FRANCISCO RODRÍGUEZ
La inmensa mayoría de los mexicanos, dotados de una agudeza política proverbial, hacen un alto en el trafago del día y se preguntan simple y llanamente, ¿para qué sirve el poder? Acostumbrados a ser gobernados por claques displicentes, a ser mancillados por las diferencias estructurales de nuestra condición, hacemos a veces preguntas sin respuesta.
Hasta mi escritorio llegan esos cuestionamientos y se subsumen siempre en el ir venir de noticieros insulsos, de comentarios interesados, de pontífices de la comunicación a quienes no les alcanzan las seseras para solventar dudas existenciales acerca de la política y sus intríngulis casi nunca explicados.
Estar en redes tiene la ventaja de la reflexión en solitario, ajenos a los consejos, intereses y recomendaciones de los jefes de redacción, de los metiches del taller, de las interminables discusiones en mesas de eruditos. La cercanía con las observaciones del público es lo que otorga una fortaleza que de otro modo es casi imposible tener.
Normalmente, las preguntas giran alrededor de cuestiones que muchas veces pasan desapercibidas por los gerifaltes y por los líderes inescrutables de una opinión pública que crece en angustias y en arremetidas de circunloquios vanos.
¿Para qué sirve tanto brinco, estando el suelo tan parejo?
Uno de los lectores del Índice Político opina que todavía no sabe a qué le tienen miedo en los cuartos de guerra de la Cuarta Transformación. Si tienen todo para actuar de inmediato, si los poderes Legislativo, Judicial y el menguado Ejecutivo pueden transitar por las venas del aparato como Pedro por su casa. No existe adversario ideológico ni político al frente.
Otro opina que para qué sirve el derroche de un poder informativo que cae como tsunami frente a los medios comunicativos presentes en los responsos de la mañanera. Para qué sirve ocupar todos los espacios vacíos de la interacción gubernamental si no saben para dónde hacerse.
Otro añade, de qué sirve que el Ejecutivo se desplace constante y frenéticamente a todos los rincones de provincia, generando cotidianamente más adeptos entre la gleba. ¿Tiene algún resultado hacerlo?
¿Para qué sirven las generosas calificaciones externas sobre un liderazgo renovador y ejecutivo, si éste no se emplea a fondo sobre lo necesario y casi siempre fracasa en lo contundente. ¿Para qué sirve tanto brinco, estando el suelo tan parejo?
Muchos añaden: ¿ A qué hora va a enseñar el músculo un Estado fortalecido por la opinión mayoritaria? ¿De qué sirve que no se muestre miedo ante los adversarios de adentro, si las decisiones del poder encomendado no pueden tomarse frente a los enemigos de afuera, y acabar por demostrarles que llegaron al poder los que piensan y actúan diferente a los que se fueron y están ya en la picota imaginaria, sólo en el inconsciente colectivo?
Como si estuviéramos en campaña, todo es amenazas y promesas
Cada día que pasa se parecen más unos y otros, no hay deslinde ni en el pensamiento ni en la toma de decisiones concluyentes que puedan ejemplificar el cambio verdadero por el que votamos los ciudadanos de a pie. Las rebatiñas por el poder dentro de las estructuras de gobierno son iguales, con el sello Montessori en la frente, opinan.
¿De qué sirve el apoyo integral de las Fuerzas Armadas, si el aparato sigue confundiéndolas con las policíacas, si no se ha establecido el deslinde entre la seguridad preventiva, pública, la interna y la seguridad nacional? Si el ejército y la armada no funcionan dentro del espectro de las grandes decisiones de la alta e irrenunciable justicia, argumentan.
¿De qué sirve tanto subejercicio presupuestal si las grandes obras no tienen ni cartas de intención ni proyectos ejecutivos? Si Rocío Nahle, la que oficia en la cabeza del sector energético, ya dijo que la Refinería de Dos Bocas no podrá arrancar antes del año que entra.¿ Y el Tren Maya o el Transístmico?
¿De qué sirve el mando, si la gente de abajo, el gabinete y los poderes no saben ya para dónde hacerse, si todos estamos confundidos por las decisiones que se piensan, pero no se ejecutan? Si, como si estuviéramos en período de campaña, todo se queda en amenazas y promesas.
El poder acumulado, tantas veces peleado, es hoy agua de borrajas
Otros, más atrevidos, preguntan ¿cuándo va a aprender el gabinete a cabildear con los reales poderes del gabacho y dejar de obedecer a pie juntillas al desquiciado de la Casa Blanca? Creo que se refieren al monitoreo constante que tendría que hacerse…
… en las oficinas del holding de BlackRock, en el trato cercano con ese converso de Larry Fink, hoy aliado inconsulto de la Cuarta Transformación. Para algo serviría saber que frente a él, el anaranjado paranoico sólo es el florero del Potomac.
¿De qué sirve el gran poder acumulado, si no se sabe cómo usarlo? ¿Qué va primero, qué va después, hacia dónde vamos como un pueblo y su gobierno que han echado por la borda la nueva conformación estratégica del mundo? Si no atendemos primero a los pobres y si todos los programas de aliento a la productividad ya chuparon faros en este año presupuestal.
Y sí, da grima saber que todo el poder acumulado, tantas veces peleado y perseguido se ha convertido en agua de borrajas.
Responder a las incertidumbres sociales, del reino de este mundo
El Presidente y su equipo cercano tienen la respuesta a estas dudas diríamos metodológicas que no tienen respuesta entre sus voceros ni entre sus panegiristas. Saber hacia dónde vamos, tener ya una idea de México, que rebasa los lugares comunes que a diario observamos sobre la inutilidad frente a los delincuentes que han agredido a la patria.
Alguien tiene que responderlas, porque la satisfacción a sus incertidumbres es sólo del reino de este mundo. Además, no se requiere ser muy ducho para saber que en gran parte tienen razón
Y no sólo requieren de una respuesta ideológica, sino más bien de una disculpa pública. De un dolor de corazón y de un propósito de enmienda del cordero del poder que quita los pecados de la prole. O que debería.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: Isaac Newton, matemático y físico británico dijo: “Si he hecho descubrimientos invaluables ha sido más por tener paciencia que por cualquier otro talento”. Y entre los talentos de AMLO ya como Presidente de la República no encontramos mucho aguante, poca tolerancia. En sus llamadas “mañaneras”, me decía ayer un empresario que como muchos padece lo que dicen es “desaceleración económica”, no hay una en la que no se pelee o enfrente con algo o con alguien. “Si yo riñera así con mis empleados o con mis proveedores, no hubiera durado en mi negocio las tres décadas y media que, pese a los gobiernos, he sobrevivido”.
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