* Para portarnos bien, o al menos parecer que nos sentimos contentos con lo que anuncia un futuro sombrío, seamos optimistas un día más
Gregorio Ortega Molina
En este gobierno han perdido todo estilo, les gusta mostrar músculo, hacer sentir que mandan y son dueños absolutos del poder, aunque nada resuelvan. Son idénticos a los políticos que echaron a la calle y todavía no pueden meter en chirona: acostumbrados, siempre, a ver la paja en el ojo ajeno.
Les conviene hacer una detenida visita al pensamiento y los textos de Hannah Arendt, para que pronto se den cuenta de que si bien “un grupo de hombres comparativamente pequeño pero bien organizado puede gobernar casi de manera indefinida sobre grandes y populosos imperios… resulta que la no infrecuente combinación política de fuerza y carencia de poder, impotente despliegue fuerzas que se consumen a sí mismas, a menudo de manera espectacular y vehemente pero en completa futilidad, no dejando tras sí monumentos ni relatos, apenas con el justo recuerdo para entrar a la historia”.
A la que accederán sólo por la manera en que decidieron hacerse cargo de grupos de migrantes, a cuenta de otros, para contenerlos, regresarlos, humillarlos e incluso desaparecerlos en los vericuetos de la trata, o en las fosas clandestinas, o en los galpones como ocurrió en San Fernando, Tamaulipas, a cuenta de Felipe Calderón.
Lo cierto, lo que no se puede negar, es que “las pésimas condiciones en los centros de detención de migrantes en México, más el enfoque restrictivo del gobierno mexicano que ha causado un aumento en las detenciones de migrantes, por lo que hay albergues sobrepasados: 210 migrantes en un espacio para cincuenta personas en Reynosa; 86 personas en un centro diseñado para treinta en Palenque; 400 detenidos en un edificio con capacidad para ochenta en Chiapas”.
Es tan precaria su situación, que “Marcelo Ebrard ha reconocido las malas condiciones de las instalaciones. Las estaciones son pésimas, dijo durante una conferencia de prensa. La evaluación que se nos presentó es terrible: los desagües no funcionan, los baños están abandonados”, hace constar The New York Times.
Así pues, que la violación flagrante a los derechos humanos, la precariedad económica lindante con la recesión, la violencia incontenible, como lo muestran las ejecuciones exhibidas como para demostrar quién manda, se convertirán en la piedra de toque del cambio de régimen, de la regeneración nacional, de la restauración de la presidencia imperial, por sobre la razón histórica y la lógica política.
Pero, para portarnos bien, o al menos parecer que nos sentimos contentos con lo que anuncia un futuro sombrío, seamos optimistas un día más.
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@OrtegaGregorio