El fallo del TEPJF obliga a “repensar” presente y futuro inmediato de una organización amenazada por el verticalismo presidencialista y el radicalismo.
Redacción MX Político.- Este sábado, un fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ha trastocado la planeación y la logística del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el instituto político que llevó al poder al presidente Andrés Manuel López Obrador y la mayoría de sus alfiles políticos en el país, hoy que busca por primera vez desde que está instalado en el poder, renovar su dirigencia nacional.
Yeidckol Polevnsky quedaría inhabilitada para postularse a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) porque fue electa Secretaria General en 2015; mientras que Bertha Luján no podría ser consejera -requisito para buscar la dirigencia- porque fue consejera nacional en 2012 y 2015, según el criterio aplicado por los magistrados del TEPJF en pleno “Día de la raza”, ahora modificado por decreto presidencial a “Día de las culturas”.
Por lo que del cuarteto inicialmente integrado por estas dos destacadas damas y por los legisladores Mario Delgado Carrillo, diputado federal y presidente de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados; como por Alejandro Rojas Díaz-Durán, senador suplente en la actual legislatura, queda ahora reducido a una dupla integrada por solo estos dos varones.
Circunstancia que debe motivar sin duda, a un proceso para subsanar el estatus del proceso, de entrada, por atentar contra la equidad de género en la lucha política interna de ese partido. Sería el mensaje más honesto de parte de esta nueva organización, que surgió contra las adversidades propias de un movimiento emergente, remontando y luchando contra las inercias tradicionales del sistema político mexicano.
Una voz oportuna es la de Alejandro Rojas Díaz-Durán, uno de los dos competidores que siguen en pos de la dirigencia.
Ha criticado a quien se perfila como el ganador, el diputado Delgado Carrillo, por representar su eventual llegada a la dirigencia nacional de Morena, la posibilidad de que la política se “presidencialice”, dado el carácter siempre vertical de las formas de hacer política de Mario Delgado a lo largo de su historia, al igual que el grupo político al que responde: el encabezado por el canciller Marcelo Ebrard Casaubón.
Y se reedita con esta contienda por la dirigencia que se reduce a dos contrincantes y a dos grupos políticos; a dos facciones del morenismo. Estas son la de los “marcelistas” y la de los “monrealistas”, pues es del dominio público que Rojas Díaz-Durán responde al grupo encabezado por el senador Ricardo Monreal Ávila, actual líder de la fracción morenista en el Senado.
Alejandro Rojas fue más allá incluso de una simple descalificación de su opomnente en redes sociales. Convocó a Polevnsky, Luján Uranga y Mario Delgado Carrillo a buscar un acuerdo “por la unidad de Morena” además, defendió que lo mejor es cancelar el Congreso Nacional y en su lugar aplicar tres encuestas y tres debates.
Rojas Díaz-Durán explicó incluso en un comunicado en su cuenta de Twitter, que la resolución SUP-JDC-1236-2019 del TEPJF evita que se ponga en función el criterio que la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena (CNHJ) determinó para interpretar los artículos 10 y 11 de los Estatutos del partido, mismo que permitía la reelección inmediata de dirigentes y consejeros del partido.
Lo que de entrada hace legalmente imposible que se desarrollen las elecciones internas para determinar a la dirigencia en este mes de noviembre y hace previsible una postergación que podría alargarse hasta entrado el año 2020.
Pero también, ante la posibilidad de que se queden solos en la contienda dos aspirantes varones, surgen un abultado número de combinaciones y posibilidades que harían más atractivo el proceso, facilitando la participación igualitaria de hombres y mujeres, en concordancia con el espíritu de la Ley de Equidad de Género, pero, sobre todo, en sintonía con la esencia de este gobierno de la 4 T, que privilegia la equidad de género y la igualdad de oportunidades en todos los órdenes.
Así entonces, se abre el abanico para que surjan por lo menos dos mujeres con liderazgo y estatura intelectual, que podrían “jalar la marca” de la opinión pública nacional, volviendo aún más atractivo el proceso.
Hablemos entonces, ¿porqué no?, de una Martha Lucía Micher Camarena, aguerrida y talentosa senadora guanajuatense, que ha sido leal escudera de los principios y los fines del proyecto de López Obrador, desde la cuasi-clandestinidad.
Defensora puntual de las mujeres que sufren de violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
Y también pensar, para sustituir la dupla, en una Imelda Castro Castro, congruente y brillante senadora por Sinaloa, que siendo niña, incursionó en las luchas de la entonces Corriente Socialista, movimiento académico al interior de la Universidad Autónoma de Sinaloa, que luchó por la autonomía universitaria y la defensa del sistema de Escuelas Preparatorias de aquella universidad estatal, frente al embate soberbio y abusivo (con uso de la fuerza policial) del gobernador Antonio Toledo Corro, aquel compadre de José López Portillo, a quien este habría nombrado previamente secretario de la Reforma Agraria y desde donde emprendió una andanada contra comuneros y pequeños, medianos y grandes latifundistas, mediante la táctica de “sembrarles invasiones” de supuestos precaristas.
Imelda Castro es una política que no hace aspavientos; su “mano derecha no percibe lo que hace su izquierda”; con una idea muy clara de lo que es la fraternidad y la ayuda al necesitado, ha vivido de su actividad como campesina comunera, en su natal Guasave. Ha sido de las principales promotoras para que el béisbol profesional volviese a aquella plaza en esta temporada recién inaugurada de la Liga Mexicana del Pacífico. La responsable de que AMLO fuese el padrino de la temporada. Goza de la confianza y el aprecio del presidente de la República; pero ante todo de la gente; de su pueblo.
Así entonces, con estas dos o más propuestas que podrían surgir, esa contienda interna podría ser subsanada o repuesta de inmediato y sin contratiempos.
Lo que no se valdría, desde un punto de vista romántico, moral, es que se queden solos en la lucha por el control político del partido, Delgado y Rojas.
Perdería legitimidad política.
hch