaridad por un chico fajo de billetes…
Allá el presidente si sigue abusando del poder en las mañaneras. Si continúa calumniando e hiriendo a personas y profesionales respetables. Allá él si cree que es infalible y que 135 millones de mexicanos son sus sirvientes y no sus mandantes. Allá él si cree que los 30 millones de votos le dan licencia para atacar, descontar, agraviar y que no pase absolutamente nada. El caso de Germán Martínez es sintomático: el gabinete presidencial es sitio de iras, enojos, grillas y golpes sucios. Es fiel reflejo del trabajo de ruptura de Amlo.
Como tabasqueño no quiero que López Obrador pase a la historia como uno de sus capítulos trágicos. Pero creo que la mente del paisano ya está invadida de humos y sombras propias de un iluminado. Y esas son malas noticias para cualquier gobierno y cualquier sociedad.
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