Por Mouris Salloum George*
Desde Filomeno Mata 8
El milagro mexicano se data entre los años de 1953 a 1970. Fueron años en que se aclimató el desarrollo estabilizador que no logró, sin embargo, convertirse en desarrollo compartido.
A mitad de los setenta, el gobierno mexicano firmó la primera carta de intención con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
No lo hubiera hecho: Entre 1982 y 1987, la desestabilización económica sentó sus reales en México. El Producto Interno Bruto (PIB) tuvo un comportamiento vacilante con año de crecimiento cero.
El fenómeno se reprodujo después del maquinado error de diciembre de 1994, en que la flecha de la gráfica descendió también a nivel cero en 1995, año en que fue requerido el salvataje financiero dirigido por la Casa Blanca al través del Departamento del Tesoro.
Salida de párvulos: La Cruzada Nacional contra el Hambre
Años de sube y baja en el nuevo siglo, el suplicio de Sísifo cargó de nuevo contra los mexicanos en la transición presidencial 2012. Los palos de ciego desde el gabinete económico fueron marcados por la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Del populismo al neoliberalismo, pues, la tonada es decimonónica: Cangrejos al compás/ marchemos hacia atrás: Tras, tras, tras.
Desde la crisis financiera desencadenada desde los Estados Unidos (2007-2009), el paisaje socioeconómico de México no cambia. A la luz de los hechos latinoamericanos en Argentina, Perú, Ecuador y más recientemente en Chile, el oleaje sacude el continente.
El detonante de la nueva insurgencia social en la región tiene un epicentro común: Acciones de política económica asumidas por los gobiernos de aquellos países, cuya fuente es, no es necesario buscar en Roma: Todos los caminos conducen al FMI.
El escape suicidad: La Jaula de Daniel
La tentación para salir del oscuro túnel mexicano radica en que el FMI, desde hace al menos una década, tiene dispuesto un crédito “flexible”, que inicialmente se estipuló en más de 70 mil millones de dólares.
Esa es la jaula de Daniel, a cuyas aceradas rejas se incita a la Cuarta transformación.
Ayer, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía dio su reporte de las variables económicas fundamentales de la macroeconomía en los primeros tres trimestres de 2019: No hay nada que celebrar.
Se nos aparece el optimismo del gallego, en cuyo vuelo a Nueva York la azafata avisó: La temperatura en la ciudad está en cero: Y dijo el Babalucas: Perfecto, ni frío ni calor.
Un soplo de aliento viene de la CEPAL
En el dramático trance, sólo la Comisión Económica para América Latina (Cepal) nos tiende magnánima un cobertor: Existen signos de que, al terminar el año, México estará en aptitud de evitar la recesión.
Todo depende de que, el resto de confianza de inversionistas y consumidores encuentre, de veras, en los Criterios de Política Económica para 2020, algo a qué apostar.
¿A la puesta en marcha, aquí y ahora, del nuevo Tratado de Libre Comercio, T-MEC? ¿Al relanzamiento de las potencias de Petróleos Mexicanos? ¿A un Presupuesto de Egresos para el desarrollo? ¿A la pacificación del país? ¿A un impase en la guerra comercial de Estados Unidos contra China?
El reto es tener alternativas soberanas. Seguir en las fauces del FMI equivale a tratar de escapar de la sartén, para caer en el fuego. Ya basta.
*Director General del Club de Periodistas de México, A.C.