La vida como es…
De Octavio Raziel
En alguna ocasión escuché a mi tío Etzael responderle a mi padre sobre ¿cómo su compadre el gobernador de Tabasco en ese entonces, Carlos A. Madrazo, había terminado con los salteadores de caminos que eran el azote de la entidad? Dio la orden: donde los atrapen, los desarman y los liquidan; serán cadáveres que nadie va a reclamar. Dirán que hay derechos humanos para los delincuentes y bla bla bla, pero, mientras, Tabasco fue una entidad próspera durante su mandato.
Hoy en día, cuando leemos la noticia de que un “justiciero anónimo” mató a un asaltante, el total de los comentarios son en el sentido de felicitaciones y aplausos.
Tres alimentos calientes al día por preso: $80,00
Tres alimentos fríos en la sierra por soldado: $50.00
Rescato un párrafo que me he encontrado en el ciberespacio y que es imperdible:
“Felipe Calderón -el comandante Borolas, así le dice Andrés, con muy poco respeto-, no pudo sacar al perro de la milpa. En lugar de usar el ejército -como lo hizo Pinochet en Chile- para confiscar armas casa por casa, ranchería por ranchería, enfrentó en las calles a los delincuentes. No pudo vendernos la idea de que el mejor delincuente es el delincuente muerto, como sucede hoy en Brasil con el ultraderechista Bolsonaro, que atrae inversiones de todo el globo. El capital es delicado y requiere buen clima.
San Compadre se los deja de tarea.