Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
Para darle sentido al título de esta entrega, en vías de mientras los destinatarios de ese noble propósito son 50 millones de pobres, dicho con cifras de estadígrafos oficiales. Por algo se empieza.
Contrario sensu, nos parece que el contrasentido radica en que, para ese enorme segmento de la población, se lanza el programa de educación financiera, una iniciativa latente desde el primer sexenio del siglo.
¿Qué aprenderán los pobres, si su condición viene de la falta de ingreso, provocada por el desempleo y el subempleo y sus derivados: Empleo y salarios precarizados? Lo dice la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): La situación de los mexicanos se origina en el desigual reparto de la renta nacional.
Los educadores deben prevenir contra sociedades anónima
Es probable que, en eso de la educación financiera, se requiera invertir la oración por pasiva: Existe entre aquella población empobrecida una gran masa de jubilados y pensionados, familias indígenas dependientes de apoyos asistenciales. y millones de compatriotas cautivos de la economía informal, etcétera.
Sus ingresos están bancarizados al través de depósitos para cuya disposición se exige el uso de plásticos de débito. Con datos actuales, ¿cuántas quejas o denuncias tiene documentadas la Comisión Nacional de Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Bancarios y Financieras por operaciones irregulares presuntamente constitutivas de fraude?
Como sea, ya están aquí el Banco de Bienestar y el Instituto Nacional de Economía Social. Precisamente al director de esta institución, Juan Manuel Martínez Lovier, pertenece la convicción de que la economía debe ser de las personas.
Lo que nos remite a otro deslinde semántico: Personas son, individualmente, los 50 millones de pobres. Pero personas morales son aquellas identidades que son identificadas como sociedades anónimas, en cuyo caso están los bancos y las operadoras financieras por cuyos sistemas digitales circulan nóminas de pago, cobranza de cuotas para los fondos de retiro, etcétera, que, de repente, quedan en ceros en los estados de cuenta.
Dicho lo cual, sin embargo, el Banco de Bienestar y el Instituto Nacional de Economía Social, merecen el beneficio de la duda. Vale.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.