* ¿Cuántas regiones de México viven de las remesas o del dinero producido por el narcotráfico? ¿En cuántas zonas de esta república el Estado dejó de tener presencia?
Gregorio Ortega Molina
Gobernar no es un asunto de fe. Cumplir con el mandato constitucional está más allá de la duda y el perdón, por ello se utiliza las palabras indulto y exoneración, porque lo que sucede al concederlos, sólo es la posposición de una pena, pero de ninguna manera se perdona.
Administrar una patria exige razón, espíritu y conciencia especiales y lo suficientemente flexibles, para siempre estar del lado del bien mayor, porque únicamente la divinidad puede satisfacer a todos, quedar bien urbi et orbi. Supongo que la mejor manera de combatir el crimen es contenerlo, administrarlo, la imposibilidad de erradicarlo es evidente, queda constancia en la historia de la humanidad, desde que Caín decidió prescindir del buenazo de Abel.
Todas las naciones, mienten los gobernantes que lo nieguen, se sirven de la riqueza producida por las mafias violentas o por las de cuello blanco. No le hacen el feo a nada, porque no hay dinero sucio ni negro que no sea útil en su reciclado para apoyar programas sociales, proyectos políticos o, como lo hicieron Ronald Reagan y el condecorado coronel Oliver North con el asunto Irán-Contras. La cocaína colombiana fue usada con la idea de liberar a Nicaragua, y vean la manera en que evolucionó el tema: Daniel Ortega permanece como lo hicieron los Somoza.
¿Cuántas regiones de México viven de las remesas o del dinero producido por el narcotráfico? ¿En cuántas zonas de esta república el Estado dejó de tener presencia? Ahora, como durante los peores años de Miguel de La Madrid, la narcoeconomía contribuirá a que el país no se desmorone.
Estaremos de acuerdo en que gobernar es establecer convenios no escritos ahí donde la ley ha sido sustituida por la fuerza, porque lo importante es evitar el desmembramiento de la nación. No caben el perdón ni la duda.
De alguna manera habrán de justificar ese gasto de “emergencia”, que sumado al ahorro del subejercicio presupuestal, de alguna manera deberá salir a la circulación para rescatar a la economía nacional, para rellenar los monederos de las amas de casa, para garantizar, al menos, la mínima paz social, y alejarla del silencio de los sepulcros, como lo expuso de forma elocuente José Ramón Cossío Díaz en su ensayo publicado en la edición del 9 de julio último de El País.
Sin la narcoeconomía muchos países no garantizarían buenos gobiernos para sus súbditos.
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