Claudia Rodríguez
In-se-gu-ri-dad
No se pueden ostentar datos de seguridad, cuando en México la que reina es la inseguridad. Se debe de reconocer en principio la necesidad imperiosa de reconstruir el camino hacia la paz y la tranquilidad cotidiana en medio de los entornos a transformar por nuevas oportunidades.
Los últimos datos sobre el aumento de la violencia en México en el primer tramo de 2019 señalan que ha sido el semestre más violento sólo en el rubro de homicidios, con una cifra récord de 2 mil 599; lo cual significa 22 homicidios por cada 100 mil habitantes. Como una ruleta rusa que exhibe la impericia de las autoridades.
Causales sin freno
La forma ilegal en la que se adentran y circulan las armas de fuego que llegan a grandes organizaciones criminales, pequeñas bandas o delincuentes en solitario, es total y plena responsabilidad de quienes hoy nos administran e intentan gobernar.
Hay un claro patrón de que estos efectos se adentran al país en su mayoría, desde la frontera con los Estados Unidos, sobre todo por las características de automatización de pistolas y rifles. La posesión de un arma está más asociada al ataque que a la defensa; lo cual quiere decir que se asocian a la actividad delictiva casi la totalidad de están que llegan al país por causes oscuros.
Otra expresión del aumento de la criminalidad se explica por la expansión de actividades de los grupos delincuenciales; atacar a los huachicoleros produjo el tan ensayado “efecto cucaracha”: si las líneas de gasolinas están vigiladas y controladas, se migra con rápida efectividad a atracar otros combustibles u otros productos susceptibles de robo.
De igual manera, la captura de algunos criminales de las organizaciones del crimen, no logra persuadir como se ha demostrado, la actividad delictiva, por el contrario: las venganzas y las matanzas por las delaciones reales o por sospecha, están a la orden del día.
No hay prospección positiva
Aunado a la anterior, hay que entender que el reclamo social está subiendo de tono, en concordancia con las transgresiones sociales que se han permitido o como en el caso de los anarcos, se han tolerado por no alentar una revuelta de mayores dimensiones.
Mas las autoridades no se pueden quedar en el diagnóstico y la prospectiva –que, dicho sea de paso, no auguran buenas nuevas–, tienen que actuar ante el alarmante desquiciamiento del tejido social que no sólo tiene su principal causa en la agresión y la violencia.
Desde hace décadas, la búsqueda por la recuperación de la seguridad de la sociedad se ha enfocado en atacar a los grandes capos de la delincuencia organizada, mientras en las calles sin tanta pretensión, pero sí con otros apetitos malsanos, otros se organizan. De prevención nada, el tópico es procesar y en su caso lograr la reparación del daño. Ruta equivocada.
Acta Divina… En cada entidad de la República Mexicana que visita el presidente Andrés Manuel López Obrador, se compromete a recuperar la paz.
Para advertir… En tanto lo que fluye es sólo pas-pas-pas
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