Joel Hernández Santiago
La situación es de tal grado riesgosa para México en su economía, de por sí prendida con alfileres, que a unas cuantas horas después de que el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, lanzara una más de sus amenazas en contra de México, cuando el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, contestó en una extensa carta en la que muestra enojo.
Es de todos los días desde que el 20 de enero de 2017 asumió como presidente de EUA el empresario Trump, y aun antes, sus constantes arengas y puyas y amenazas en contra México son su pan de cada día. Su lenguaje intransigente, grotesco, burdo y amenazante ha pasado a ser, ya, parte del panorama cotidiano. Pero él insiste.
Insiste en la construcción de un muro salvador de la soberanía estadounidense –dice- a lo largo de la frontera con México. Sólo lo ha contenido la férrea oposición del Partido Demócrata y de republicanos conscientes de esta locura…
México le agria la boca y a México él nos la agria día a día. Pero, mientras tanto, el 30 de mayo pasado, a través de Twitter, envió un mansaje en el que dice que si México no para la migración ‘que amenaza a los Estados Unidos’, a partir del 10 de junio su gobierno comenzará a aplicar un arancel progresivo del 5% hasta llegar al 25% en octubre.
Con vaivenes preparaba el terreno para cumplir la amenaza. Primero insistió en ante el Congreso americano que le asignaran presupuesto para construir la valla en los más de tres mil kilómetros de frontera con México; no lo consiguió. Su lenguaje enfurecido se enderezó una y mil veces más en contra de México –como es usual cuando no tiene agenta para satisfacer a sus electores-: México país de criminales. Incapaz de parar la violencia. México peligro para EUA…
Aun así, el 17 de mayo de forma sorpresiva eliminó el arancel que había impuesto al acero y aluminio provenientes de México y Canadá: “Hemos alcanzado un acuerdo con Canadá y México y venderemos nuestros productos a esos países sin la imposición de aranceles o grandes aranceles”, dijo en una reunión con agentes inmobiliarios en Washington.
Luego impulsó la firma del Tratado comercial con México y Canadá en el Congreso de EUA. Y mandó señales de que todo iba sobre rieles de tal forma que Canadá y México enviaron el Tratado para la aprobación en las Cámaras de Senadores de cada país… Todo iba sobre rieles.
Pero al mismo tiempo mostraba indignación por la llegada de migrantes centroamericanos que cruzan por México para llegar a Estados Unidos. Exigió que México impidiera este acceso a través de su país. El gobierno mexicano de AMLO reaccionó diciendo que México tenía sus propias reglas migratorias y que, por lo mismo, y en razón a derechos humanos, la migración no podía impedirse.
Y le propuso que se crearan focos de desarrollo económico en Centroamérica para evitar la salida de la gente de allá (aunque no siempre salen por razones de pobreza sino también de persecución política)… No hubo respuesta. Luego AMLO propuso que los recursos del Plan Mérida con México y Centroamérica se destinaran a desarrollo social. Trump contestó que los problemas sociales son de México y corresponde a México resolverlos.
Luego decidió que mientras se decidían las solicitudes de asilo de miles de centroamericanos y de otros países que ingresan a Estados Unidos, éstos deberían esperar en México, no en EUA. Luego un juez estadounidense revirtió esta orden, y peor aún: comenzó la separación de familias, sustracción de niños menores de sus padres y desarticulación social…
“No voy a entrar en controversias con el presidente Trump” decía el presidente mexicano, lo que no caía bien no sólo a sus adversarios sino también a muchos de sus seguidores.
Hace unos días Trump lanzó un primer esbozo de lo que sería la decisión de hoy. Primero se impuso un arancel especial al jitomate mexicano, lo que cayó muy mal a los agricultores nacionales e impactaría a su economía y sus ventas allá. El gobierno mexicano guardó silencio.
Antes había enviado a su yerno Jared Kuschner para hablar en privado con el presidente López Obrador. Al público no se dijo el contenido de esa charla, pero sin duda, en la mesa de aquella cena en casa de Leopoldo Gómez, funcionario de Televisa, estaba el tema Venezuela, la seguridad de los estadounidenses en México y sus bienes y, por supuesto, lo migratorio.
Hace unos días lanzó otra de sus amenazas, esta vez aún más directa: Dijo encontrarse muy decepcionado de México porque no hace nada para detener la migración hacia su país a través del territorio mexicano. Y que pronto el gobierno mexicano tendría una respuesta de él.
Y ahí está. La amenaza de aranceles progresivos a los productos mexicanos que entren a territorio estadounidense. Por supuesto esta posibilidad remite a un problema serio para la economía mexicana, para sus exportaciones, para la estabilidad financiera dentro del país, para los crecientes grados de inflación, para la subida de precios al consumidor, para la reducción de capitales, disminución de inversiones extranjeras que perciben riesgos… y más.
El presidente mexicano le mandó una extensa carta expresando su molestia y que no es con aranceles e imposiciones económicas como se solucionan los problemas. E insistió el presidente mexicano en el diálogo como fórmula única para resolver estos problemas. La carta muy retórica y con intenciones morales y de comportamiento político, difícilmente será atendida en sus términos por el presidente Trump, acostumbrado a imponer, gritar, empujar y golpear la mesa.
México está en un problema serio que habrá de resolver por la vía de la negociación con Estados Unidos.
Muy probablemente habrá diálogo, sí, pero sometido a los términos del presidente de aquel país y con las ventajas que quiere para sus electores, a los que va dirigido el mensaje de apretar tuercas al gobierno mexicano. Trump necesita fortalecerse al interior de su país en razón al proceso electoral que ya está a la vista. Y no soltará a su presa hasta conseguir beneficios contantes y sonantes para los republicanos más conservadores y ortodoxos. ¿Qué sigue? Si, esta vez acompañar al presidente de México para defender el interés nacional. Si y sí. Otra y mil veces más, como ha sido en el pasado: como debe ser hoy en estos casos.