Francisco Gómez Maza
• Ayotzinapa y Pasta de Conchos, heridas purulentas
• El presidente no puede decepcionar a los deudos
Por qué el presidente Andrés Manuel López Obrador hace promesas que son inciertas de cumplir. No digo que no puedan cumplirse, sino que parecen absurdas.
Es el caso de la exhumación de los restos de los 63 trabajadores de la mina de carbón de Pasta de Conchos que quedaron enterrados el 19 de febrero de 2006,
No estoy seguro qué van a rescatar si es que lo pueden lograr. No es nada fácil escarbar un tiro de mina a la profundidad en que se podría encontrar el polvo de los mineros, aunque, de lograrlo, sería muy importante para sus familiares recibir los restos de sus padres, hermanos, hijos que ahora yacen en las entrañas de la Tierra, aunque yo creería que habría que dejarlos seguir viviendo debajo de la tierra.
Otro tanto ocurre con los 43 estudiantes de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, que fueron secuestrados en la tarde noche del 26 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, en el estado mexicano de Guerrero.
Este miércoles los padres y familiares de los normalistas desaparecidos hace casi 5 años se encontraron el López Obrador y le sacaron la promesa de seguir darle seguimiento estrecho a la investigación del caso que cimbró la conciencia nacional, en momentos en los que la administración de Enrique Peña se desmoronaba por la corrupción, la impunidad, la simulación y el cinismo.
Promesas, promesas. No puede, no debe prometer el presidente porque no tiene ninguna bola de cristal que le diga que podrá cumplirlas. Pero como dicen en mi terruño: prometer no empobrece. Dar es lo que aniquila. Y me temo que, por lo menos en el caso de los muchachos desaparecidos en Iguala; por todos los indicios, una desaparición de Estado, López Obrador no podrá cumplir. Primero habrá que reiniciar, desde cero, las investigaciones, e iniciarlas en un lugar que ahora se usa como centro cultural o en las instalaciones militares de Guerrero, o en el campo militar.
Valido de su mismo, el tabasqueño ratificó su compromiso de encontrar, lo más pronto posible. a los jóvenes desaparecidos, pero me temo que los “jóvenes desaparecidos” realmente desaparecieron por la acción de sus asesinos que no dejaron rastros de fechoría. Tenían en las manos todo el poder. Todo el dinero a su disposición. Ya no queda mucho lugar dónde investigar, dónde buscarlos, A pesar de que Alejandro Encinas va rápido, me temo que ya no llegó a los despojos de los 43. Sería un milagro encontrarlos vivos en alguna mazmorra como en la que empezó a pudrirse un condenado a cadena perpetua.
En el encuentro privado entre las familias de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos y el presidente Andrés Manuel López Obrador, los padres y las madres lograron, sin embargo, nuevos compromisos para que se le dé mayor agilidad a la investigación. No le queda otra al presidente. No puede decepcionar a los padres de los desaparecidos, aunque en mejor,
Pero sería mejor decirles la verdad.
Y a quién o quienes son los autores del secuestro masivo. A quien va a castigar la justicia, si el ministerio público no presenta pruebas contundentes, lo que ha permitido que los acusados sean liberados por jueces que no encuentran sustento en las acusaciones para condenarlos.
Además, no todos están haciendo su trabajo. Las familias de los 43 le expusieron al presidente, en su reunión este miércoles en Palacio Nacional, que no todas las instituciones –destacadamente, la FGR, Sedena y la Policía Federal- están haciendo los esfuerzos al parejo de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia del caso Ayotzinapa, encabezada por Alejandro Encinas, de quien reconocieron el empeño puesto en el encargo.
Padres y madres solicitaron que el presidente intercediera frente al Fiscal General, Alejandro Gertz Manero, para que reitere su compromiso en la investigación, incluyendo en las investigaciones de los responsables de las irregularidades, y para que se reúna con ellas y ellos. También pidieron que se profundizara la ayuda internacional, que ha llegado en destiempo y, especialmente, que López Obrador no los deje solos.
En respuesta, el titular del Ejecutivo estableció cuatro compromisos: establecer reuniones bimestrales con las familias; gestionar una reunión con la FGR; hacer un llamado a las instituciones, incluyendo a la Sedena, para apoyar a la Comisión, y profundizar la asistencia internacional.
Pero, presidente, imagino que los padres y madres están ya cansados de tantos ires y venires y de escuchar promesas. Lo que ellos quisieran es tener la seguridad de que sus hijos están muertos, aunque algunos abriguen la esperanza de que están vivos, para que su corazón se sosiegue, para que se inunde de paz su alma. Cuando mi esposa murió, cuando mi hijo murió, cuando murió mi madre mi alma sufrió horrores, pero al darme cuenta de que estaban bien muertos, me inundó una inmensa paz interior.
La de este miércoles 11 de septiembre fue la cuarta vez que las familias y Andrés Manuel López Obrador se encuentran directamente. Y es la cuarta vez que escuchan las promesas presidenciales. Mejor, presidente, no los haga que pierdan su tiempo. Lo importante ahora es definir con exactitud quienes son los autores intelectuales y materiales del masivo secuestro quienes, a estas alturas del tiempo, están ya protegidos y muy lejos de aquí.
Recuerden que de la Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa salieron muchos guerrilleros y es de las normales más contestatarias frente al mal gobierno del PRI. Nadie de la derecha quiere que existan esas escuelas normales. Ahí nacieron Genaro Vásquez y Lucio Cabañas, los comandantes del Partido de los Pobres que hizo historia en las montañas de Guerrero.
Y así ha sido la historia de las relaciones gobernantes-gobernados: puras promesas y puras vergüenzas.