* Esta novela es la narración que un lector con mediano conocimiento de la historia política de México no quiere soltar, sino hasta concluir la lectura; en esas memorias las palabras dicen más, cada una de ellas, que mil imágenes
Gregorio Ortega Molina
¿Una imagen dice más que mil palabras? Es cierto, pero también oculta más, disfraza, engaña, distorsiona. Es lo que ocurre con el documental 1994, en el que la voz cantante es Carlos Salinas de Gortari; los otros son comparsas en un esfuerzo por justificar lo que a todas luces es inexplicable.
Se hicieron intentos por aclarar lo ocurrido durante ese crucial año electoral. Fue la segunda etapa en el proceso de desestructuración del PRI, con la idea de imponer, a través de la violencia, la ausencia de Estado y la compartición -con los empresarios- irreflexiva del poder, un modelo político que no han acertado a conceptuar, mucho menos a proponer. Todavía creen que el neoliberalismo lo resuelve todo. Se estacionaron en una precaria alternancia, que actualmente favorece la ominosa sombra de la dictadura.
Lo primero que hicieron fue ocultar las pistas, los vestigios, los rastros que propicien la duda, para impedir aproximarse a la verdad. Hay novelas que desaparecen de los estantes de las librerías. ¿Dónde quedaron los 4 mil ejemplares de Memorias de un líder moderno, editado por Grijalbo e impreso en 1997? La narración de Marco Rascón resultó irritante para algunos o todos sus protagonistas. Allí están los nombres de la tragedia, las hipótesis, la voz de una autocrítica casi maoísta, que parece surgida de una pesadilla, no creo que de algún arrepentimiento tardío.
Dice el epígrafe de Fernando Pessoa colocado en la portada, con toda intención, debajo del título y al lado izquierdo de la imagen de Carlos Salinas de Gortari: Porque yo soy del tamaño de lo que veo y no del tamaño de mi estatura. ¿Era necesario?
En la página 11 están las Advertencias de Marco Rascón. Son un mensaje y un desafío. También, quizá, un titubeo ante el compromiso adquirido con el propio Salinas. “En México se muere por cambiarse el rostro.
“Las mentiras también sirven para conocer la verdad. Las blasfemias mezcladas con las virtudes hacen una verdad a medias, es decir, un discurso. Este relato es una historia verdadera hecha con medias mentiras y falsas verdades. Dicho de otra manera, cualquier diferencia de esta historia con la ficción es un simple matiz, porque la realidad se novela sola.
“Aquí no hay defectos, sólo distinciones, porque de la multiplicación de lo negativo, nace lo positivo. De lo malo, nace lo bueno y si está bien todo, es porque se pone mal.
“Todos tenemos piadosa atracción por los caídos, no importando su perversión: de lástima también está hecha la corteza de la naturaleza humana.
“No es principio ni fin, es sólo la intrascendencia de un hombre herido por el poder. Es simplemente un país atrapado por los mitos geniales y los astros”.
Después la narración, que un lector con mediano conocimiento de la historia política de México no quiere soltar sino hasta concluir la lectura; en esas memorias las palabras dicen más, cada una de ellas, que mil imágenes.
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@OrtegaGregorio