Redacción MX Político.- A la memoria del Dr. Carlos de la Isla.
El 17 de octubre sí será un punto de inflexión, pero no el que Alfonso Durazo esperaba. Ese día comprobamos que la ineptitud mata. Un Presidente que dijo que resolvería el problema de inseguridad, madrugando para reunirse diario con su gabinete de Seguridad, dice que ni enterado estaba de que el jueves se realizaría el operativo más importante de su sexenio para arrestar al hijo del narco más poderoso en años. Si esto no se discutió en su junta diaria, ¿fue el beisbol el tema?
En pleno operativo, el jefe supremo de las Fuerzas Armadas tomó un vuelo a Oaxaca para un viaje irrelevante, sabiendo que estaría aislado más de una hora. Su irresponsabilidad no conoce límites. Si lo hizo para distanciarse del desastre, es además cobarde. Si él no dio la orden, ¿quién la dio? Si fue Durazo, urge su renuncia. Si fue el general Rodríguez Bucio de la Guardia Nacional o el general Luis Cresencio Sandoval, secretario de Defensa, es gravísimo que no informaran a su jefe.
López Obrador nos presenta un falso dilema. Tenía que elegir entre provocar una masacre o liberar al narco que aprehendieron. Eso es falso y absurdo. La alternativa era planear con profesionalismo un operativo quirúrgico para extraer rápidamente al detenido, sin dar tiempo a que sus sicarios reaccionaran.
Fueron por un narco, y en vez de eso liberaron a 55. El probable intento de darle una primera victoria a la Guardia Nacional resultó, por decir lo menos, un fracaso histórico y una vergüenza internacional.
La “humanista” decisión del Presidente costará más vidas. Vendrán ajustes de cuentas. Los narcos pueden ser persuasivos buscando a los soplones que colaboraron con las autoridades. Éstos serán seguramente torturados y asesinados, así como quizá sus familias. Por otra parte, se ha sentado un precedente terrible: el Estado claudicará si se siente acorralado.
Los dos cárteles más violentos, Zetas y Jalisco Nueva Generación, buscarán mostrar su músculo, y aprovecharán la certeza de que, después del fracaso, las fuerzas de seguridad del Estado reaccionarán con inmovilidad, al menos temporalmente.
Como dijo un colega en estas páginas, decidir cómo reaccionar ante el embate de organizaciones criminales no pasa por la hombría. Debe haber un propósito claro, una estrategia inteligente para lograrlo, y planes alternativos en caso de que las circunstancias cambien. Pero, sobre todo, debe quedarle claro a quien reta al Estado que hay líneas que no deben cruzar porque la reacción será demoledora contra quien lo haga. Eso incluye masacres de civiles, asesinato de policías, etc. En vez de eso, el jueves quedó claro que es barato desafiar a este gobierno.
Ya harta la “estrategia” de comunicación basada en mentir sin pudor y en “conferencias de prensa” llenas de paleros. Si la ineptitud de Durazo no basta para que renuncie, deben correrlo por mentiroso.
Como dice Alejandro Hope, alarma el desaprendizaje que ha ocurrido en este gobierno. En la última década, el Estado mexicano recorrió una larga curva de aprendizaje realizando múltiples operativos, cada vez más exitosos, para capturar blancos estratégicos en situaciones complejas.
Habíamos aprendido a hacer que la inteligencia se volviera operativa, y entendíamos la importancia de judicializar detenciones desde el primer momento, incorporando al Ministerio Público en el proceso. En vez de eso, se decidió marginar a los marinos, la fuerza de élite, y se planeó sobre las rodillas.
Me indigna la falta de respeto al Ejército. En tomas del enfrentamiento, vi un soldado que disparaba a los narcos mientras se deslizaba en un barandal, exponiéndose heroicamente. No concibo que un joven con una remuneración mínima, y cuyo esfuerzo nadie reconoce, muestre tal arrojo. El Presidente parece tener mucha más simpatía por victimarios que por víctimas. Ni siquiera va al funeral de los caídos en batalla. El hecho de que las familias de los militares fueran puestas en riesgo es imperdonable.
La pérdida de vidas exige, cuando menos, una investigación seria y un deslinde de responsabilidades claro. [Agencia Reforma]
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