* Buscarla es dar largas al asunto del hambre. No expreso lo que un mexicano debiera decir, para no faltar a las observancias del manual de Carreño
Gregorio Ortega Molina
Durante los primeros seis meses del “nuevo” régimen observé con detenimiento y preocupación, que las palabras del presidente constitucional de todos los mexicanos causan alarma, propician desconcierto.
Posiblemente los datos de que dispongo están equivocados, pero hoy, el día de hoy, no hay una nación con autosuficiencia alimentaria, ya no digamos industrial y científica y técnica. Sin intercambios, sin la comercialización necesaria, sin las aportaciones culturales el mundo no sería lo que es, incluidas las asimetrías y perversas desigualdades, y cómo saber si con un proyecto económico distinto no las habría tantas.
Los espejismos nublan la realidad de los gobernantes, tanto o más que las de los súbditos. ¿Es China una potencia económica? Sí, a qué costo, ¿cuántos de los miles de millones de sus habitantes todavía viven en una casi esclavitud, si no es que en una franca sujeción laboral para poder alimentarse? En Estados Unidos no cantan mal las rancheras, la gran riqueza de muy pocos no alcanza a ocultar la miseria en que los adoradores de Trump viven encantados con el discurso de la primacía blanca y el desprecio a todo lo que no es de su color.
El ejemplo de lo ocurrido en Detroit y el desesperado discurso nacionalista, son muestra de que si su economía crece debe ser con el sacrificio de esos hillbillys que desean reconquistar el espíritu con el cual se adueñaron del viejo Oeste, y de la mitad del territorio mexicano.
La autosuficiencia es una quimera, incluso entre seres humanos. Desviar el discurso político a la idea del autoconsumo, además de peligro conlleva desilusión, porque sólo hay que recordar el número de habitantes que tenía México hace 50 años, y los más de 120 que hoy rastrillan el territorio nacional en busca de fosas clandestinas, en vez de preparar el campo para las tareas agrarias.
Es preciso subrayar que el modelo político mexicano con 102 años de funcionamiento a tirones y empellones, está podrido y dejó de ser funcional desde que concluyó la época de oro de Antonio Ortiz Mena.
Si realmente desean tener éxito, no pretendan grandes proyectos, no aspiren a la historia, sino al servicio, y convoquen a los tres Poderes de la Unión a la reforma del Estado, para dar viabilidad administrativa, política, participativa, histórica a la patria, y no piensen en resucitar modelos que ya son disfuncionales o no funcionan.
En buen castellano, lo demás es dar largas al asunto. No expreso lo que un mexicano debiera decir, para no faltar a las observancias del manual de Carreño.
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@OrtegaGregorio