Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata
¿Qué bien le rinde al consumidor mexicano que existan 67 empresas semilleras que producen 380 variedades de maíz híbrido y que, en regiones indígenas del sureste, la vocación de las tierras se incline por las variedades criollas, si la soberanía alimentaria sólo se retrata en lontananza en los boletines oficiales?
En ese paisaje predominan dos cuadros: Las trasnacionales de los transgénicos siguen burlando normas prohibitivas y el mercado nacional sigue siendo el mayor importador del mundo de la gramínea, cuyo territorio seminal es América y especialmente México.
Contra los buenos propósitos conspiran dos hechos: El Presupuesto de Egresos de la Federación sigue tratando a la sociedad rural como una Cenicienta ya pasadita de años y los programas de “fomento” de la secretaría del ramo, con visión gerencial, arropa de preferencia a la agricultura comercial que, obviamente, se basa en la multiplicación de las ganancias.
En montañas del sur, 3 toneladas; en los valles del norte hasta 20
El contraste: En el sur-sureste, el uso de semillas criollas en la producción de maíz apenas alcanza para cosechar tres toneladas por hectárea; en los valles del noroeste, donde el productor dispone de créditos oportunos, semillas híbridas, de riego y de tecnología de última generación, el rendimiento es de entre 16 y 20 toneladas por hectárea-ciclo.
En el primer caso, todavía se habla de agricultura de subsistencia familiar; en el segundo, los excedentes se destinan a la fabricación de harinas con efectos de gravamen en los precios al consumidor último, sin garantizar siquiera que los procesados tomen en cuenta la salud en su ingesta.
Esa deprimente película volvió a exhibirse, entre la crónica cultural y la realidad, entre los que cultivan esperanzas en la autosuficiencia alimentaria y el justo pero desoído clamor de los excluidos en las políticas públicas, en ocasión del Día Nacional del Maíz, promovido ayer, entre otras, por la organización no gubernamental Sin maíz no hay país, que tomó el zócalo metropolitano y las plazas públicas de los estados para hacer escuchar su voz ante las representaciones de la 4T.
Lo cierto es el compromiso de comprar más a granjeros gringos
Ya puede instituirse el día del frijol, del arroz, de la papa, el chile o la cebolla y darse la biografía de cada variedad alimenticia y sus propiedades nutricionales. Seguimos dándole vueltas a la noria y gastando divisas extranjeras para pagar las crecientes importaciones de esos productos.
Los de la 4T intervinieron en algunas de esas movilizaciones, pero los de la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Social callaron ante el anuncio de Donald Trump de que, en la firma del T-MEC, México se ha comprometido a elevar sustancialmente las compras de agropecuarios a subsidiados granjeros estadunidenses.
Hace falta, pues, pasar del folclor a la ejecución de políticas que impulsen, de veras, la economía rural socialmente productiva. Sobre esta asignatura pendiente, no veremos señales en 2020, según la lectura del Presupuesto de Egresos.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.