Virgilio Caballero:
“Los medios son corresponsables de lo que sucede en el país”
La libertad de expresión no se puede ejercer a plenitud cuando está uno en un medio de comunicación porque la realidad política es generalmente opresiva contra esa libertad pero aún en las peores condiciones de opresión siempre hay salidas, resquicios, rendijas por las que se puede colar el periodista que tenga dignidad e ideales.
Por Abraham Gorostieta/
Insight México Online
Si habría que definir en una sola palabra al periodista Virgilio Caballero sería la palabra “Maestro”. Pese a su madura edad, es uno de los más longevos en el oficio. Con seis décadas y un lustro en la talacha periodística, ha formado a innumerables generaciones de reporteros. Es un referente en la historia del periodismo mexicano contemporáneo.
Cuando le han preguntado una y otra vez sobre sus convicciones y principios las palabras honradez y honestidad afloran como sus principales principios éticos.
“Me siento en plenitud”, dice el veterano periodista que ya desde los 16 años de edad mientras estudiaba para profesor normalista ya daba clases a sus compañeros. Fundador de medios públicos de radio y televisión, de medios privados, de agencias de noticias, ha sido director, reportero, redactor y editor, y pronto aclara: “No tenemos nada más que la voluntad de ser nuevos periodistas, más que la voluntad de servir a la sociedad”.
El doctor Trejo Delarbre ha escrito que el periodista “Virgilio Caballero ha tenido presencia muy notable en Canal Once, en sistemas de radiodifusión estatales, en oficinas de comunicación, en diarios y revistas. Es un periodista comprometido con su trabajo, con su público y con una comunicación al servicio de la sociedad. Esa perseverancia le ha merecido el aprecio de numerosos colegas suyos”.
Antes de inmiscuirse en la disputa por un cargo legislativo un trabajo de don Virgilio se transmitió en el canal universitario en un programa que se tituló Revelaciones, que fue coproducido por el estado de Guerrero. Era un programa que rescataba las historias de periodistas que deciden correr el riesgo de informar, de evidenciar la corrupción, de exhibir a políticos y empresarios. Esta actitud, meramente profesional, ha costado a muchos periodistas su tranquilidad, su economía, su empleo, el exilio e incluso, la vida. El programa recupera la memoria y documenta, a través del trabajo de los periodistas invitados, la impunidad con la que algunos políticos ejercen el poder.
Tras una larga y reconocida trayectoria se desempeña actualmente como diputado federal electo bajo las siglas del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que acaudilla Andrés Manuel López Obrador.
Y nací sobre tu suelo, y me críe sobre tus playas…
Su hablar es pausado, lento y en voz baja como si acariciara las palabras. No tiene el acento norteño de su tierra natal, Tamaulipas. Nació en el puerto de Tampico, cuya ciudad comenzó en 1883 con la construcción del ferrocarril y el descubrimiento de los yacimientos petrolíferos en el Golfo de México que fueron explotados por las compañías norteamericanas y durante la Revolución Mexicana el puerto fue ocupado por las tropas de Estados Unidos, que partieron del lugar en 1938, fecha de la expropiación petrolera decretada en el gobierno de Lázaro Cárdenas.
Cuatro años después de ese acontecimiento fue que nació Virgilio Dante Caballero Pedraza, un 24 de febrero de 1942, justo cuando el mundo se encontraba envuelto en la Segunda Guerra Mundial, en esos años su familia emigró a la Ciudad de México. El periodista recuerda:
Llegamos a la Ciudad de México en 1944. De Tampico a la capital del país, mis padres llegaron con ocho hijos. En el puerto se pusieron las cosas muy difíciles para ellos. Mi padre se dedicaba a administrar una arena de Lucha Libre propiedad de su hermano. Ahí se presentaban El Santo, Blue Demon y El Bulldog a luchar. La esposa de mi tío era la que manejaba las finanzas de la empresa. Las cosas se pusieron difíciles por asuntos familiares y mi padre decidió emigrar a la Ciudad de México.
Su padre, don Enrique Caballero Romo, “un caballero de tiempo completo, hombre honesto”, subraya don Virgilio, pronto se hizo de un trabajo y así comenzó a escribir su propia biografía. Justo en la época en que los grandes muralistas Rivera, Siqueiros y Orozco repartían su arte en todo edificio público de la capital. En el cine triunfaban las “exóticas” como se les llamaba a las bailarinas que mostraban el ombligo, como la escultural Tongolele. Pero más aún, las películas de “rumberas y cabareteras” se consumían por montones; melodramones que había que verlos con docenas de pañuelos.
Pedro Infante ya era figura nacional y recién se estrenaba Nosotros los pobres y Germán Valdés Tin Tan era el cómico estrella que desbancaba un poco a Cantinflas. Pero lo que pegaba en esas fechas era el mambo. En esos años aparece el dotadísimo escritor mexicano Juan José Arreola con Varia invención y José Revueltas publicaba Los días terrenales.
El periodista recuerda nuevamente los años que le tocaron a su progenitor:
Mi padre al llegar a la Ciudad de México se dedicó toda su vida a ser policía civil. También perteneció al servicio secreto, no de la DFS. Había dos entidades: el servicio secreto de la Jefatura de Policía de la Ciudad de México y la DFS de Gobernación. Yo he dicho que ser un hombre honesto entre gente honesta no es ningún mérito. Pero ser gente honesta entre truhanes y rufianes no solamente es un acto de vida verdaderamente muy difícil sino también un ejemplo. A mi padre le tocaron las épocas malas de la policía y desde luego la época de Alfonso Durazo. Mi padre era mal visto entre sus pares. Lo marginaron toda su vida. Pero esa honestidad lo hizo brillar toda su vida como persona y como padre, fue un ejemplo de vida.
Dice el premio Nobel de Literatura, John Maxwell Coeetze que los libros marcan a una persona durante toda su vida. Así le sucedió a don Enrique Caballero, quien leía mucha literatura clásica griega, es por eso que a sus hijos los registró con nombres de los helenitas: Virgilio Dante; Homero Ovidio; Aulio Arquimides, por citar algunos. El veterano periodista recuerda que a los once años de edad inició sus propias lecturas. En su niñez trabajaba en un negocio de venta y arreglos mecánicos a tractores y autos para el campo, ahí era el mensajero de los mecánicos. Cuenta el Maestro Virgilio: “Ahí los trabajadores se reunían y tenían una especie de club en un departamentito en el que jugaban domino, ajedrez, cartas. También tenían una biblioteca pequeña que cuando se deshizo el club y dejaron el departamento me heredaron los libros. Constaba de dos libreros. Así que a la edad de 14 años tenía mi primera biblioteca”.
Baby boomers es como los historiadores clasifican a las generaciones que nacen durante las guerras. Virgilio Caballero estudia en la Escuela Nacional de Maestros, la Normal, en el tiempo en que los profesores eran varios de los legendarios estridentistas como Arqueles Vela y Germán List Arzubide. En su familia ‘el y sus diez hermanos se recibieron de maestros, recuerda el periodista: “Mi madre se encargó de convencernos a los que no queríamos serlo, que bueno que lo hizo porque ser maestro es una profesión bellísima”.
Y la voz de Virgilio se hace más suave al recordar a su madre: “Mi madre estudió hasta cuarto año de primaria en el poblado de Oro México de dónde nació ella. Se conoció con mi padre en Tampico. Mi madre fue hija de una guerrillera de Pancho Villa”, dice orgulloso de su pasado.
En 1960 México era gobernado por Adolfo López Mateos, que para complacer a la derecha reprimió fuertemente a la izquierda, sobre todo a los obreros y ferrocarrileros e hizo encarcelar a David Alfaro Siqueiros, a Filomeno Mata hijo y al líder sindical Demetrio Vallejo, además le gustaba echarse sus arrancones en su auto deportivo y le fascinaba viajar, cosa que hizo por toda América Latina, el Caribe, Europa, la India, Japón, Filipinas y Egipto. A tal grado que se le empezó a decir “López Paseos”. Pero México era otro donde grupos conservadores emprendieron la campaña “Cristianismo sí, Comunismo no”.
En esos años Virgilio Caballero se recibió de profesor y comenzó a dar clases teniendo apenas 16 años de edad. El sindicato magisterial estaba en pugnas internas. Por un lado estaba el líder magisterial Othón Salazar y por el otro Carlos Jonguitud. El periodista enfatiza: “A mí no me interesó pertenecer a ningún grupo sindical”.
Prolífico desde pequeño, lo fue de joven. Estudiaba la preparatoria y la normal al mismo tiempo. En la mañana una y por la tarde en la otra. Tenía también un programa de radio de 7 a 8 am, de lunes a viernes. Don Virgilio confiesa:
A los 7 años de edad tuve un programa de radio. Recién llegados de Tampico mi madre escuchó en la radio que la estación XEB buscaba a un niño y una niña para hacer un programa de radio de niños para niños. Me tomó de la mano y me llevó –nos perdimos porque mi madre no conocía la ciudad, en lugar de ir a la calle de Buen Tono número 6, donde estaba la XEB, fuimos a dar a la calle de Buen Tono pero en la colonia Industrial–. Cuando llegamos a la XEB pues ya habían pasado muchísimos niños a hacer su prueba. Al final llegamos una niña, Hilda Carmona, y yo. Nosotros dos nos quedamos y ese mismo día nos dieron la noticia. Entró a trabajar a la radio a los 7 años y ya no salí.
El programa se hacia todos los días, se llamaba –primero– La Legión del amanecer y después La patrulla juvenil. Fue un programa que duro 11 años. “Alguna vez le pregunté a mi madre porque me tomó a mí de la mano y me llevó al programa. Y me dijo que ‘no sé, a mí me pareció que tú servías para eso’. Y con esa frase fue más que suficiente y determinó mi vida”, narra el periodista.
Además de dar clases como maestro, estudiaba en la UAM Xochimilco la carrera de Antropología y luego Comunicación. “Soy Antropólogo Etnólogo”, dice orgulloso don Virgilio, quien antes estudió Derecho durante tres años, “mi familia quería que fuera abogado”. También realizó la carrera de comunicación, “prácticamente no existía y como muchos periodistas nos formamos en la práctica. No había donde estudiarlo pero tampoco parecía necesario estudiarlo, el periodista se hacía en el oficio”.
En 1969 fue contratado por la agencia internacional de noticias Inter Press Service para fundar junto con otros dos compañeros la oficina de esa agencia en México. “Hacíamos periodismo de corte internacional y de investigación nacional”, rememora don Virgilio.
El periodista
¿Qué es el periodismo, oficio o profesión?
Es un amor. Amor hacía los demás reflejado en un oficio que tiene que ver con la capacidad de compartir lo que se sabe, lo que se investiga, lo que se piensa. Tiene que ver con la necesidad de investigar la vida y relacionar los hechos entre sí, para poder explicar cotidianamente lo que ocurre en un país o en una circunstancia determinada y tener la capacidad de compartirlo con los demás.
El periodismo es una materia que tiene que ver con la investigación social. Desafortunadamente en México no se practica un buen periodismo porque no se hace investigación. Es rarísima la ocasión en que los medios escritos y no digamos los electrónicos llevan a cabo investigación. El periodismo de México, en términos generales, casi absolutamente, casi, es vocero de los que detentan el poder. Hay demasiada declaracionitis. El periodismo mexicano por desgracia se hace con boletines y declaraciones.
Usted ha expresado que el periodismo mexicano ha estado cerca, muy cerca del poder. Pero eso ha sucedido siempre, desde la época colonial, el periodismo mexicano no puede desligarse del poder…
En el caso de la televisión es el poder incluso, ya no acompaña al poder, ya no lo auxilia, la televisión esta convertida en El Poder. Televisa y Tv Azteca gobiernan sobre los tres poderes legales del país. Hay demasiados episodios que así lo demuestran.
Los periódicos, los medios siempre acompañaron al poder desde la Colonia, pero en estos tiempos los medios sí son un poder real. Desde la Independencia a nuestros tiempos no ha existido un periodismo que exprese a la sociedad, que le dé voz. Los episodios en que participan personajes sobresalientes y extraordinarios como Ignacio Manuel Altamirano, Francisco Zarco, Guillermo Prieto o los hermanos Flores Magón o Manuel Buendía o Miguel Ángel Granados Chapa son las excepciones de un comportamiento que tienen que ver más con el ejercicio abyecto del poder que con la necesidad de comunicar.
Oiga, pero también hay un mal ejercicio del periodismo de parte de quienes lo ejercen, empezando por quienes lo estudian: mala redacción, pésima ortografía, poca capacidad para investigar…
Es que hay una mala formación, una pésima ética, una ausencia de valores que tengan que ver con el oficio, búsqueda del acomodo personal, aprovechamiento de la relación con el poder para medrar. Hay muchos que se han hecho de muy buenos centavos, que digo centavos se han hecho millonarios con el periodismo.
Esa ha sido la práctica de la historia del periodismo mexicano, en términos generales, y si lo analizamos bien, ahí podemos encontrar la explicación de lo que sucede actualmente. Los medios no son corresponsables sino responsables de lo que en buena medida sucede en el país. Y en los últimos 40 años la televisión de manera sobresaliente.
¿Por qué considera que la Libertad de expresión es una utopía?
La libertad de expresión es una utopía porque es un ideal. Es difícil ejercerla aunque esta fundamentada en un precepto constitucional como ocurre con otras leyes que tienen que ver con el ejercicio personal del Derecho. La libertad de expresión no se puede ejercer a plenitud cuando está uno en un medio de comunicación porque la realidad política es generalmente opresiva contra esa libertad pero aún en las peores condiciones de opresión siempre hay salidas, resquicios, rendijas por las que se puede colar el periodista que tenga dignidad e ideales.
El periodista tiene que reportear, investigar, ese es su trabajo, con eso gana para sí, aunque lo censuren. Los periodistas tienen que hacer su trabajo lo mejor posible. Así transforma su entorno inmediato, si lo censuran, el tiene su trabajo y eso lo irá formando.
Una vida en los medios públicos
Durante el gobierno de Luis Echeverría la economía era absorbida por muy pocos y éstos obtenían súper ganancias mediante salarios siempre bajos e insuficientes. El sector agrícola había generado divisas, materias primas y mano de obra barata pero la injusticia en el campo era dolorosa.
En 1970 Virgilio Caballero es contratado por la Agencia de Noticias Mexicanas, Notimex, que se creó en 1968 para ser la generadora de noticias durante los juegos olímpicos celebrados en México. Al ponerse en marcha, la Subsecretaría de Radiodifusión de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes el 2 de diciembre de 1970, Horacio Estavillo Laguna fue nombrado como director de la naciente agencia Notimex.
Don Virgilio a su vez fue nombrado Jefe de Redacción durante cuatro años, primero bajo la dirección de Estavillo, después de Rolando Ortega Calderón. En un principio, Notimex brindaba servicio noticioso exclusivamente en territorio nacional, especialmente a la televisión mexicana, en la que cubrió durante cuatro años más del sesenta por ciento de los contenidos de los programas noticiosos de Telesistema Mexicano, ahora Televisa.
Pero Echeverría, al final de su sexenio, se peleó con todo mundo. Con los empresarios, particularmente después del asesinato del regiomontano Eugenio Garza Sada, entonces se dio la ruptura con el poderoso grupo Monterrey y por lo tanto con Televisa. Echeverría rompe con Julio Scherer y su grupo. Se distancia del sector obrero. Y hasta de su propio partido, el PRI.
Eran años de efervescencia periodística. En 1976, Virgilio Caballero, creó, dirigió y condujo Del Hecho al Dicho, primer programa de análisis y debate político en la Televisión Nacional, en donde tiene una participación semanal el periodista Manuel Buendía. En 1977, don Virgilio entra como Director General de Noticieros de Canal 11, y ahí crea y dirige el noticiero Enlace, competencia al de Jacobo Zabludowsky, 24 horas. En canal Once permanece tres años.
En 1980, crea, dirige y conduce Onda Política, primer programa de análisis y debate político en la radio pública. En ese mismo año emigra entonces a otro canal público, el 13 de Imevisión donde fue Director General de Noticieros, ahí concibió el programa Frente a los hechos, donde él mismo era el conductor. Virgilio recuerda esos años:
Trabajé en Imevisión, en la época de López Portillo, de De la Madrid y de Salinas. Me tocó formar a Javier Solórzano y luego, después se incorporó Carmen Aristegui, que es parte del mismo proceso.
También en Imevisión, Virgilio Caballero ideó y condujo el noticiero Día con día. Nuevamente el periodista rememora:
Joaquín López Dóriga entró a Imevisión cuando yo salí de la dirección de noticieros de Canal 13. Yo había hecho un programa de televisión que se llamaba Día con día, era el noticiero principal que se transmitía en las noches. Al entrar López Dóriga hizo un noticiero tránsfuga, falso. A Joaquín, Televisa lo envió al Canal 13 para viralizar (sic), para enfermar a la televisión pública. Ahí, López Dóriga hizo un noticiero que llamó Día siete.
Y sentencia:
La privatización de Imevisión vino después de ese contagio que Televisa provocó desde adentro. Metió a gentes como López Dóriga, a Pedro Ferriz Santacruz, y otros. Así se preparó lo que venía, la privatización de un canal público.
En Imevisión el periodista fue creador y conductor de los programas y series televisivas La otra frontera; Fronteras; Chicanos; Mexicanos de allá; y Punto de encuentro.
En 1982, Virgilio Caballero fundó Radio Televisión del Estado de Sonora, durante el mandato del gobernador Samuel Ocaña García. En 1983, también concibió y fundó el Sistema Quintanarroense de Radio y Televisión, siendo director general por cinco años, durante el mandato del gobernador Pedro Joaquín Coldwell. El veterano periodista explica:
Fundé los sistemas de radio y televisión de Sonora, de Quintana Roo y de Oaxaca. Soy un creador de medios públicos. He desarrollado mi carrera profesional en los medios públicos. En ello he hecho el 95 por ciento de mi vida como periodista. Estoy absolutamente convencido que los medios públicos son una alternativa para enfrentar el poder casi absoluto de los medios mercantiles. Me parece que el medio público por excelencia debería de ser democrático. En los medios que me ha tocado fundar, esa ha sido la pelea, hacerlos que funcionen en servicio de la sociedad y no de los gobiernos que los marginan. El poder de los gobernadores es un poder tiránico absoluto pero se puede hacer periodismo haciéndose respetar.
Durante el mandato del gobernador oaxaqueño Heladio Ramírez López, don Virgilio fundó el Instituto Oaxaqueño de Radio y Televisión, del fue director de 1988 a 1992. Pero la tarea no resultaba sencilla pues había muchas carencias: “En los estados dónde me tocó fundar radio y televisión pública lo primero que había que hacer era capacitar a nuestro personal. En Oaxaca o Quintana Roo no había escuelas de comunicación. En ese ejercicio de formación de comunicadores siempre fuimos muy estrictos. Veíamos las necesidades del entorno social inmediato. No había modelo que seguir, había que inventarlo, idearlo. Cuenta el periodista:
Pudimos hacer que la televisión pública y la radio pública de Quintana Roo se hiciera en dos lenguas, igual en Oaxaca, solo que en 17 idiomas. Todo esto con el terror de los caciques y gobernadores que veían su poder amenazado, un insulto a su poder: ¿indígenas en la pantalla, hablando sus lenguas y mostrando su vida, sus ocupaciones, sus preocupaciones? Era un insulto. Lo pagamos con atentados muy fuertes. Fueron cuatro atentados de muerte en Oaxaca.
Y enseguida enfatiza:
Los medios públicos son de Estado y por lo tanto son de la sociedad, no del gobierno. Es absurdo confundir Estado con Gobierno y que cuando se hable de medios públicos, porque los gobiernos los subsidien obligatoriamente, se confunae que los medios deban de servir a los gobiernos o gobernadores y no a la sociedad. Y esta confusión es deliberada. La patrocinan los propios gobernantes y los empleados de gobierno que manejan los medios públicos; ellos cumplen tranquila y felizmente la función de agoreros y repetidores de las canalladas y las grillas de los gobiernos.
Esto no puede ser. La Reforma que acabamos de pasar ya puso una clausula al artículo 10 de la Constitución donde se establece que los medios públicos están obligados a tener independencia editorial, autonomía de gestión, capacidad de buscar sus propios recursos para su propio financiamiento, transparencia y facultad para formar sus propios equipos de trabajo.
Virgilio Caballero es también cofundador y planeador por parte de la UNESCO, de la primera televisora regional de Cuba, la Televisión Serrana, en la Sierra Maestra, Provincia Granma.
Otra vida en los medios privados
¿Cuál es su opinión personal y profesional sobre el empresario Ricardo Salinas Pliego?
Ricardo Salinas Pliego es que es un hombre sin escrúpulos. La competencia que se dice que creó con Televisa fue una ficción. Imevisión privatizada se dedicó a repetir los esquemas de dominación y dizque entretenimiento que en realidad es estupidización de la colectividad.
Además demostró que puede ir mucho más allá: tomó por asalto el Canal 40. Cuando lo hizo nos enteramos de que los dueños de televisoras tienen cuerpos paramilitares que pueden emplear cuando crean necesario y no hay autoridad que lo limite. Se robó una señal y no pasa nada. Fue televisado ese robo y no pasó nada.
Él era el accionista del 5 por ciento de las acciones del Canal 40. Yo fui cofundador de ese canal y trabajé ahí dos años y medio. Con ese 5 por ciento se sintió con derecho para apropiarse del canal y lo hizo y las autoridades simplemente respondieron: “¿Y yo por qué?”
Entonces ¿Cuál es su opinión personal y profesional sobre el empresario Javier Moreno Valle?
Javier Moreno Valle fue un verdadero precursor en los medios privados. Un tipo con una dignidad y una decencia incomparables. Esta actitud le costó incluso tener que abandonar el país, perseguido por unas deudas con la Secretaría de Hacienda, incluso en Estados Unidos. Estuvieron impidiendo durante años que él pudiera conseguir la residencia en Estados Unidos. Ya la consiguió. Yo lo conocí cuando el canal estaba por fundarse. Ya había dos intentos de fundarlo que se frustraron. Me invitó y junto con otros periodistas sacamos al aire al Canal 40.
La irrupción de esta señal renueva la manera de ver a los noticiarios y a los programas de contenidos noticiosos. ¿De quién fue la visión de dar frescura e innovación a los noticieros en Canal 40?
Fundamentalmente de Moreno Valle. De su inquietud. Él quería hacer un periodismo distinto, crítico, independiente y que pudiera servir a la gente. Hubo periodistas que no lo entendieron, por eso se frustró dos veces la salida al aire del canal. Los que nos identificamos con esta idea fuimos acercándonos a Javier y sacamos el Canal.
Los planteamientos políticos de fondo y la inquietud periodística se deben a Javier. Me salí del 40 cuando Javier se asoció a Ricardo Salinas Pliego. Yo vi venir todo desde antes. Además no quería trabajar para un hampón como Ricardo Salinas. Así se lo dije al responsable de la Coordinación de la Información, Ciro Gómez Leyva, quien nos informó una tarde que el Canal 40 se iba a asociar con Tv Azteca y yo pregunté: ¿Y ahora a nombre de quién pido entrevistas, de Canal 40 o de Tv Azteca? Me parece una conducta provocadora, dijo Ciro. Sí es a nombre de Salinas Pliego mejor me retiro ahora mismo. Y me fui.
El programa de Realidades fue innovador en la forma en la que presentaba sus contenidos, las entrevistas duras y frontales. La contextualización de la noticia. ¿A quién se le ocurrió?
Realidades es un concepto que yo hice. Era un programa que se transmitía tres veces por semana y los conductores eran Denise Maerker, Denise Dresser y yo. Cada uno un día. Y gracias a Moreno Valle teníamos esa apertura. Fue un equipo que logró aglutinar en torno a su figura: Ciro Gómez Leyva, Raymundo Riva Palacio, Jorge Fernández Menéndez, un equipo importante al que tuvieron que reprimir o silenciar de la peor manera. Hicimos televisión pública, eso me queda claro a mí.
Hablando de empresarios, ¿me podría dar su opinión sobre la familia Azcárraga?
Mi opinión sobre la familia Azcarraga tiene que ver con el desarrollo de una subcultura política impuesta por el priismo. Esta subcultura es de anulación de la voluntad popular en los hechos y de vivir con un doble discurso político, social y “democrático”.
Ellos han formado a cuatro generaciones de mexicanos de acuerdo con los desvalores de Televisa. Una gran mayoría de mexicanos viven, comen, aman, lavan, duermen, piensan, consumen, creen, sueñan, prejuician, discriminan, golpean como Televisa se los ha dicho. La verdadera institución educativa-social en México es Televisa, no la SEP. La Televisión es incisiva y tremenda en su capacidad de control, aunque, también de liberación, ojo eh, la Televisión puede ser un gran medio de comunicación con la sociedad, un gran medio de difusión cultural, política y educativa.
De regreso a las pantallas públicas
Como periodista en Canal 40, Virgilio Caballero cubría la fuente en el Congreso de la Unión. Es en esos años e donde empieza a fraguarse la creación del Canal del Congreso, el periodista recuerda: “Había habido una experiencia muy interesante, el poder legislativo se acercó a Javier Moreno Valle para que empezáramos a transmitir sesiones completas de la Cámara de Diputados y a mí me comisionó el Canal 40. Me aceptaron con gusto en el Congreso y ese fue de hecho un ensayo de lo que iba a hacer el canal legislativo”. La vida en México tomaba un nuevo rumbo: la alternancia en el poder. Vicente Fox era un carismático candidato que se perfilaba como el victorioso presidente electo. Y como nunca, en el Congreso de la Unión la vida era demasiado activa, ágil, movida. Javier Moreno Valle y Ciro Gómez Leyva vieron la necesidad de tener un reportero que transmitiera desde el Congreso. Don Virgilio recuerda:
Armamos un estudio en un balcón de la Cámara. Ahí transmitía las sesiones e invitaba a diputados a conversar. Ese fue el prólogo del Canal del Congreso. Luego me hicieron una invitación formal para que fundara y planeara el canal, todo esto en 1999. La invitación vino de la Comisión de Radio y Televisión que presidía el diputado Javier Corral y de la cual era secretario Marcelo Ebrard.
Así, en el año 2000, Virgilio Caballero puso al aire y dirigió el Canal del Congreso de México durante cuatro años. En estos años la relación laboral no fue armoniosa, por decir lo menos. Durante dos años Virgilio Caballero, fue acosado sistemáticamente por legisladores del PAN y del PRI que recurrentemente lo daban por renunciado, bajo argumentos que iban desde malos manejos en los recursos económicos y hasta proclividad a dar más voz al PRD y al PT, o haber transmitido, sin cortes, la toma violenta del Palacio Legislativo de San Lázaro en 2003.
Al final, la presidenta de la Cámara, Beatriz Paredes, comunicaba su decisión de despedir al periodista pues “se le perdió la confianza”. Todo un escándalo se armó. La historia la rescata el doctor Raúl Trejo Delarbre en su muy leída columna en el diario La Crónica:
… los diputados conocieron la separación de Virgilio Caballero de la dirección del Canal del Congreso.
… A Virgilio Caballero, la diputada Paredes lo quiso destituir después de un prolongado litigio que ella misma había alentado cuando comprobó que el director del Canal del Congreso actuaba, con pleno profesionalismo, sin atender a instrucciones de carácter partidario. Durante varios meses ese periodista, cuya trayectoria demuestra una honestidad y una eficacia a toda prueba, se encargó de construir una estación televisora al servicio de la sociedad. Ubicado al margen de banderas políticas y sin caer en las pequeñas maquinaciones burocráticas de los grupos de interés que deseaban presionarlo, Caballero le dio al Canal el prestigio que ahora tiene entre quienes se interesan por los asuntos públicos en nuestro país.
… La prueba más importante para el profesionalismo del Canal ocurrió hace una semana, el martes 10, cuando una turba de miembros de El Barzón y otra más de profesores disidentes asaltaron el Palacio Legislativo. El Canal, que estaba transmitiendo la sesión en la Cámara de Diputados, mantuvo abierta la señal y sus televidentes pudieron constatar la grosera agresión que se perpetraba contra el Poder Legislativo.
… Aquella transmisión ha sido celebrada por numerosos comunicadores. La oportunidad, la seriedad e incluso la valentía con que conductores y camarógrafos del Canal ofrecieron en directo las imágenes de la agresión al Palacio Legislativo, constituye el mejor documento de esas horas difíciles. Junto con tales escenas, el Canal mostraba opiniones de diputados de diversas fracciones que condenaban el amago del que estaban siendo víctimas.
… En medio del desconcierto de aquel día dentro del salón de sesiones se propagó la versión de que el Canal estaba difundiendo comentarios adversos a los diputados, o de que solo presentaba opiniones de una fracción parlamentaria. Esa especie la esparció, entre otros, la diputada priista Lorena Beaurregard. Todavía con los agresores a las puertas de la Cámara el coordinador de los diputados del PAN, Felipe Calderón, exigía a gritos a Caballero y acompañando esta frase de expresiones soeces: “¡que ya le pare, que defienda a la Cámara!”.
… El director del Canal no suspendió la transmisión a pesar de las insistencias de varios legisladores. Entendió que su obligación no era complacer los afanes censores de los diputados sino dar a conocer lo que estaba sucediendo en San Lázaro.
… Quienes vimos esa transmisión en vivo, pudimos constatar que los conductores entrevistaban a diputados de todos los partidos. Así que es completamente falsa la versión de que el Canal “censuró a los diputados de distintas fracciones parlamentarias” que la diputada Beaurregard reiteró la madrugada del lunes en la Cámara. Tampoco se sostiene la acusación de la diputada panista Heidi Storsberg, de la Comisión Bicameral del Canal, quien aseguró que Caballero había abandonado su empleo.
… Es curioso –y patético–: en vez de enfrentar a los agresores que asaltaron su recinto, muchos diputados prefirieron desquitarse con el director del Canal que no hizo más que cumplir con su deber.
… La separación de Virgilio Caballero de esa responsabilidad estaba contemplada desde tiempo atrás. El desgaste propiciado por el protagonismo y el autoritarismo de diputados –y diputadas– que hubieran querido una cobertura rígidamente oficialista de las actividades parlamentarias, permitía prever el final de esa gestión. Él exigió que antes de su salida se realizase una auditoría para dejar constancia de la transparencia con que manejó los recursos a su disposición.
… Hombre de una cortesía tan atildada que su apellido suele resultar redundante, Virgilio Caballero ha tenido presencia muy notable en Canal Once, en sistemas de radiodifusión estatales como los de Sonora y Quintana Roo, en oficinas de comunicación, en diarios y revistas. Es un periodista comprometido con su trabajo, con su público y con una comunicación al servicio de la sociedad. Esa perseverancia le ha merecido el aprecio de numerosos colegas suyos. Ese respeto crece gracias a su conducta al frente del Canal del Congreso.
El periodista recuerda su salida del Canal del Congreso:
La veo como una experiencia hermosa y muy fuerte. No solamente la posibilidad de crear un medio nuevo, distinto y necesario para el desarrollo político del país sino también lo que implicó de creatividad y lucha y también una experiencia terrible, tremenda. Me tocó conocer a un Felipe Calderón despótico y a una Beatriz Paredes igual de despótica y tiránica.
Ambos trataron de censurar el canal en toda su existencia. Era una lucha cotidiana. Ambos congelaron durante años el reglamento interno del Canal del Congreso que en 2001 había aprobado por unanimidad el Senado de la República. Lo hicieron para que no hubiera reglamento interno y que ellos pudieran intervenir en el manejo del canal. Yo no se los permití nunca. Paredes se levantó un día a las 6 am de un 31 de diciembre a decir que me había despedido del Canal.
Ya siendo Alcalde de la ciudad de México, Marcelo Ebrard invita a Virgilio Caballero a crear un canal que el político consideraba “indispensable” para la Ciudad. Es así como se crea el canal 21. La idea nuevamente se va formando en la cabeza del periodista muy experimentado en éstas lides. Don Virgilio cuenta: “conseguí a nombre de la ciudad, como coordinador de la comisión creadora del canal 21, conseguí ante la Comisión Federal de Telecomunicaciones una frecuencia para la ciudad de México”, y pronto explica las peripecias: “era la parte más dura y más difícil que se tenía que hacer. La Cofetel, Televisa y TvAzteca no dejan entrar a nadie al espectro radioeléctrico, no han dejado entrar a Carlos Slim que es un hombre poderosísimo. No dejan entrar a nadie. Pero cuando el Estado pretende obtener una frecuencia, como fue el caso de la Ciudad de México, también se cierra”. Y con soltura narra:
A mí me costó año y medio conseguir una frecuencia. Presenté cinco proyectos de investigación del espectro a partir de formulaciones científicas apoyadas en las investigaciones de los ingenieros que me acompañaron en ésta tarea. Cinco proyectos en los que me decían con la mano en la cintura que no. A la Cofetel no le interesaba pero después de año y medio de insistir nos dieron la frecuencia
Una vez que obtuvieron la frecuencia, Virgilio Caballero se encargó de organizar la estructura del canal “de la A a la Z”, explica, “todo lo que tiene que ver con un canal de comunicación: aspectos técnicos, tecnológicos, de organización del trabajo, la programación, el contenido, la producción, administración, aspectos jurídicos, todo estaba listo”. Al mismo tiempo que la Cofetel les asignó una frecuencia, también les otorgaron una frecuencia digital, don Virgilio recuerda:
Acudí al Politécnico, al CINVESTAV (Centro de Investigación y Estudios Avanzados) para que nos diseñaran el prototipo de un decodificador para poderlo regalar a la gente y que pudiesen ver el canal 21. Ahora, los canales públicos tienen derecho, de acuerdo con la Ley Federal de Telecomunicaciones, a formar parte de la programación de los canales de cable y por lo tanto ingresar de inmediato a esa programación.
Todo listo. Pero el canal nunca fue puesto “al aire”. El gobierno de Marcelo Ebrard no explicó nada. El proyecto esta abandonado por la actual administración de Mancera. Al respecto el periodista aclara: “No echaron a andar Capital 21. No ha habido explicación oficial, ni al público o contribuyentes de la Ciudad de México ni a mí. No sé porqué se guardaron el canal y no lo sacaron al aire”, concluye.
Periodistas: devoto y adversario
¿Quién fue Carlos Denegri?
Denegri era un destacado corrupto, pero casi todos eran corruptos en esa época.
¿Por qué es importante rescatar la figura de Manuel Buendía?
Es el más grande periodista de la segunda mitad del siglo XX, sin la menor duda. Periodista de investigación. Él decía, que antes que nada el periodista es un investigador social, así se veía él que no había terminado una carrera universitaria, antes que nada es un investigador por eso su trabajo era revelador de una realidad que se ha procurado siempre esconder, la de los dominadores, abusivos, tiranos.
De los que entregan el país al extranjero a través de la CIA, el FBI. Buendía se encargó de denunciar esto con nombres y apellidos. Documentaba todo. De caciques sindicales, de empresarios voraces, de la ultraderecha. Manuel reveló los nombres de todos, de los agentes de la CIA hasta en tres ocasiones. Uno leía la columna de Manuel Buendía cada mañana y te estremecías, te entusiasmaba y te daba terror.
Me da la impresión de que lo conoció…
Tuve el privilegio de ser su amigo. Fuimos amigos muy cercanos. Lo invite a trabajar conmigo en el canal once cuando era director de noticieros, en el programa dominical Del Hecho al dicho, que fue el primer programa de análisis político que hubo en el país. Invité a Manuel a que hiciera un comentario semanal. Se resistió como pocos, “no, no insista Virgilio –nos hablábamos de usted–”. Nos queríamos mucho. “No insista, yo soy periodista de periódicos, no de televisión”.
La huella de Buendía en el periodismo mexicano es profunda. Va a seguir siendo fuente de inspiración para muchos jóvenes, por ejemplo, la Fundación Manuel Buendía ha formado a muchos jóvenes y los conductores de la Fundación y de la revista no conocieron a Buendía, se enteraron de él ya muerto y han hecho una tarea extraordinaria para hacer valer los principios periodísticos a los que sirvió Manuel.
Usted hizo el documental sobre Miguel Ángel Granados Chapa. Me parece que el personaje lo ameritaba pero me quedé con la impresión de que el documental se hacía por la situación por la que atravesaba Granados Chapa, de que era coyuntural.
Lo estábamos haciendo con él en vida, murió cuando lo estábamos terminando. Incluso no íbamos empezar con él. La serie empezaba con un documental sobre Manuel Buendía, preparábamos los dos simultáneamente. No pudimos acabar el de Manuel, el proyecto se cayó. Se echó para atrás el Canal Once. Se iba a hacer una serie: Manuel Buendía, Julio Scherer, Miguel Ángel Granados Chapa, y otros.
¿Por qué rescatar la figura periodística de Granados Chapa?
Son hombres ejemplares, Manuel y Miguel. En todo sentido. Su periodismo extraordinario de servicio al país, a la sociedad esta fincado en valores éticos muy fuertes que tiene que ver incluso con el comportamiento cotidiano. Son ejemplares por su congruencia entre su comportamiento profesional y sus ideales. En su ética profesional y su vida cotidiana.
Me tocó compartir con él la amistad de Buendía, los dos éramos más jóvenes que Manuel, de hecho los tres anduvimos juntos en tareas profesionales, un tiempo Manuel y yo y luego se sumó Miguel Ángel.
Con Miguel hicimos un programa en Radio Fórmula, Encuentros, duró ocho años. Miguel hacía un gran esfuerzo, estaba muy enfermo de cáncer y él hacia un gran esfuerzo por asistir al programa, el programa era televisado pero el público nunca se dio cuenta. Cuando la cámara descansaba entre comerciales, Miguel cerraba los ojos para descansar. Le dije: Miguel Ángel, ¿Por qué no descansas antes de venir al programa? o si de plano te cuesta mucho esfuerzo ya no lo hagamos. Me volteó a ver y me dijo: Yo manejo así, me duermo en los altos y sé exactamente cuando va a cambiar del rojo al verde y entonces continúo mi camino.
Era parte de una conciencia personal llevar incluso hasta el manejo de su propio organismo en situaciones extremas. La aportación que ambos hicieron al periodismo es imborrable.
¿Por qué hay que rescatar la figura periodística de Jacobo Zabludowsky?
Hay que rescatarla. Jacobo Zabludowsky es en sentido exactamente contrario a la trayectoria de Manuel o Miguel Ángel. Jacobo funcionó durante dos décadas y media como policía del régimen. Él proclamaba, y decidía en la televisión –por órdenes del poder– qué protesta era condenable a ser apaleada en las calles por los granaderos. Él decidía, por ejemplo: Cómo presentar la protesta, cómo mostrar la agresión de los granaderos, cómo justificar la agresión y, cuando los había, cómo esconder a los muertos. Fue una labor indigna. No le podemos llamar periodista a quien la ejerció.
Ahora la memoria le falla a muchos. Parte del periodismo de noticitis (sic) y de ser vocero del poder como una razón fundamental de la dominación de la gente es cultivar la desmemoria. El periodismo mexicano no tiene memoria. Si los que están obligados a cultivar la memoria no lo hacen mucho menos los públicos que tiene el oficio de sobrevivir.
¿Qué le enseña a usted a sus alumnos y qué espera de ellos?
Espero que mis alumnos aprendan a ser honestos, sobretodo honestos, es fundamental porque tiene que ver con la congruencia, las ideas, el respeto y reconocimiento al otro, y el otro se convierte en la sociedad.
Los jóvenes, ahí esta la apuesta, hace poco vimos a los muchachos, miles de ellos, protestando en las calles y pidiendo la democratización de los medios como la razón principal de su lucha. Ver en las calles a los chamacos gritando contra Televisa, el control de los medios e imponer a candidatos y crear figuras políticas, ha sido verdaderamente motivador, esa lucha que empezamos hace varias décadas periodistas e investigadores, entró en los oídos de los jóvenes. En esos muchachos uno se puede ver.
Con un apretón de manos, don Virgilio concluye la entrevista.