Francisco Rodríguez
Consumimos información proveniente de Estados Unidos o de Gran Bretaña como si lo que nos envían fuese la verdad absoluta… aunque no lo sea. Aquí se publica, se editorializa, se comenta. Nada de lo que acá se difunde, en cambio, tiene el mínimo eco en la llamada prensa internacional. Un fenómeno más de la colonización a la que estamos sometidos.
Un ejemplo reciente ejemplifica el aserto anterior. The Wall Street Journal desplegó el refrito –término periodístico que se refiere al empleo de textos de varios autores para cocinar uno nuevo con apariencia de original; menos rotundo que plagio, palabra maldita, pero tiene con ella algo en común, como es apropiarse en lo sustancial de obras ajenas– de un asunto lo suficientemente explicado y aclarado, pero que ha resucitado amplios reportajes en pasquines de escaso impacto.
Sin ser esta la primera vez, de lo que se trata es de sumarse a las embestidas que la 4T recibe de parte de quienes han visto sus privilegios perdidos, como ya lo avistaban desde febrero de 2018, pues en plena campaña presidencial lanzaron un artículo difamatorio en contra del regiomontano Alfonso Romo —How to Get Rich Quick in Mexico (Cómo hacerse rico rápido en México)– de la periodista Mary Anastasia O’Grady, en el que se destacaba que en política, la marca registrada del entonces candidato presidencial de Morena es el corporativismo de amigos, por lo que “antes de que los mexicanos lo hagan presidente, deberían saber un poco más sobre sus patrocinadores”.
Hace unos días tocó el turno a otro neoleonés, Ricardo Salinas Pliego, presidente del Grupo Salinas que, entre otras empresas, controla TV Azteca –televisora en la cual el escribidor colabora– involucrándolo ooootra vez en el affaire Fertinal, que ha sido ventilado hasta la saciedad en distintos medios domésticos, tanto impresos como electrónicos.
Robbie Whelan, recopilador del texto en comento, va en sentido contrario a la seriedad y reputación que, dicen, caracteriza al WSJ, pues en su pieza “informativa” no incluye las diversas aclaraciones y rectificaciones que ha hecho el conglomerado empresarial de Salinas Pliego.
La versión de Grupo Salinas
Tras el paso del huracán Juliette en 2001, los daños obligaron a Fertinal a cerrar su mina en Baja California Sur y la planta en Michoacán; fue hasta 2008 que sus accionistas se acercaron a Banco Azteca para solicitar una línea de crédito que les permitiera reactivar sus operaciones.
Tras un análisis exhaustivo de Fertinal, su capacidad de pago, situación financiera, viabilidad crediticia y activos, Banco Azteca le aprobó un crédito por US$ 400 millones, el cual le permitió reiniciar actividades hasta convertirse en una empresa líder en la producción de fertilizantes fosfatados. Al momento de su venta, Fertinal exportaba a 25 países, en cumplimiento de los estándares de calidad más estrictos.
Con el financiamiento de Banco Azteca, Fertinal transformó su historia en un éxito empresarial: al contar con personal altamente capacitado y especializado, su operación era rentable: entre 2010 y 2014, generó ingresos acumulados de US$ 2,700 millones y EBITDA de US$ 255 millones.
Así, la perspectiva de futuro era promisoria, como lo confirmaron entonces las calificadoras internacionales Goldman Sachs, White & Case y PricewaterhouseCoopers; todas ellas, de manera independiente, realizaron valuaciones muy positivas de Fertinal.
En 2015, por acuerdo de su Consejo de Administración, Pemex hizo una oferta de compra a Fertinal que, si bien estaba por debajo de las valuaciones, resultó atractiva para sus propietarios, principalmente por la disponibilidad de nitrógeno que garantizaría Pemex a la cadena productiva.
Pemex Fertilizantes solicitó financiamiento a Nacional Financiera y el Banco Nacional de Comercio Exterior, las cuales solicitaron la inclusión de Banco Azteca para formar un Sindicato de Bancos, y así comprar Grupo Fertinal.
Tanto Nafin, como Bancomext y Banco Azteca realizaron detallados estudios de crédito antes de validar la situación de Fertinal, la calidad y valor de sus garantías; el impacto y valor de las sinergias potenciales a futuro y la calidad crediticia de Pemex. Por sí mismas, las tres instituciones avalaron el crédito sindicado que se mantiene vigente. Como agente fiduciario de Fertinal, Banco Azteca vendió las acciones que sostenía en garantía a Pemex Fertilizantes, a cambio de liquidar el crédito que Grupo Fertinal había contratado con Banco Azteca.
A la transferencia de dominio de Fertinal en enero de 2016, Pemex Fertilizantes desarticuló una empresa que operaba de manera productiva y exitosa. Todas las decisiones posteriores a la venta son responsabilidad exclusiva de sus propietarios.
Asunto perfectamente aclarado. Y zanjado… excepto para el WSJ, diario perteneciente a Robert S. Murdoch –también propietario de Fox News, el canal abiertamente pro derechista que apoya a Donald Trump– y cuyos métodos poco éticos han sido señalados en prácticamente todo el orbe.
Las prácticas (no) éticas del WSJ
El diario que, hasta antes de venta a Murdoch, se caracterizaba por la seriedad e imparcialidad que debe caracterizar al medio que informa y analiza lo que acontece en el principal centro financiero del mundo occidental, ha sido acusado –hace ocho años– por el diario británico The Guardian de llevar a cabo una estafa de circulación en la que el WSJ canalizó “dinero a través de empresas europeas para comprar en secreto miles de copias de su propio diario a un precio rebajado, engañando a los lectores y anunciantes sobre la verdadera circulación del WSJ”.
En un caso, el contrato con una empresa europea decía que el WSJ reciprocaría por medio de la publicación de artículos promoviendo las actividades de la empresa, generando dudas sobre la ética y la calidad periodística del diario. Por ejemplo, el Guardian explicó que una empresa holandesa llamada Executive Learning Partnership, o ELP, acordó patrocinar 12 mil ejemplares al día, a un centavo por ejemplar, distribuyendo estos periódicos en seminarios de liderazgo estudiantil, a cambio de publicidad gratuita en el WSJ y un mínimo de tres “reportes especiales” sobre las actividades de ELP.
El supuesto impulsor detrás de la estafa, Andrew Langhoff, director administrativo en Europa de la empresa propietaria del WSJ, Dow Jones and Co., renunció, diciéndole al WSJ que, “Debido a que el acuerdo podría dar la impresión de que la cobertura informativa puede ser influenciada por relaciones comerciales, como editor con facultades ejecutivas, creo que mi renuncia es el camino más honorable,” según un artículo del WSJ.
¿Y qué pasó? ¿Acaso el WSJ dejó de llevar a cabo esa práctica? No. El denunciante interno que hizo que altos ejecutivos del periódico en Nueva York se dieran cuenta de lo que estaba sucediendo, pero el WSJ no tomó acciones y el denunciante fue despedido.
¿Ética periodística? ¿Damos por sentado que todo lo que se publica en el extranjero es verdad? ¿Qué no tiene fines ulteriores?
Nuestros medios, nuestras mentes están colonizadas por un imperio chiquito, en plena decadencia.
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