Rubén Mujica Vélez / Guillermo Portugal Vela
Denigrante el resultado de las elecciones del dos de junio pasado para Morena pues es prueba evidente de la incompetencia de la dirigencia nacional y Comités Estatales, dado que impusieron fundamentalmente como candidatos a “arribistas empresarios” en la contienda electoral sin tener arraigo alguno, pero eso si la voracidad por subirse a un nuevo barco de la esperanza.
Desde el júbilo del 1º. de julio de 2018 y hoy el contraste de una paralización del partido de Morena y las peleas internas por ganar la designación presidencial que solo esperan un descomunal hueso, en tanto AMLO se ha puesto a trabajar febrilmente marcando la pauta de la agenda nacional. En el primer semestre se han congelado las iniciativas de los morenistas llamados “puros” que urgían las movilizaciones y mítines partidarios y que los pripanperredistas por miedo a afrontar al pueblo suplieron estas con las “ratoneras” visitas domiciliarias. Además, se inició el reparto, ya no de encargos como se luchaba antes desde la oposición, sino por cargos; por el “billuyo” y por los “moches”.
Sin embargo, el presidente ha dicho “austeridad, no al nepotismo y honestidad”; por lo que se estableció un abismo entre AMLO y muchos Morenos “de dientes para afuera”; en esta perspectiva se está poniendo en riesgo la Cuarta Transformación; por tanto, para evitar una debacle política y concretar las estrategias democráticas del partido se deberá convocar a la brevedad posible una asamblea nacional de Morena para dictaminar sobre la remoción del mandato de su dirigente nacional.
Abundando sobre las anteriores consideraciones, es pertinente destacar algunos de los resultados que han sido causa y efecto de la situación imperante en dicho instituto político:
1. La falta de trabajo partidario se reflejó en todos los estados donde hubo contienda electoral y cuyos resultados arrojaron una votación que no superó el 50%, es decir el abstencionismo fue apabullante siendo el grado máximo para el estado poblano donde se “volteó”; de un 35 por ciento en 2018 y ahora en 2019 con un 65 por ciento.
2. Además, de dicho estado Morena “ganó” gracias a que se sumó el bodrio político formado por el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México, de este último es negocio de la dinastía de los González, maestros de la transa, el oportunismo y la corrupción.
3. Puebla es el mejor ejemplo de una victoria pírrica, porque enorgullece a Polevnsky porque ganó “haiga sido como haiga sido”; sin embargo, Morena con esos compañeros de viaje mienten al decirse “democráticos”.
4. En suma para el caso de Puebla no se hizo campaña y además los morenistas puros acertaron de que Miguel Barbosa futuro gobernador virtual ya inicio acuerdos para nombrar priistas en su próximo gobierno; también en este cuadro de triunfos “vacíos” esta Baja California que se tambalea por haber designado al empresario prominente maquilador de Jaime Bonilla y que por cierto es nuevamente “oriundo yanqui” como aquel Bod de la Madrid que impuso López Portillo; en tanto en Tamaulipas tampoco “no cantan mal las rancheras” pues para vergüenza de Morena esta fue borrada del mapa al recibir una golpiza donde ni las manos metió.
5. En fin, Polevnsky (según morenistas anónimos) quiere vendernos “espejitos”, pues esta “deschavetada”, ¡ya que la midieron cuando en Oaxaca dijo preferir los primores (maridaje pristamorenista) o a los pripan! Cuya connotación corresponde al más puro oportunismo político.
6. Por ello que considerar una victoria en estas elecciones intermedias es muy distante de la realidad. Morena necesita un o una dirigente política, y no una persona con perfil empresarial que defienda en primer término sus intereses.
Corolario. Al parecer la líder aludida sueña que si de la estructura superior de Morena salió el actual presidente podrá repetirse la historia, pero hay que recordar que “”la historia se repite, primero como epopeya y después como comedia”; por tanto, para alcanzar nuevamente un nivel de decisión mayoritaria del pueblo mexicano como la del pasado 1º. de julio será necesario que la máxima de “mandar obedeciendo” sea vinculante con el liderazgo del próximo presidente.