DIARIO DE ANTHONY
1: 42 p.m. JAMÁS PUDE “ENFRENTAR” LA VIDA. Confieso que muchas de las veces pensé que todo esto se debía a que; ah… ¿Alguna vez podré decírtelo?
Ahora mismo, cuando el dolor aquí detrás de mi cabeza se ha disipado un tanto; ¡cómo explicar que el dolor mismo era lo que me impedía escribir! Y aunque trato de no pensar en todo el camino recorrido…
Nunca podía estar EN PAZ, porque entonces; ay, ¡cómo explicar el dolor y todo lo que me ocasionaba! La presión que, ahora lo entiendo, se traducía en CANSANCIO. Después éste parecía convertirse en “depresión”. DE-PRESIÓN. “Que causa presión”, diría yo.
Hoy es hoy, pero esto YA NO IMPORTA. “Para llegar a la meta”, pienso, “primero tienes que recorrer todo un camino…” “La inflamación en la frente”, pienso. ¿Por qué?, vuelvo a preguntarme.
Toda una vida. Nací “chingado”. Lo sé. Y, a veces he querido explicar mi caso con aquella irónica parábola de la tonta biblia: la del sembrador.
“Un pendejo cayó en México, un lugar en que la tierra no era muy buena, y donde habían muchos espinos-corrupción”. Chale. La parábola tiene muchas variantes. Las semillas que el sembrador tiró sobre tierra buena, ¡crecieron! ¡Qué ciencia! Y las que aventó sobre piedras y espinos, los espinos “las ahogaron”. (Justo como aquí lo ahogan todo los malditos políticos; je je).
“Acá en este chingado país, ¡nada crece! No en su totalidad. Todo crece, sí, pero a medias. Medias de “mediocridad”. Hoy es hoy, pero esto ya no importa.
Trato de estar “tranquilo”. Trato de no pensar en todo lo ocurrido. Pero no es nada fácil. Y… Vuelvo a pensar en ese estúpido sembrador, que por negligencia suya fue y aventó las semillas sobre tierra no buena. El muy imbécil.
Huir…, pienso. Jamás pude huir. Al pensar y ver la manera en que este dolor me tenía paralizado. Obvio que me movía. Pero al hacerlo, ¡todo mi ser temblaba por el dolor! Y entonces de nueva cuenta volvía a sentirme ATERRADO. Punto final, por ahora.
2: 08 p.m. Continuo, ahora que puedo seguir haciéndolo. Debería ya de ESTAR EN PAZ. Porque entonces he pensado que ya he logrado –por fin- explicar ¡todo este chingado país!
Burocracia, políticos; ESPINOS: la tierra MALA, o la superficie donde el sembrador tiró semillas que después de un tiempo se arruinaron.
Una vez leí –no recuerdo dónde- que cuando el marica de George Washington vino a lo que ahora es Norteamérica, lo primero que hizo, el muy marica, fue buscar la mejor tierra, así como también su clima. Más al norte era muy frio, y más al sur, demasiado caluroso. Entonces decidió establecerse ¡en medio! ¡Maldito inglés!
En este paramo caliente; ah, ¡qué horrible clima hace aquí en Yucatán! Y entonces pienso en Eduardo Galeano. Casi al final de su libro, dice o plantea, ¡qué sé yo!, que si no todo habrá sido causado POR SU CLIMA. Desde luego que se está refiriendo a toda Latinoamérica.
Yo, he pensado que sí. Al tener rinitis, ¡todo el tiempo me sofocaba! No te parece esto una triste ironía. Pero, como ya te dije en años pasados, un montón de veces, en la locura, me dije que lo en verdad me “asfixiaba” era todo este clima tercermundista. Ah…
Por irónico que pueda parecer, yo todo lo veía como un páramo desértico; carente de vida, en completo abandono. Este país, ¡lo juro!, se me parecía ante los sentidos embotados por el dolor igualito que la imagen de un pobre indígena campesino “mexicano”: todo jodido, ¡todo marchito! Con sus alpargatas y sus pies rajados. Con su rostro y su mirada apagada. Con sus ojos carentes de AGUA. Es decir que: CARENTE DE VIDA. ¡Era pura tierra seca!
A. Smart
Julio/04/2019