Lilia Arellano
“Nunca he observado que la honradez de los hombres aumente con su riqueza”: Thomas Jefferson
● Debacle de lideres charros
● Hernández Juárez con 43 años al frente de telefonistas
● Únicamente un amago de Carlos Aceves de dejar CTM
● Armando Neyra, 32 años al frente de embotelladores
● Víctor Flores: ya 24 años desfalcando a ferrocarrileros
Ciudad de México, 23 de octubre de 2019.- El sindicalismo charro mexicano parece haber llegado a su ocaso en el régimen de la Cuarta Transformación y la implementación de la reforma laboral indispensable para lograr la aprobación del nuevo trato de libre comercio entre Canadá, México y Estados Unidos, el T-MEC. A primera vista parecería el fin de lo que un avezado escritor llamó “el club de la eternidad”, de viejos dictadores y caciques depredadores, quienes han ejercido una gerontocracia antidemocrática en perjuicio de los trabajadores mexicanos, apropiándose de las estratosféricos recursos económicos de las cuotas sindicales en todo el país, sobre las cuales hasta el momento no hay transparencia ni control.
Sin embargo, no será un proceso fácil ni indoloro. Mucho trecho habrán de recorrer los trabajadores para ese efecto. La propia Luisa María Alcalde, titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), admitió a pesar de los cambios legislativos aprobados, los líderes sindicales quienes se han mantenido hasta por más de dos décadas en sus cargos podrán ser reelegidos, si así lo deciden los trabajadores. De esta forma, la determinación sobre la continuidad de cada líder será exclusiva de los afiliados, pero ahora mediante procesos plenamente democráticos, con fundamento en la nueva legislación en la materia.
De los líderes históricos del sindicalismo charro mexicano quien más tiempo ha permanecido en el liderazgo de su gremio es Francisco Hernández Juárez, en 1976 fue electo secretario general del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana y se ha reelegido en sucesivas ocasiones, acumulando a la fecha 43 años al frente de ese gremio. En 1987 fue electo presidente del Congreso del Trabajo y desde ahí formó un grupo de sindicatos, los cuales constituyeron en 1990 la Federación de Sindicatos de Empresas de Bienes y Servicios (FESEBS), de la cual fue secretario general fundador. Actualmente es secretario general y presidente colegiado de la Unión Nacional de Trabajadores.
De acuerdo a la investigación del escritor Francisco Cruz, en el libro Los Amos de la Mafia Sindical, Hernández Juárez ha sido un hombre muy moldeable, y ha sabido adaptarse a cualquier escenario político, ideología o partido, con lo cual ha podido mantenerse en primer plano, al frente del destino laboral de más de 32 mil trabajadores de Telmex, propiedad de Carlos Slim, así como de los 18 mil jubilados del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM). Su dirigencia no ha sido fácil pues ha sido acusado de complicidad “para no cubrir, desde la privatización de la empresa en 1990, miles de plazas vacantes; explotación de trabajadores sindicalizados; nepotismo; represión; negociaciones en lo oscurito para reducir el monto de las pensiones y hasta denuncias judiciales por malversación de fondos” como la de marzo de 1982 cuando fue acusado de disponer de 500 millones de pesos de las cuotas obreras.
El encumbramiento de Hernández Juárez se dio de la mano del ex presidente Carlos Salinas de Gortari y pudo sacar ventaja del proceso de modernización de Telmex y su posterior venta a Carlos Slim. Ha logrado mantenerse al frente de ese gremio a través de los métodos aplicados en general por el sindicalismo mexicano: “represión, despidos, hostigamiento a opositores, suspensión de derechos, nepotismo, destitución de delegados, negativa a tramitar prestaciones contractuales y sindicales”, etcétera. Cruz lo señala como “uno de los responsables de la subordinación de las organizaciones gremiales al gobierno y a los patrones reduciendo su papel al de celoso guardián de la política salarial en turno o simple espectador de funcionarios del gobierno federal que promueve el aniquilamiento de sindicatos y lideres independientes”.
Carlos Aceves del Olmo, dirigente de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) -desde 2010 aunque formalmente lo es desde 2016.-, el sector obrero del PRI, sólo amagó con renunciar pretextando “motivos de salud”, durante un acto de la presentación de un libro sobre la CTM, el cual fue convertido en un homenaje a su persona en el Castillo de Chapultepec. Por las “enfermedades raras” que lo tienen en silla de ruedas desde hace largos meses. “No tengo cáncer, pero supuestamente me tienen que cortar la pierna derecha… yo he dicho que cuando no esté bien no tengo que estar aquí”. Aceves matizó en una entrevista de banqueta –chacaleo-, “Si excepcionalmente tuviera que retirarme lo haré en la forma más limpia para la CTM”. No habían pasado ni tres horas de esta declaración, cuando la CTM informó su pleno nacional, integrado por los líderes de las federaciones y los sindicatos nacionales, expresó su “apoyo total al liderazgo” de Aceves del Olmo.
El cierre de filas en torno a Carlos Aceves, quien ha sido en tres ocasiones diputado federal y en dos senador de la República, se da en un momento histórico del sindicalismo mexicano, cuando ya arrancó la legitimación de los contratos colectivos de trabajo mediante el voto personal, libre, directo y secreto, producto de la reforma laboral impulsada por el régimen de Andrés Manuel López Obrador, presionado por las organizaciones sindicales de Estados Unidos como condición para firmar el nuevo trato económico con Canadá y el vecino del norte, conocido como T-MEC. La Secretaría del Trabajo, en manos de la familia Alcalde, ha otorgado la toma de nota a diversas organizaciones que entran al escenario para competir con la CTM. Mucha tinta habrá de gastarse aún en la testificación de la transformación del sindicalismo en nuestro país a partir de los cambios impulsados por la Cuarta Transformación.
El actual senador priísta Armando Neyra Chávez tiene 32 años como dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Industria Embotelladora y se ha constituido en uno de los bastiones obreros del PRI en el Estado de México, al frente de la Federación de Trabajadores de esa entidad federativa, la cual ostenta más del 80 por ciento de los contratos en el Edomex. Se ha desempeñado cinco veces como diputado federal, desde 1979, y diputado local en la XLIX Legislatura del Congreso del Estado de México. Es presidente vitalicio del Congreso Laboral del Estado de México.
Dentro de la lista de los 128 senadores mexicanos, Armando Neyra tiene apenas la primaria terminada. De acuerdo al sitio Nación 321, es integrante de las comisiones de Trabajo y Previsión Social de la Ciudad de México, así como de la Comisión de Protección Civil. A pesar de su currículum académico, gana 157 mil pesos mensuales en su labor como legislador. Esto es posible por los vacíos legales en la Constitución donde no se precisa que para ser senador deben cubrir estudios específicos, no obstante al ostentar un cargo importante en el Congreso de la Unión es por demás evidente se requiere de suficiente preparación académica.
Acorralado por la Cuarta Transformación, el ex senador Carlos Antonio Romero Deschamps se vio obligado a renunciar al liderazgo del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, donde ocupó el cargo de secretario general desde el 22 de junio de 1993, con lo cual acumuló 26 años en esa responsabilidad. Las acusaciones en su contra son múltiples e históricas: delincuencia organizada, fraude, extorsión, enriquecimiento ilícito, corrupción y tráfico de influencias, entre otros delitos los cuales están siendo investigados por la Fiscalía General de la República, en base a denuncias de la Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, y de trabajadores y jubilados petroleros.
Romero Deschamps ha sido 5 veces legislador de representación proporcional: 2 veces diputado y 2 veces senador. A lo largo de su liderazgo se ha visto envuelto en escándalos políticos, como el Pemexgate, y personales. Ha sido acusado –junto con sus familiares- de enriquecimiento ilícito, así como de una vida de lujo y despilfarro a costa de Pemex y su sindicato de trabajadores. Esos crímenes, de acuerdo a diversas fuentes, fueron cometidos con la complicidad de miembros de la élite política mexicana, indistintamente de su afiliación partidista. Desde su posición como senador del PRI y líder petrolero, fue uno de los principales promotores de la Reforma en materia energética propuesta e impulsada en el régimen de Enrique Peña Nieto, quien por cierto ni se despeina ante la persecución emprendida contra su grupo político, Atlacomulco, en esta gestión de Andrés Manuel López Obrador.
El líder del sindicato ferrocarrilero, Víctor Flores Morales, acumula 24 años al frente de ese gremio, en medio de acusaciones de fraude y desvío de recursos de los trabajadores ferrocarrileros. Como lo han publicado diversos medios de comunicación, Flores Morales acostumbre viajar cómodamente y bien acompañado, pues frecuentemente se le ve escoltado de mujeres mucho más jóvenes que él, con anatomías despampanantes y dedicadas al modelaje y pago por evento.
Un reportaje de Televisa reveló a principios de año el gobierno federal le paga a Flores Morales 1.5 millones de pesos mensuales y cada fin de año también recibe un bono de 17 millones de pesos, únicamente por representar a los jubilados de su sindicato. Las denuncias presentadas ante instancias gubernamentales aseguran que el fideicomiso ferrocarrilero establecido para pagar las pensiones de unos 56,372 jubilados hasta el último día de su vida “no se manejó con transparencia y los recursos fueron desviados”.
Un ejemplo, en 2007, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) encontró que en el padrón de jubilados fueron agregadas unas 600 personas que no trabajaron en Ferrocarriles Nacionales de México, sino que eran empleados del sindicato, un movimiento avalado por integrantes del comité del fideicomiso. En contraste, existen trabajadores quienes nunca recibieron su jubilación y llevan años en una batalla legal en las cortes para obtenerla.
A ALITO” SE LE DESMORONA EL PRI
Bajo la dirigencia nacional de Alejandro “Alito” Moreno, caracterizada hasta el momento por su sumisión al presidente Andrés Manuel López Obrador, como a tiempo advirtieron su competidores por la presidencia tricolor, tres líderes de bastiones del otrora partido aplanadora, el PRI, renunciaron en menos de una semana.
Carlos Romero Deschamps, ex líder del sindicato petrolero, fue obligado a renunciar acorralado por la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), la Fiscalía General de la República (FGR) y la Secretaría de la Función Pública (SFP); Joel Ayala, dirigente de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE), dimitió del Revolucionario Institucional por la ambición de convertir a esa organización gremial en un partido político; y Arturo Zamora, dirigente del sector popular priísta, la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), también se amputó de esa organización política.
Además, el líder de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Carlos Aceves, amagó con renunciar “por motivos de salud”, pero los dirigentes de federaciones y sindicatos nacionales le expresaron pocas horas después su “apoyo total a su liderazgo”, por lo cual todo parece indicar continuará con la tradición de salir “con los pies por delante”.
Apenas dos días después de la dimisión del líder petrolero, el dirigente de la FSTSE, Joel Ayala Almeida, con 21 años en ese cargo, difundió su separación del PRI tras una militancia de 40 años, con el objetivo de crear su propio partido político “independiente, plural y democrático”, con el respaldo de los trabajadores al servicio del Estado y, con ello, acceder a las multimillonarias partidas presupuestales que hasta ahora, por ley, tienen esos institutos políticos, y con la meta de ser una fábrica de legisladores y gobernantes, sin el padrinazgo de la dirigencia de Alejandro Moreno, quien más que un líder opositor, ha dado muestras de ser un dirigente satélite de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador y un aliado más de la Cuarta Transformación.
Joel Ayala, economista egresado de la UNAM, ha sido líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud de 1995 a 1998 y en ese año fue electo dirigente de la FSTSE. También se ha desempeñado como diputado federal del PRI en tres ocasiones y Senador de 2000 a 2006. Actualmente es nuevamente senador por representación proporcional.
Y Arturo Zamora, renunció a la secretaría general de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), el sector popular, profesional, comercial y empresarial del PRI, para, dijo, hacer una pausa a sus actividades políticas, pero aclaró seguirá siendo militante priísta. Zamora fungió como secretario general del CEN de ese instituto político en mancuerna con la entonces presidenta Claudia Ruiz Massieu.
DE LOS PASILLOS
Tras ser dispersados con gas lacrimógeno en la puerta mariana de Palacio Nacional, los presidentes municipales integrantes de la Asociación Nacional de Alcaldes (ANAC), advirtieron al presidente Andrés Manuel López Obrador: “no nos vamos a intimidar”, en voz de Enrique Vargas, presidente de esa agrupación. “Lo decimos claro, las y los alcaldes no nos vamos a intimidar porque nuestra batalla es justa y tenemos el apoyo de la gente. Hoy la política presidencial es clara: la mano dura solo aplica contra opositores”, declaró Vargas, quien subrayó: “las y los alcaldes estamos demandando un presupuesto suficiente y justo que se ejerza con institucionalidad, reglas claras, transparencia y rendición de cuentas”. En su conferencia matutina, López Obrador acusó los alcaldes estaban “muy agresivos” y justificó utilizar gas lacrimógeno para disuadir la protesta de los alcaldes panistas frente a Palacio Nacional “a lo mejor” previno una situación más grave.
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