Claudia Rodríguez
Un reto descomunal
Enrique Peña Nieto no fue el primer mandatario federal que advirtió de manera pública, no haber imaginado la gran responsabilidad y mucho menos los momentos de dificultad para gobernar al país.
Lo mismo, con anterioridad y en su momento como mandatarios federales, ya antes lo habían afirmado en diferentes frases los panistas Felipe Calderón y Vicente Fox.
Para cualquiera con dos dedos de frente, debe ser fácil advertir que administrar un país con tantas diferencias sociales, económicas y de aplicación de justicia debe ser un reto más que difícil; y no sólo por los desafíos del día a día, sino también por los de índole histórica. No sólo se trata de llegar a la Presidencia para, como en su caso lo hicieron varios mandatarios, consolidar grandes negocios personales y de grupo.
Adelante y atrás
Ahora, con Andrés Manuel López Obrador comandando los designios nacionales, es difícil creer que con todo y las nuevas líneas de acción en algunos rubros de Gobierno, el rumbo del país pueda cambiar en seis años diametralmente como incluso el mismo mandatario prometió hacerlo, al igual que otros en campaña. Los mexicanos tan acostumbrados a las promesas falaces en tiempos de contiendas electorales.
Estamos enfrentando como en cada sexenio, cambios y reformas que nada impide sean modificadas y hasta abrogadas en tiempos futuros; lo que es pan de cada tramo de gobierno en las democracias del mundo. Pero lo que al país le hace falta de manera urgente, es el arranque hacia el desarrollo y no sólo atender áreas de manera parcial.
De nada servirá imponer un modelo personal de gobernar como la única salida para México, como igual lo hicieron Peña, Fox, Calderón, Zedillo y demás priistas.
La violencia que frena
El saqueo que por siglos y décadas ha sufrido México de gobiernos extranjeros y nacionales, requiere mucha estrategia y trabajo, pero sobre todo revertir las simulaciones en la educación, las oportunidades de empleo, los pírricos aumentos salariales, el combate simulado ante la carestía nacional y la que enfrentan millones de mexicanos, pero la que requiere un combate frontal urgente, es la explosión casi exponencial de la violencia e inseguridad que asola al país.
La cifra de homicidios crece en todo el territorio nacional, sin tregua, como si pendiera sobre nosotros una máquina de muerte. Hay perfiles específicos para ser presa de los criminales, pero no hay duda de que todos estamos en la mira, como si sobre cualquiera pudiera caer una bala perdida.
Nada puede reconfortar a una sociedad tan lastimada como la mexicana por la fuerza del crimen que se asoma casi en cada recoveco. Lo mismo delincuentes que quieren sangre, que igual saquean nuestro patrimonio.
Educación de excelencia, salarios bien remunerados, ataque frontal a la corrupción e impunidad, oportunidades de empleos, y luego a la vuelta de la esquina, el crimen que termina con vidas y familias.
Urgente atacar y desmembrar el Estado delincuencial paralelo que crece como un monstruo invencible y dejar el discurso mañanero para tiempos mejores.
Acta Divina… Andrés Manuel López Obrador, prometió una revolución para México.
Para advertir… Una Revolución requiere cimentar otros rumbos.
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