DESDE FILOMENO MATA 8
Mouris Salloum George*
El hartazgo social genera, invariablemente, un explosivo clamor por el cambio: ¡Aquí y ahora! No para las calendas griegas.
Ese es el recurso -por facilón- más socorrido de las oposiciones en temporada de patos: La electoral.
Cada candidato adoba a la carta su promesa de cambio, según el auditorio al que se dirija. Si el mitin es de campesinos o sesión de empresarios, junta de mujeres o jóvenes; para todos, la misma tramposa oferta.
Al final del día, el merengue de derrite. Viene una nueva convocatoria y el menú se repite.
En México, Carlos Salinas de Gortari presentó en sociedad a la Generación del cambio: El de la debacle. A lomo de la frustración popular, Fox inventó su propio membrete: La Alianza por el cambio. Para entonces ya se activó la advertencia: El cambio también es reversa. Y a qué velocidad.
Ya con Enrique Peña Nieto se buscó un placebo igual o peor de híbrido: Transformación. Así llegamos a 2019, moviendo a México de reculada.
En Argentina perdió el Fondo Monetario Internacional
Traslademos el cuadrante: Argentina: En 2015 asumió la presidencia el neoliberal Mauricio Macri. Lo abanderó el partido Cambiemos. Para las elecciones del pasado 11 de agosto, el Presidente se la jugó con el membrete Juntos por el cambio.
Fueron elecciones primarias: El movimiento de Macri terminó abajo con una diferencia de casi 16 puntos porcentuales. Las elecciones presidenciales son el 27 de octubre.
Todo lo que cambió en estos cuatro años fue el modelo: Macri privatizó para imponer el imperio del mercado: Generó devaluación, deuda, desempleo, escasez, inflación y hartazgo social.
Si las tendencias no cambian, en octubre volverá al poder el peronismo, satanizado por sus detractores como populismo. Otra vuelta a la noria. Parece obvio que al pueblo se le somete al incesante suplicio de Sísifo.
El gran perdedor en la pasada jornada dominical fue el Fondo Monetario Internacional (FMI). Apostó por Macri más de 43 mil millones de dólares en menos de dos años.
Los políticos electoreros nunca están dispuestos a aprender en cabeza ajena. Ni sudan ni se abochornan con la tragedia de sus gobernadores. Eterno y deprimente espectáculo de la democracia representativa. ¿Cuándo la cambiarán, de veras?
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.