Claudia Rodríguez
La mala paga
Siempre la realidad futura puede cambiar al diagnóstico presente, si se toman las decisiones adecuadas y necesarias. Pocos podrían opinar hoy en contrario, que la política del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador en materia de austeridad y un sin número de recortes de plazas laborales y programas diversos, han tenido la fuerza de ir paralizando la actividad económica en el país.
En México, la no movilidad laboral es un tema que provoca reacciones negativas no sólo al interior del país, sino incluso con referencias importantes hacia el exterior. Uno de los temas que trabaron una y otra vez las sesiones de renegociaciones del entonces Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), fue el de la movilidad laboral dentro de los límites de las mismas naciones para evitar movimientos migratorios –a los cuales el presidente estadounidense Donald Trump, sobra decir, tiene más que aversión.
Durante la Administración anterior, por varios meses los representantes de Canadá, Estados Unidos y México, intentaron acordar sobre distintos renglones de índole comercial, de inversiones y técnicos, en donde estuvieron al centro de la mesa de discusión y acuerdos, los emolumentos desiguales entre trabajadores de cada nación para una misma tarea desempeñada.
Al interior del Gobierno mexicano, por sexenios han existido resistencias reales o no, que impiden elevar los salarios y ahora, ante la nueva Ley de Austeridad Republicana, todo indica que el camino será aún más espinoso.
Prepararse y no ser nadie
La idea de migrar para tener mejores oportunidades no deja de estar latente entre miles o millones de mexicanos i, que en gran porcentaje emigran hacia los Estados Unidos –con todo y las penurias que eso exige–, en donde un jornalero indocumentado llega a ganar en capacidad real de compra, por arriba de lo que recibe un profesionista en nuestro país.
La búsqueda de oportunidades reales de movilidad que en México se han negado con todo y la preparación y capacitación de las generaciones más jóvenes, ha conducido a empobrecer a más de la mitad de la población residente en nuestro país.
Hacia atrás más que estancados
El estudio presentado ayer por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) –realizado todavía con el liderato de Gonzalo Hernández Licona–, sobre la evolución de la pobreza en México del periodo 2008-2018 en donde en números brutos que hay más pobres hoy que hace una década; no podía contradecir sustancialmente, lo que ya el año pasado señaló la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) sobre movilidad social, en donde deja claro que en nuestro país uno de cada dos niños que nacen en la pobreza permanece ahí durante toda su vida, mientras que los hogares de ingresos medios tienen “sustancial riesgo” de caer en esta.
Hasta hace un par de años, se decía que la movilidad social en el país había llegado a un escaño de estancamiento; sobre todo por los bajos ingresos que millones de mexicanos en el estrato de la pobreza reciben a lo largo de su vida, pero la realidad que se asoma en estos tiempos, es que en lugar de mejoras, la situación se empeora, ya que ni siquiera una mejora que doble los salarios bajos, posibilitaría tener real acceso a la salud, educación y al punto central: la movilidad social.
Ya sabemos que el presidente señalará que respecto a la evolución de la pobreza y hacia dónde va, él tiene otros datos, más la realidad es agobiante.
Acta Divina… De acuerdo con el estudio de la OCDE, de cada 100 niños que nacen en la base más pobre, sólo cuatro logran escalar pese a dificultades, para alcanzar al 20 por ciento de la población de mayores ingresos.
Para advertir… ¿Se ha fijado usted, amable lector, en las decenas de autos que son el hogar de varias familias capitalinas?
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